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domingo, 27 de febrero de 2022

CAUSALIDAD, Norberto Pannone, Buenos Aires, Argentina

 










CAUSALIDAD

 

Justo ahora

te encuentro,

cuando casi te había

olvidado.

Estamos diferentes,

el tiempo no acontece

en vano.

Ya no me gustan

como antes los helados

y sé que a ti

no te regalan rosas

ni claveles blancos…

Que son los hijos de tus hijos

los amados.

 

Por lo demás,

nada será igual,

aunque al filo de las sombras

tropezamos.

Algo en el aire tiene

otro perfume.

Alborada lejana

y la memoria actual

con la  herida

dibujada en el rostro

del espejo nublado de temores.

 

Así y todo,

con toda la aflicción

por lo que amamos,

nos dimos cuenta

que el amor es un estado…

 

Pero, perdón…

-¿Y a ti cómo te ha ido?

 

-“En realidad, fueron

casi las mismas cosas:

extrañas situaciones,

idas y venidas.

Días de sol

para llorar un poco

y días de bruma

donde todo reía”.

 

-“En fin, ya sabes:

vivir la vida,

amar cada segundo

como el último.

Creer.

Confiar en las palabras buenas

y olvidar aquellas,

que no lo son tanto…

Reír, callar, soñar,

cantar de a ratos…

y seguir sobre todo,

demorando”.

 

-“Los amigos nuestros

iniciaron algunos

el viaje inesperado.

Y de aquellos,

los que fueron amantes:

advierto que muchos

siguen esperando…”

 

-“Yo creí que aún,

te gustaba el helado…”

 

-“Me olvidé de las rosas

y los claveles blancos…”

 

 Norberto Pannone © 2006

POETA Y ESCRITOR ARGENTINO


UN AMOR, Luis Alposta, Buenos Aires, Argentina

 



LUIS ALPOSTA, poeta y escritor argentino

MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL  DE ASOLAPO ARGENTINA

MIRARSE EL OMBLIGO, Ángel Medina, Málaga, España

 




MIRARSE EL OMBLIGO 

 

 

(Este fragmento de “La vida es sueño” de P. Calderón de la Barca nos introduce en el relato, cuyos versos concluyen así: “Quejoso de mi fortuna/Yo en este mundo vivía/Y cuando entre mí decía: / ¿Habrá otra persona alguna/ De suerte más inoportuna?)

 

El señor “X” se encontraba deprimido. Mileurista, había roto con su pareja y le fallaba la próstata.  Psicosomatizado y deprimido, consideraba a Job un émulo suyo. Un día encontró en el periódico un anuncio que llamó su atención y decía así: “Viaje a ninguna parte, pero con vuelta. Si está usted deprimido, insatisfecho, aburrido o cansado de la vida o es un Buda que se mira el ombligo le devolveremos el equilibrio perdido”, decidiendo comprobar de qué se trataba.

El empleado que le atendió vestía como una ficha de dominó, mitad blanco y mitad negro, y cuando fue requerido del porqué de aquella extraña vestimenta le respondió con una enigmática respuesta: ellos le mostrarían la negrura de la vida para que él pudiera encontrar la luz. Y también- algo importante- que el viaje correría por cuenta de la Agencia. Escéptico a la vez que intrigado pudo más lo segundo que lo primero y aceptó.

 

El vuelo duró varias horas. Aún no había amanecido, percatándose que el cielo estaba iluminado por deflagraciones. El país estaba en guerra y una vez desembarcaron fue trasladado al escenario de las operaciones e introducido en un búnker. Los obuses caían sobre el refugio. Después, se produjo el asalto del enemigo y los dos ejércitos mantuvieron una lucha cuerpo a cuerpo. La carga de bayonetas fue terrible, quedando tendidos sobre el campo de batalla un reguero de caídos: muertos, heridos y mutilados que se retorcían entre alaridos. En un improvisado hospital de campaña los cirujanos se aprestaban a amputar aquellos miembros que yacían colgados de los soldados macerados. El espectáculo era sobrecogedor y entre todos llamó su atención la figura yacente de un muchacho barbilampiño con el cuerpo deshecho y pegado a cuatro muñones. Envuelto por un coro de quejas y quebrantos de los que aguardaban su turno, la respuesta le dejó frío.

