LA CORONA DEL MAL[1]
A Ray Douglas Bradbury, en honor a su
(turbador) libro “La Feria de las
Tinieblas”…
Con preciso, acertado phatos, aparece oscureciendo el albor
del horizonte, Millenium…
El orden sería
restablecido.
Millenium, hijo
indómito de una virulenta orgía lesbiana de Las Furias (de las Tres Erinias, de
las Euménides), carceleras y justicieras frutos de la sangre testicular de
Urano mutilado por Cronos, que contaminara en el Principio de La Luz a aquella
espléndida, estrellada Noche de Gea, y dadas luego al castigo de los impunes,
como diestras criaturas en el manejo del látigo de cuero cual daga vindicante.
Un anillo de bronce estampaba la frente de los condenados azuzados a la
discordia errante por Megera, y perseguidos luego tanto por el ardor vengativo
de Tisifone y la incansable represión, hasta la locura por Alecto, de los
corruptos mortales herederos sin más del
Inframundo. Como un siniestro anticipo de lo que les esperaba en el Averno…
Millenium,
descendiente directo del linaje de las Tres Terribles -la daga invisible de
Hades- luce gozoso, voraz. Magnífico. Aterrador. Tiene el paso firme y pausado de un tigre
estepario. La cabeza de perro de sus madres, ha mutado… Sin embargo, ha
conservado –replegadas- sus alas de vampiro y reemplazado, en su cabeza las serpientes
de Medusa, por un genoma y ornamento esponjoso y florido en rosa no
precisamente hecho de laureles…
… Y que ahora surge
de entre el bosque apartado del valle del Mundo, derrapado por la todopoderosa,
omnisciente y omnipresente presencia de lo imprevisto. De lo mal imprevisto. De
lo no previsto. De lo siniestro… Viene como enancado sobre flores y espinas,
sobre cielos y tierras, desarticulando esferas y revirando planos. Y el Caos
reina a su paso. Ínterin, el buen Dios creador se ha sumido en un sueño de ira,
que finalmente –oran los templos del Mundo- trastocará en pascual misericordia
paterna, filial y redentora.
Mas, hasta entonces…
Millenium… La vista
fija en el objetivo y no habrá máscaras, alcoholes o confinamientos sanitarios
que lo detengan o sean obstáculo alguno para el festín que supone aquella
atractiva ambrosía que se presenta ante sus ojos rojos de ira contra ellos, los
desagradecidos, los arrojados del Edén, los humanos…
Milleniun es el
vengador. Y la Corona del Mal se planta en su cabeza torva con los erizos de un
veneno mortal. Terrible.
Millenium es el
guardián y espada del Enemigo del Hombre. Presto a cumplir con el desgarro
profundo de la tela humana y de su vana y codiciosa existencia...
Entretanto Caronte,
bufón en esa Feria de las Tinieblas, observa…
Caronte no es el
Enemigo del Hombre, sino su sediento, presto, audaz sepulturero. Para eso ha muerto vivo y ayuda a morir. No
es más que un juguete de los dioses, así como el eco febril y nauseabundo de
sus cruentos juegos de azar… Y desde su
barca observa lo que acontece a la orilla del Mundo… E intenta adivinar cómo
esa nueva criatura engendrada en las esquinas retorcidas de la genética de
Natura, hembra hija de Gea y Cronos, se aproxima a ellos, los penitentes, con
la cautela que su instinto indica, y para devorar la carne y los huesos de a
quienes sobra -en licenciosa, lasciva humanidad- y, a él, disciplinado
cancerbero de lo aciago, falta… Aun así, despojado de todo vestigio lujurioso,
el invisible espíritu que lo anima, hace estremecer la esquelética figura
erguida que se apoya, intrigada, sobre la proa de una siniestra embarcación
marítima…
A la sazón creo
comprender que, tras una ágil maniobra, el corsario de la Muerte, el ministro
de la Muerte, alentando con un sutil y amargo soplo el esplendor del velamen
que empuja su barca de huesos sin tumba, sí, creo comprender, que esa gran vela
que agita su inanimado suspiro, es como un gran Sudario saludando desde la
mansa corriente del Aqueronte impulsada hacia el mar Jónico, la pandémica
llegada de una tormenta trémula de llantos y rechinar de dientes agitada a sus
espaldas agitada a sus espaldas, cual profético diluvio noélico …
Y estaba (está)
claro: Millenium, el hambriento virus de la civilización telemática alumbrada
en el tercer milenio del calendario humano, había agitado, en su macabra testa,
la Corona del Mal con que fuera ungido por los dioses para una tarea sin
piedad… Apocalíptico y firme, su artera polución venenosa sería implacablemente
derramada…
“Madres, todo se ha
cumplido”, dijo. Y el orden, fue
restablecido.
©ADRIÁN NÉSTOR ESCUDERO, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE
ASOLAPO ARGENTINA
Integra el Libro “DOCTOR DE MUNDOS II - Visiones Extrañas” (Colección de Ficción
Conjetural y Metafísica). Inédito. La Botica del Autor, Santa Fe
(Argentina), 2003-2020; y el Libro “DESDE
EL UMBRAL… (Terrores Cotidianos y de los Otros) (Colección de Horror).
Inédito. La Botica del Autor (Santa Fe, Argentina), 2019/2020.-
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