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jueves, 26 de julio de 2012

VOS Y EL LABERINTO

                                                        raphaela-angel.blogspot.com
Vos y el Laberinto…

Voy por un laberinto, camino sin rumbo. Tengo la extraña sensación de que ya pasé por el mismo lugar muchas veces. Alguien, desde la niebla, de a ratos, intenta tocarme extendiendo una mano que conozco y amo. Me desespero, voy hacia ella, trastabillo, caigo, como hay rocío me mojo, me incorporo, sigo...
 A veces tengo la impresión de que estoy llegando al final. Entonces me embarga un sentimiento muy parecido a la alegría, esa que nos extirparon. Me apuro, pero el sendero acaba sin salida. De pronto se alza el silencio húmedo y grito desesperadamente. Pero parece que nadie escucha, solo queda el silencio dando sus lúgubres ecos... ¿Quién juega este juego de Gallina Ciega que me consume?  ¿Qué alimaña se alimenta con mi dolor ciego y amputado? ¿Qué demonio perverso mueve las piezas de este ajedrez macabro?
En otros instantes me digo que yo soy el generador de esto y que por mis propios errores caí en el laberinto. Entonces, al no hallar culpables, me odio y atropello buscando una salida, buscándome, soy un prófugo de mi mismo.
Un náufrago, que en medio de este caos, intuye que solo él podrá llegar a rescatarse, y entonces abandona la magia de la espera.
 De ha momentos me llegan voces, algunas muy amadas, otras que preferiría no volver a escuchar jamás. Las llamo a las queridas por sus nombres, pero ellas no responden. Solo las odiadas se aproximan.

Entonces siento que algo me succiona del laberinto y me lanza en caída libre, es un abismo, pienso: ¡El Abismo ¡Y me baño en transpiración y rezo...el golpe no llega nunca, parece que ahí reside el juego.
 Luego retorno al laberinto. Ya no hay niebla. Es de noche. Veo en lo que parece un cielo muchas lunas, algunas pierden sus órbitas y chocan, alocadas. Las estrellas dan la impresión de que se están descongelando. No queda en la noche ni un silencio, todos fueron puestos en fuga por un alarido de dolor no humano.
No sé si me duermo en algún instante, descansar no lo hago nunca. ¡Todo me cuesta tanto!
Amanece en el laberinto. En un extremo del horizonte aparece un sol enrojecido, como si estuviese lleno de la sangre de los desaparecidos, y se resiste a salir, y termina derramándose sobre las cumbres de los cerros. Pero en el otro extremo hay otro sol, pero este está lleno de la oscuridad de las almas de los torturadores y es negro, y este si cobra altura.
 Todo es tan  confuso en el laberinto, hasta el suelo huye del pié, a tientas sigo caminando y veo que le nacen nuevos laberintos, ¡infinitas ramificaciones de la hidra!
 Te sigo buscando, ¡todo es tan cruel y confuso!

LUÍS EDUARDO FOÁ TORRES, Córdoba, Argentina

Extraído del libro: ¿Dónde están los que no están?

lunes, 23 de julio de 2012

TALENTOS

arcangelesazules.blogspot.com

TALENTOS

Los talentos que otrora convergieron
sobre el lujoso portal de la armonía,
se hurtaron con su invicta profecía
del paisaje de vida que nutrieron;

los leo, con la gracia que me dieron
los años de mi endeble poesía;
desde el feudo postal de mi osadía
hoy trato de acercarme a lo que fueron:

mis pupitres de verbos, consintieron
encontrar en sus rimas, que vertieron
como enormes poetas, cáliz diestro

donde ensayo la piel de su sofisma,
el talento inmortal, ¡alfa carisma!,
la arteria colosal que hace un Maestro.