―Yo no cuento. He entregado la vida por mi país y estoy orgulloso de ello. No debo quejarme, a pesar del inmenso dolor que padezco, sabiendo que si sobrevivo seré un perfecto inútil que dependerá de la caridad de los demás. Interiorizado, con el eco de sus palabras golpeándole la cabeza fue sacado de aquel lugar y conducido hacia su nuevo destino.

 

El lugar elegido era el Estado de Virginia, en los Estados Unidos, llevándole su cicerone a la prisión estatal. A través de una amplia ventana podía ver el interior de la sala, fijándose en el robusto sillón de madera maciza, de cuyos brazos y patas brotaban como raíces unos correajes gastados por el uso. El grupo de visitantes permanecía en silencio sepulcral, penetrando en ella un sacerdote y dos fornidos guardias que custodiaban al condenado, al cual obligaron a sentarse en el armatoste inventado por Harold P. Brown, el que fuera polifacético empleado de Thomas Edison. En tanto le ataban el clérigo recitaba unas frases de la Biblia. Luego, le adhirieron unos electrodos a la cabeza y las piernas, comenzando a gritar como un poseso en un baldío esfuerzo por librarse de las ataduras. El verdugo conmutó una palanca y le fueron aplicados dos choques eléctricos durante varios minutos que vinieron a romper la resistencia de la piel, y, una vez conseguido, redujo el voltaje, aumentando la intensidad para que no acabase quemado como un bonzo, alcanzando la temperatura corporal los 59 grados, con el consiguiente daño mortal para sus órganos internos. Pero el hombre era fuerte y pudo soportar el trance, por lo que continuó aplicándole la elevada carga, hasta el punto de que su cabeza comenzó a arder como una tea. Finalmente, una vez certificada su muerte le desataron, teniéndose que separar de los cinturones los trozos de la piel quemada.

Con los ojos desorbitados por el infernal espectáculo, el señor “X” sintió cómo se mojaban sus entrepiernas hasta quedar empapado.

― ¡Relájese! Le aguardan más emociones- le anticipó el guía.

 

El tercer destino estaba en España, dirigiéndose hacia el valle del Laguar en el cual se encuentra el sanatorio San Francisco de Borja. A la entrada había un monolito a la memoria del doctor Hansen, descubridor del bacilo en 1873. Los jesuitas cuidaban a los internos. Se diferenciaban de los de la antigüedad porque no vestían harapos ni debían advertir de su presencia haciendo sonar una campanilla, pero los signos de la terrible enfermedad eran los mismos. Las úlceras laceraban sus cuerpos produciéndoles hinchazones, además de la pérdida de sensibilidad en sus extremidades. Algunos, desahuciados por una sociedad cuya estética se basa en la belleza y repudia la repugnancia tenían una tronera en la cara, un boquetón carcomido por el mal al que habían de alimentar poniendo en su rostro un trozo de carne para que fuese fagocitada. En tanto se lo explicaba se cruzó en el camino una pequeña leprosa, que en lugar de mano tenía muñones, sorprendiéndose al verla sonreír.

 

El periplo finalizaba en Viena, donde se halla el mayor manicomio del mundo y cuyos pabellones se encuentran enlazados por un ferrocarril, albergando   hasta tres mil internos. Un grupo de ellos reían estridentemente, sin ton ni son. Más allá, un hombrecillo desaliñado se esforzaba por dar caza a una mosca invisible; a algunos le resbalaba la baba y asomaban los mocos por sus narigones invadidos de vasos capilares que denotaban el alcohol que presumiblemente llevaban en la sangre desde quién sabe cuándo. Todos desheredados de la tierra. Gente segregada de la sociedad, algunos, tal vez por el delito de ser diferentes. Quizá una muestra de cordura ante la locura colectiva de los que están fuera de los muros.

