¡A COMER!
¡A comer…! ésta
debe ser una de las invitaciones más reiteradas en estos repetitivos días en
cuarentena, de allí que sea positivo reflexionar sobre el valor de las tareas
culinarias y los sentimientos implícitos en el acto de compartir sabores
aprovechando que las casas hoy cuentan con comensales de asistencia perfecta.
Y así
es como hoy cobra máxima importancia el ritual de sentarse todos a la misma
mesa, rutinas a veces postergadas por culpa de horarios y ritmos dispares que
nos impiden participar del aleccionador diálogo interfamiliar incluso con
afectos físicamente lejanos a través de vídeo llamadas en vivo y en directo.
Este
es un tiempo propicio para revalorizar el rol del ‘ama de casa’ haciendo honor
a su mote de que ‘ama lo que hace’ obteniendo así el máximo galardón que se
merece quien sabe señorearse entre ollas y sartenes aunque no lo busque ni
pretenda: poder degustar las mieles de la
gratitud.
Poder
brindarse al otro, desde la preparación de viandas para comedores comunitarios
hasta compartir una torta de factura propia para el vecino en solitario o
comprometerse a disfrutar las añoradas sobremesas familiares cuando éstas
puedan volver a extenderse junto a los inmaculados manteles.
También
es buen momento para sacar a relucir ese valioso juego de platos que atesoramos
para agasajar al mejor de los invitados: uno mismo.
Estos
son días en que bien se puede husmear a Doña Petrona (lamentándonos que no hubiera escrito una versión light), compartir recetas sin guardarse secretos y tal vez
imaginar platos sazonados con pizcas de humor como podrían ser unos ‘Tournedo de
lomo con barbijos de panceta’ o ‘’Higos macerados en
cuarentena’.
Tiempos
propicios para testear empanadas de rellenos varios cuidando que
los repulgues sean los trece de rigor.
‘’Si
Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito ‘’ decía una eximia cocinera como fue Sor Juana Inés de la Cruz,
consciente de que gran parte de la gloria culinaria
consiste, además de afincar en el paladar y el olfato, en ayudar a clarificar
el pensamiento.
Célebres
fueron sus recetas dulces y bien vale la pena
husmearlas si se desea matar el hambre de la curiosidad.
En
estos días surgen chefs de dotes ocultas y niñas de gustos reposteros,
protagonistas culinarios de estas especiales épocas donde nos sentimos todos un
poco hermanados con los habitantes de una ciudad cordobesa que nos alerta,
desde su propio nombre, a prestar la máxima preservación sanitaria y cuidado: Salsipuedes.
Al degustar
platos familiares surgen recuerdos de aromas y sabores entrañables,
pero aunque la receta se replique intacta siempre extrañaremos el amor
materno implícito, principal ingrediente de toda primorosa
elaboración, conscientes todos de que la alimentación emocional es otra
forma de nutrirnos.
Y entre tanta penuria actual bien que
nos merecemos gratificarnos un poco deleitándonos con algún plato sibarita
haciendo honor a la ciudad de Síbari, famosa por su vida exquisita, in
altre tempi, vistiéndonos incluso para la
ocasión, como si fuéramos a comer afuera, aunque
sólo tengamos que ir ‘de la sala al comedor.’
Y
para los sommeliers de la casa, es buena oportunidad para catar nuevas cepas y
poner botellas en guarda para cuando dejemos atrás este trago amargo, ansiosos
de poder volver a elevar copas, brindar por el reencuentro y glorificar al vino
‘’…la más noble de las bebidas, porque exalta las masas, jerarquiza las
mesas, bendice las misas, seduce a las mozas y evoca a las musas’’.
¡Salud!
©RAFAEL JIJENA SANCHEZ, Conferencista
motivacional
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
C: +54 9
(11) 5748 2877
Excelente artículo, atento Rafael...
ResponderEliminarExcelente. Gracias por escribirlo y darlo a conocer. De antología para todas amas de casa, y para todos aquellos que usufructuamos la pericia de quienes practican el difícil arte de la gastronomía. Fuerte abrazo. Paz y Bien, colega.