RODOLFO LEIRO, poeta y escritor argentino.
Buenos Aires, 6 de enero de 2012

LA TARDE QUE ME VISITÓ BORGES

                                                        inakiar.blogspot.com

LA TARDE QUE ME VISITO BORGES

Tarde invernal, tediosa y de sólo tres grados de temperatura. Soplaba viento del sur y esto hacía que la sensación térmica fuera de cero grados.
La calle se hallaba desierta y los árboles de hojas caducas agitaban sus desnudos tallos como en una extraña y vegetal añoranza de tiempos mejores. Nostalgias de savia y clorofila.
Todo aquello veía desde la ventana que daba a la calle Mitre. Desde ese cuarto, mi preferido, observaba aquel paisaje invernal. Bajo la exigua luz que entraba a través del vidrio, trataba de encontrar la rima de un verso, huidiza y necesaria.
En realidad, estaba ansioso, aguardaba el auto gris.
La noche anterior me habían dicho: “Espera un auto de color gris, en el, llegará Borges a tu casa”.
Las horas se sucedían atormentándome con un inexplicable nerviosismo. Para calmarme, me decía en voz alta: “fue sólo un sueño. Borges está muerto. Te estás volviendo loco”. Sin embargo, contrariamente a este rasgo de mi pensamiento, seguía observando la calle desde mi ventana, porque, aunque no pudiese probarlo, sabía que Borges iba a llegar a las 17:40.
Un auto gris se detuvo frente a mi casa. El conductor descendió del coche, abrió la puerta posterior derecha y Borges bajó del vehículo. Vestía un traje gris a rayas, una camisa celeste y no tenía corbata…
Sonó el timbre y abrí. Borges miraba sin ver, pero al oír el sonido de la puerta, me saludó.
-Buenas tardes, ¿puedo entrar?
-Sí, pase, señor Borges.
Entró detrás de mí, empuñando su bastón. Nos sentamos en la sala y el genial literato preguntó:
-¿Cómo era su nombre?
-Ezequiel, respondí.
-Ezequiel, repitió pensativo. Como el profeta. ¿Es usted judío? Me preguntó de improviso.
-No, para nada. Es mi seudónimo. Lo elegí porque parece “sonar” bien y me ha dado suerte.
-¡La suerte! –Espetó Borges- ¡Siempre la suerte formando círculos invisibles alrededor del hombre para empujar las leyes del destino!
-No sabía que usted creyera en la suerte.
-Perdone, Ezequiel, pero, ¿leyó usted mis libros?
-Sí. –Respondí azorado.
-Si los leyó, comprenderá por qué estoy aquí. ¿Por qué hoy y no ayer ni mañana? Es una suerte que usted y yo estemos conversando. Usted, en verdad, es un hombre afortunado. A mí me dieron esta licencia para visitarlo hoy, pero me explicaron que no abusara. Debo volver a las veinte en punto.
-Antes que nada, Borges. ¿Me va a firmar un autógrafo?
-Sí, como no.
Le extendí un papel y Borges me firmó con paciencia infinita, maquinalmente: “Para mi amigo Ezequiel, con afecto: Jorge Luís Borges”. De pronto, sonrió y me preguntó:
-¿Sabe que estoy escribiendo un cuento?
-No lo sabía… ¿De qué se trata?
-Es un cuento extraño, aún para mí. Trata sobre un escritor desconocido que me está esperando. Yo llego a su casa en un auto gris a visitarlo, él me está aguardando impaciente, pero, como ocurre siempre, en lugar de preguntarme cosas importantes, sólo me pide un autógrafo y me echa un párrafo de trivialidades… Lo extraño de todo esto, es que yo realizo esa visita mucho después de mi muerte. ¿Qué opina usted de esto?
-Siempre tuve una teoría sobre este asunto: existen huecos dimensionales. A veces, alguien cae en algunos de esos huecos y llega la muerte. En otras ocasiones, algunos de los que habitan el “otro lado” pasan a este y…
-Es una teoría interesante… continuó Borges. Lo imposible es probar que es verdad… Esto es como la vida, uno se rompe los sesos pensando en ella y, cuando logra obtener alguna respuesta, se da cuenta que ya está muerto. Lo cual, para nada significa que los muertos sepan que es en realidad la muerte. Se dice que la muerte es un misterio aún más insondable que la vida. Se debe uno morir varias veces para comprenderlo.
-¿Y la fama que es, Borges?
-La fama es como la primavera que cubre los árboles, las flores y los frutos. Las flores representan el entusiasmo, los frutos la paciencia…
-¿Y las hojas?
-Las hojas son la multitud que rodean al famoso, a veces, su frondosidad no deja ver muy bien como realmente se es… ¿Qué hora es?
-Las 20:00.
-Debo irme.
-No me va a negar que es extraño.
-¿Qué es lo que le resulta extraño, Ezequiel?
-Que usted respete tanto los horarios.
-Ocurre que antes estaba vivo, pero ahora estoy muerto. Es decir, para que usted se haga una idea, muerto significa ocupar un lugar en un tiempo exacto, ni antes, ni después…Da lo mismo morir en cualquier parte… yo morí en Ginebra. 
-Adiós, Ezequiel... Escriba y lea mucho.