Antes de marcharse se les acercó una mujer con el pelo alborotado, ojos inteligentes y llorosos, espetándole a modo de despedida.

―No todos estamos chiflados. También los hay cuerdos. Muchos de los que están al otro lado podrían acabar sus días aquí. La sociedad está enferma y desequilibrada. ¿Sabe por qué?: Porque al mundo le falta la esperanza.

Al punto, dos robustos celadores la asieron por las axilas y se la llevaron en volandas hacia la enfermería para aplicarle una sesión de electro shock.

 

El viaje había concluido y regresaron a la Agencia. El señor “X” fue llevado al despacho del director, encontrándose con un hombre que debía frisar los sesenta y pico. Era adiposo y se mantenía erguido en el sillón sujeto por una abrazadera a la altura de la cintura. En seguida se percató que no podía ver, pues las cuencas de sus ojos estaban vacías. Tampoco oír, al carecer de orejas. Era, además, mudo, pues su boca no tenía labios, faltándole media lengua y tampoco tenía brazos ni piernas.

― El despojo de persona que tiene ante usted- le dijo el guía- es mi padre. Hasta no hace mucho, habiendo amasado una fortuna vivió como un crápula pensando sólo en él, hasta que sufrió un grave accidente que le dejó en la situación que puede ver. De nada le sirvió todo el dinero que tenía y los médicos no pudieron hacer otra cosa que operarle varias veces para salvar su vida, quedando en el estado actual. Lo último que perdió fueron los brazos y antes de que le fuesen amputados dejó escrito un testamento que habría de ser su postrera voluntad. ¡Venga, se lo mostraré!

Entonces, abrió una caja fuerte y extrajo un papel, ofreciéndoselo para que lo leyese.

― “Mientras vivimos plácidamente nos despreocupamos de lo que nos rodea. Viví como un animal y quiero morir como un hombre. Por eso, lego toda mi fortuna a la institución para que pueda hacer entender que la vida es hermosa a pesar de todo. Y que, si echamos la mirada atrás, nos daremos cuenta que hay otros más desgraciados que nosotros.  Somos hombres y no cosas. Nunca debemos perder la paz interior. El alma.”

Finalizada la lectura el señor “X” le prodigó una mirada de ternura. En ella podía advertirse que había asimilado las experiencias vividas. A pesar de la problemática realidad, debía apreciar lo que tenía, desde la sonrisa de un niño, la ternura de quienes nos aman, el aire que respiramos, el calor del sol o el equilibrio emocional, que sólo cuando las perdemos aprendemos a valorarlas, entendiendo que siempre habrá quienes soportan mayores sufrimientos. Y conmovido, superando la repugnancia abrazó aquella mole de carne que le había congratulado con la vida.

 

     ©ÁNGEL MEDINA, poeta y escritor español

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA                                          

 

*Ver última publicación en:

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*Página autor  https://www.facebook.com/novelapoesiayensayo/


ELEGÍA PARA TI Y PARA MI, José Ángel Buesa, (Cienfuegos, Cuba, 2 de septiembre de 1910 – Santo Domingo, República Dominicana, 14 de agosto de 1982)

 












ELEGÍA PARA TI Y PARA MI

 

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,

y tú te irás borrando lentamente en mi sueño.

Un año y otro año caerán como hojas secas

de las ramas del árbol milenario del tiempo.

Y tú sonrisa, llena de claridad de aurora,

se alejará en la sombra creciente del recuerdo.

 

Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,

y quizás, poco a poco, dejaré de hacer versos,

bajo el vulgar agobio de la rutina diaria,

de las desilusiones y los aburrimientos.

Tú, que nunca soñaste mas que cosas posibles

dejarás poco a poco de mirarte al espejo.

 

Acaso nos veremos un día casualmente,

al cruzar una calle, y nos saludaremos.

Yo pensaré, quizás "Que linda es todavía"

Tú quizás pensarás: "se está poniendo viejo"

Tu irás sola o con otro. Yo iré sólo o con otra.

O tú irás con un hijo que debiera ser nuestro.

 

Y seguirá muriendo la vida , año tras año,

igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.

Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto

o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.

Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas

pensaré en ti, un instante, pero cada vez menos...

 

Y pasará la vida. Yo seguiré soñando,

pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.

Ya yo te habré olvidado definitivamente,

y sobre mis rodillas retozarán mis nietos.

Y quizás para entonces al cruzar una calle

nos vimos frente a frente ya sin reconocernos.

Y una tarde de sol me cubrirán de tierra,

las manos para siempre, cruzadas sobre el pecho.

Tú con los ojos tristes, y los cabellos blancos

te pasarás las horas bostezando y tejiendo,

y cada primavera renacerán las rosas

aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto.

 

José Ángel Buesa,

(Cienfuegos, Cuba, 2 de septiembre de 1910 – Santo Domingo, República Dominicana, 14 de agosto de 1982)

José Ángel Buesa es el autor de los versos de "Canción del Adiós", musicalizada por por el inolvidable folclorista argentino Horacio Guaraní.


https://www.youtube.com/watch?v=g7T2sLHz0hY

MUJER, Martha Inés Vélez de Valencia, Medellín, Colombia

 








MUJER

 

(Dedicada a las mujeres de todos los tiempos y pueblos de la tierra).

 

 

Soy hija de las entrañas de la tierra negra de Kenia

tatuada por el sol,

de la Eva mitocondrial que en el exilio

ha parido mil noches de dolor.

Soy de Sierra Leona, del llano de la Orinoquia,

de las tibias arenas del desierto de Omán,

de los glaciales fiordos de Noruega,

de las dunas que emigran en la pampa austral.

 

Del agreste paisaje de Tanzania,

de la tarde amarilla de la China,

de las míticas noches del Japón,

de la sacralidad del río Ganges

que unge las cenizas de perdón.

 

Del lago Victoria por la gracia de Osiris

en la fecundidad del Nilo que es un don.

De la cosmogonía del viento del septentrión.

Soy hija de la lluvia, del río, del monzón,

de los arreboles que se pintan de luna

en las noches eslavas con tímido pudor.

 

Soy lirio de los campos o pájaro cantor,

aurora boreal detenida en Siberia,

en las noches blancas de San Petersburgo

o qué sé yo…

Soy perfume de sándalo en la eterna mirada del amor.

 

Empapada de lluvia y de crepúsculo

soy eco de mi voz.

Soy grito milenario que pregunta…

si soy sal de la tierra,

ancla de vida,

milagro de creación,

espiga, claridad, urdimbre,

esencia, palabra, corazón.

¿Por qué tanto dolor…?

¿Por qué lo anacrónico del tiempo

 me quita el privilegio de ser yo…?

 

4 de agosto de 2014

 

                                                                                                                    

Martha Inés Vélez de Valencia, poeta y escritora colombiana

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

 

 


A UCRANIA, Susana Roberts, Chubut, Argentina

 








A UCRANIA

 

Oh Señor !
deja ser a los pueblos
con su ansiada independencia
el mundo entero sufre
los recursos están en juego
la llamada política y la ambición también
los niños sufren, los soldados obedecen
los intereses explotarán
ante tu rostro y el mío
Y no es tu voluntad Señor
es el poder entre los hombres
organizados en siglas que se oponen
ante la real naturaleza
la humana...
la de los bosques, los campos
los rios y mares
los cielos se espejan contaminados
Y la educación decae
¡Oh Señor!que tus ángeles acudan
a domesticar gladiadores de una insensata y posible guerra
Que este puente de luz hecho palabras cubran el cielo de Ucrania ,Rusia, Crimea y demás suelos en riesgo
¡Protéjelos señor!