Esas fueron las últimas palabras de Borges. Me estrechó la mano y salió hacia la tarde fría. Ascendió al auto y se perdió en la distancia. Me quedé más solo que antes, mirando hacia la calle Mitre. El viento aún agitaba los tallos desnudos.
Recogí el autógrafo de Borges que había quedado sobre la mesa y tomando un libro de él, me senté a leer aquello que continuó diciéndome a través de la palabra escrita…

NORBERTO PANNONE, Pcia de Buenos Aires, Argentina


LO PEQUEÑO SUELE SER HERMOSO

roboaguilar.wordpress.com

LO PEQUEÑO SUELE SER HERMOSO

Análisis periodístico

Un cúmulo de imágenes actuales o ya lejanas se asocia para hacerte reflexionar sobre algunos de los hechos que te envuelven.
            Un cartel con un pez grande intentando comerse al pez pequeño, o un grupo de pequeños peces haciendo correr al pez grande. ¿Quién dijo que lo pequeño es insignificante? Lo pequeño suele ser bonito, gracioso, a veces delicado y la mayor de las veces encantador.
            El revoloteo que se ha armado porque los vascos quieren prestar su parlamento a los kurdos se asocia también a lo pequeño, a lo nacional, y directamente al concepto básico de todo elemento: LA IDENTIDAD.
            Las grandes ideologías surgidas del siglo XIX, han sido internacionalistas y han abrigado en su seno conceptos de globalización. La justicia y la libertad no pueden limitarse a unos cuantos son conceptos de todos para todos. Y un estudio de los logros del internacionalismo sobrepasaría los límites de este modesto artículo, que por supuesto también está en el ánimo de todos. La idea de lo nacional era en aquellas fechas (hasta la transición), un sinónimo de conservador. Los “sans culotte” enarbolando la insignia de libertad, fraternidad e igualdad rompieron las cadenas y las estrecheces de los nacionalismos que entonces los constreñían.
            El comunismo primero (Stalin a la cabeza, desplazando poblaciones enteras hacia la gélida Siberia), y el capitalismo después globalizando la política y la economía,  han arrasado toda identidad, devorando etnias pequeñas, pueblos y razas diversas.
            Daimon en su libro “Subida y bajada del último chimpanze”, (traducción libre). Nos dice además de otros espeluznantes datos, que en Tasmania, isla de Australia, cuando llegaron los ingleses contaba con una población de unos 5.000 individuos. La última sobreviviente Truganini deseaba ser enterrada en el mar, ya que su antecesor, al morir había sido desenterrado por los científicos para estudiarlo y tener un trofeo de una raza a extinguir. El grupo de científicos se repartieron el cuerpo de Lanner e incluso el doctor Strokell se confeccionó una petaca con su piel. Habían bastado poco más de trescientos años para terminar con los aborígenes de Tasmania. Truganini murió en 1876, contra su voluntad quedó expuesta en un museo hasta l947 y no pudo descansar en el mar hasta l976, o sea cien años después de su muerte.
            El doctor E, Moran nos cita en su libro “La Ecología Humana de los pueblos de la  Amazonia”, que desde 1900 a 1957 desaparecieron en esa área 87 etnias. Algo de que horrorizarse.
            Esta pequeña reflexión me hace pensar en lo importante que es salvar lo pequeño, no para que se imponga, ni tan sólo porque es lindo, sino porque tiene derecho a ser y porque nadie, grande o pequeño puede admitir una  agresión a su identidad.  Y el reto: armonizar lo pequeño con lo grande.
                                                                                  
SALOMÉ MOLTÓ, Alcoy, Alicante, España