 


@Susana Roberts. 22/2/2022.

 MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


ENIGMA, Edmundo Torrejón Jurado, Bolivia

 










ENIGMA

 

Hoy, viernes de inventarios,

                                   de luto enaltecido.

 

-Doliente Ginebra

                        de preguntas –

 

Distantes,

            Incallacta y los Sertones.

 

Lejanos,

            Popol Vuh y la Araucana.

 

¡Ay!, Borges de las dudas:

 

Encontré

            en las nieves del destierro

la estirpe de tu voz

                        tañendo

                                    su postrer laúd

                                                           al bucanero.

 

Descalza roca gris.

 

¡Las grutas de Calvino!

 

Bienestar insaciable

                        que abjura

                                    las nostalgias.

 

(Sutiles laberintos

            de báculo y soberbia).

 

Los Alpes

            que ignoraron

                        el vibrar de un galope,

no son vientos que nutran

                        a un Martín Fierro

                                                           sencillo.

-¡Ay!. Maestro de la espera.

 

Sacerdote supremo

del ritual

            de la búsqueda.

 

Hoy poso mi homenaje

                        al pie de tus pirámides,

e invento

            un árbol noble

                        para algún peregrino.

 

El supremo sendero

                        de algún

                                    americano

que no porte raíces

                        al sacro Macchu Picchu,

quien sabe

            – entre lo ajeno –

podría transmigrarse

                        ¡en un altar sin dioses!

 

                       

                                                           Ginebra, primavera de 1998

 

©EDMUNDO TORREJÓN JURADO, poeta y escritor boliviano

PRESIDENTE DE ASOLAPO BOLIVIA                         


COSMOVISIÓN DE LAS PLAZAS, Víctor Velázquez, Lascano, Uruguay

 





COSMOVISIÓN DE LAS PLAZAS

 

Parece de una obviedad total, pero no por eso es menos cierto: la gente, los hombres, las mujeres, han sido quienes han dado vida a las plazas, en todo tiempo y lugar.

Pocas cosas tan intrínsecamente unidas al pasaje vital del hombre por la Historia como las plazas. Desde el fondo de los tiempos.

La libertad -¡nada menos!- se ha propuesto, peleado, obtenido y consolidado en las plazas.

Sus primos hermanos -democracia y derechos humanos- han sido conquistas de las plazas. Desde ellas -llevadas en andas por el pueblo- llegaron a los foros.

La cultura fue (es) pura efervescencia en las plazas.

Lo lúdico, lo recreativo, lo identitario son causas comunes a las plazas. En una tarde encendida de plaza de toros o en la ignota feria de la más recóndita villa de cualquier lugar caído del mapa.

La fe ha sido cuestión afín a las plazas (y no solamente en San Pedro y La Meca), para los de la cruz, la media luna y para todos, que no creer en nada también es creer.

La ternura se ha dado cita en las plazas, de un extremo al otro de la vida, en los vacilantes primeros pasos de un niño y en las manos abiertas de un anciano dando de comer a una paloma.

A la hora del desamparo, recovas, bancos y canteros de cualquier plaza han sido improvisados dormitorios a la intemperie de aquellos a quienes el resto mira con general indiferencia.

Juglares, románticos, bohemios, cirujas, anarquistas, feministas, hippies, descamisados, indocumentados, ahora los indignados, todos han encontrado en las plazas casi un hábitat natural.

El amor (clandestino y del otro) se ha refugiado en las plazas cuando se ha sentido acorralado en lugares más convencionales y por los convencionalismos sociales.

Tras las guerras cruentas, la paz ha sido celebrada en las plazas, al son de patrióticas músicas e inflamadas arengas.

En las plazas andan de la mano lo universal y lo aldeano, lo igual y lo distinto, lo común y lo diverso, los tonos y los matices, lo popular y lo elitista, lo sacro y lo profano, lo de aquí y lo de allá.

Las hay abiertas, cerradas, enormes, pequeñitas, policromas, verdes, grises, marmóreas, de zócalos, adoquinadas, embalastadas, de tierra, oscuras, luminosas, en forma de damero y en las más variadas otras formas.

Las ornamentan: fuentes, ánforas, glorietas, rosaledas, juegos infantiles, bustos, monumentos, relojes; las alegran: retretas de bandas, pájaros de los que se pida, risas infantiles; las hacen diferentes: subsuelos, terrazas, desniveles.

Ya no se escucha en ellas el piropo sutil y elegante, ni están los clásicos fotógrafo y lustrabotas; también faltan el voceo del canillita y el varita parado en la esquina, en su rutinaria tarea de ordenar el tránsito.

En cambio, están los artesanos, los dibujantes al carbón, los titiriteros, los que pasan porros (y los que los consumen), las (y los) que venden placer sexual, los repartidores de volantes y -en muchos casos- verdaderos “mercados de pulgas”.

No siendo de nadie, son de todos.

¿Por qué las plazas tienen que tener nombres?

Para mí, si fuera necesario que algunas llevaran, no debiera ser otro que “Del Encuentro” o “Del Reencuentro”.

Sin embargo, tienen la más surtida galería de nombres que imaginarse pueda: personales, impersonales, de héroes, de villanos, de sabios, de “sabiondos”, de demócratas, de tiranos, de líderes, de pusilánimes, grandilocuentes, intrascendentes, patrióticos, inmerecidos, justísimos, fáciles y difíciles de olvidar, en reconocimiento a, para quedar bien con.

Muchas veces -casi siempre- el pueblo las bautiza de otra manera, y por tal son mucho más conocidas.

Trato de no ser tan soberbio como para creerme que lo sé todo.

Sin embargo, no recuerdo ninguna plaza que se llame “La Gente”, “El Hombre” o “El Pueblo”.

Dicho como al descuido, ¿será ésta una de las escasas veces que los humanos obviamos nuestra natural tendencia al narcisismo?

¿O será una omisión más de la especie para con la especie?

¿Sabe una cosa?: Tal vez sea un “involuntario olvido”, nada más.

Tengo para mí que -eufemísticamente- así debe ser.

A veces lo pienso.

 

©VÍCTOR VELÁZQUEZ, poeta y escritor uruguayo

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


En un nuevo aniversario del nacimiento de José de San Martín (25 de febrero de 1778), Antonio Las Heras, Buenos Aires, Argentina

 


En un nuevo aniversario del nacimiento de José de San Martín (25 de febrero de 1778), el historiador Antonio Las Heras nos cuenta su poco conocida vida masónica .

 

José de San Martín fue iniciado miembro de la Masonería durante 1808, en Cádiz (España), cuando ingresó a la Logia Integridad Nº 7 cuyo Venerable Maestro (presidente) era el general Francisco María Solano, marqués del Socorro; de quien –precisamente – San Martín era su edecán.

Se trataba, en esos tiempos, de la orden secreta y esotérica más importante de Occidente. Una sociedad cuyos orígenes legendarios se remontan al Egipto faraónico y, aún antes, a la Atlántida misma. Mientras que los antecedentes históricos datan de la Edad Media.

Para octubre de 1811, los documentos prueban que San Martín era cofundador de la Logia Los Caballeros Racionales, que se reunía en Londres.

Una logia es el sitio donde se reúnen a hacer sus trabajos un grupo de masones; pero no cualquier masón puede participar de la fundación de la misma. Para ello es necesario haber alcanzado el grado de “maestro”. Si San Martín fue cofundador de Los Caballeros Racionales es porque había llegado a ese grado mayor – como mínimo – algún tiempo antes.

Fue en Londres donde con la ayuda de masones – entre ellos su gran amigo el Conde de Fife – San Martín hizo los arreglos necesarios para llegar a Buenos Aires.

Llegó al Río de la Plata en la fragata George Canning junto con otros iniciados en diversas logias europeas. Entre otros, Alvear, Zapiola y Chilavert.

Aquí los esperaba el doctor Julián B. Álvarez entonces presidente de la porteña Logia Independencia. Fue Álvarez quien les proveyó los elementos rituales necesarios para formar la primer Logia Lautaro que tuvo a Alvear como primer presidente.

No hubo – como bien lo ha demostrado el historiador masónico Emilio J. Corbiere – una sola Logia Lautaro, sino una serie de “logias lautarinas” cuyo objetivo era que las tierras de esta parte de América consiguieran independizarse de España para formar un gobierno autónomo. San Martín integró la Logia Lautaro de Buenos Aires y luego formó otras. También su compañero de batallas y hermano masón, el invencible Gral. Juan Gregorio de Las Heras, habría de fundar e integrar logias que llevaron el nombre de Lautaro.

Durante su estadía en Córdoba, San Martín – aún enfermo – convocó a un grupo de patriotas de su confianza iniciándolos en la Masonería tras lo cual recién dispuso confiándoles sus proyectos de liberación de Chile. Y el 24 de mayo de 1814 constituyó una Logia Lautaro en la ciudad de Córdoba. Que la fecha haya sido la indicada obviamente no es una mera coincidencia… Al tiempo que San Martín asume el cargo de intendente de Cuyo (6 de setiembre de 1814) surge una Logia Lautaro en Mendoza.

El Congreso de Tucumán (9 de julio de 1816) recibe intervención directa de muchos integrantes de logias lautarinas aunados por San Martín y Manuel Belgrano.

San Martín es designado general en jefe del Ejercito de los Andes el 1º de agosto de 1816. Enseguida funda y asume la presidencia de la “Logia del Ejercito de los Andes.”

En 1822 – por intervención de San Martín – nace en Lima, Perú, la “Logia Paz y Perfecta Unión” que aún hoy en día continúa su labor y está registrada con el Nº 1 en la Gran Logia del Perú.

Residiendo ya en 1824 el Libertador en Londres y retirado de la vida militar para siempre se hospeda por cierto tiempo en el castillo del ya mencionado Conde de Fife situado en Banff, Escocia. Allí San Martín trabajó regularmente en las logias San Andrés y San Juan Operativo de la jurisdicción de la Gran Logia de Escocia, todo lo cual consta en los libros de actas y firmas que se encuentran en archivos masónicos.

Cabe aclarar que el Conde de Fife fue hasta 1848 Gran Maestre de la Gran Logia Provincial de Banffshire, del Oriente de la Gran Logia de Escocia.

San Martín viaja, después, a Bruselas y se incorpora a la Logia La Perfecta Amistad la que en su honor hizo acuñar – por Jean Henri Simón, uno de los mayores expertos de entonces, quien también era masón y para el cual San Martín aceptó posar – una medalla de plata con su rostro de perfil. Se trata de una de las dos únicas efigies hechas en vida del Libertador y por la cual podemos conocer, realmente, cuales eran sus rasgos. La restante fue hecha por otra sociedad iniciática y esotérica: el Capitulo Rosa Cruz Los Amigos Filántropos de Bruselas. En el Museo Mitre de la Ciudad de Buenos Aires hay un ejemplar.

Al radicarse en Francia, San Martín se reencontró con Alejandro Aguado, Marques de las Marismas, a quien lo unía una fraternal amistad pues ambos habían pertenecido – en la juventud – a la Logia Integridad de Cádiz. San Martín decidió radicarse en el Bourg, cerca de París, precisamente porque Aguado vivía allí cerca. Las firmas de los dos figuran en el libro de asistencia a las tenidas masónicas de la Logia de Evry.

 

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, filósofo y escritor. Su más reciente libro se titula “Belgrano y la Masonería.” e mail: alasheras@hotmail.com

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA