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sábado, 30 de septiembre de 2023

MAR DE CRETA - Carlos Penelas, Buenos Aires, Argentina

 








MAR DE CRETA

 


Intentaré soñarte una vez más.
Inmóvil, con los ojos cerrados, distante.
Te soñaré con alegría.
Un día abriré los ojos sobre el mar.
Amiga, estarás en una playa
donde la fertilidad y tu boca
descansarán en el crepúsculo
junto a la arena y las barcazas.
Ahora, tu sexo matinal dilata las tinieblas
del mundo, el cauce de la vigilia lejana
en apretada soledad, sin máscara.
Así reposaré sobre tu aroma, sin buscarte.
(Estás dentro de mí como un temblor secreto
socavando la ausencia, venerada).
En mi lengua el jubiloso olor de tus cabellos,
la entrecortada espuma desvelando los labios.
En las inmediaciones de tus senos
buscándote sin hallarte, sin saber…

Desemboca mi alma –taciturna, constelada–
en el aliento del naufragio. Junto a un piano,
en el diluvio de esta cosa doliente y transitiva.



CARLOS PENELAS
, Buenos Aires, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

ECCO IL MONDO - Claudio de Alas- Poeta colombiano (1886 - 1918)

 




   


 

           


ECCO IL MONDO                


Para ti, Honorio Ricardo Guiñazú, ilustre viejo verde, gentil,
buen mozo, noble amigo, millonario y profesor en Adulterios...

 

Era un viejo elegante de mirada felina
con mostachos bravíos y palabra triunfal.
Su apostura era hermosa, su estirpe era muy fina
y en sus labios ardía una mueca sensual...

Era un viejo corrido, de risa cristalina
que del Bien se reía y se reía del Mal.
Fue rey de boulevares, mató a una bailarina
y por una Duquesa derrochó su caudal.

Llamáronle el Gran Lobo, especialista en viudas.
Tiró su gran fortuna con un ardiente afán.
Y en una vieja noche, lleno de viejas dudas,

con su postrer billete entró en un restaurant,
y allí, con dos cocotes -borrachas y desnudas-
se murió dando besos y bebiendo champán.

CLAUDIO DE ALAS - seudónimo de Jorge Escobar Uribe- nació en Tunja - Colombia, en 1886.

            Siendo muy joven se radicó en Chile, donde al decir de sus amigos "hacía periodismo para comer y escribía versos para que lo dejaran hacer periodismo"...

            En Chile desempeñó además del oficio de periodista y poeta otro un tanto curioso: gustaba de ir a un restaurante de primera clase llamado "Coppola Splendid" y participar en el concurso que su dueño ofrecía a los clientes. Este consistía en que si uno de ellos era capaz de comer los diez platos que ofrecía el suculento menú, no pagaba la cuenta. Tantas veces resultó vencedor que el propietario le propuso que podría continuar almorzando allí gratis todos los días si a cambio le confeccionaba el menú en verso diariamente. Todo fue bien hasta que el dueño del afamado local llegó a la conclusión de que el trato no le era rentable.

            La revista chilena "Sucesos" del 6 de diciembre de 1917, nos habla de su ilusionada partida a Buenos Aires:

"Abandonando el rincón

de esta urbe santiaguina,

en Alas de la ilusión

partió Claudio a la Argentina"         

            Pero, Buenos Aires le habría de resultar una ciudad ajena y extraña. El último de los poemas de su primer libro ya evocaba una queja:

“Qué tristeza, qué tedio, qué dolor, qué amargura

El tratar a las gentes con sus mismas falsías:

Todas van disfrazadas con la vil vestidura

De las cosas del mundo, tan banales y frías…” 

              Y ese lloro lo trasladó a Buenos Aires. La ciudad donde venía a triunfar  tan sólo le habría de ofrecer indiferencia.

            Vivía en Banfield, en casa de su amigo, el pintor Koek Koek, y el 5 de marzo de 1918, luego de matar al perro de su amigo, al que le veía “una mirada triste”, y para que lo “acompañase” en su viaje, se pegó un tiro en la sien. Tenía 32 años.

             Sus restos descansan en el cementerio de Lomas de Zamora, prov. de Bs. As.

            Una calle de Lomas de Zamora lleva su nombre.

            OBRA:

            En Chile publicó cuatro libros: Salmos de la muerte y el pecado”, “Fuegos y tinieblas”,  “Arturo Alessandri”  y  “La primera víctima de la aviación en Chile”

            La baraja de la muerte, también conocida como El enigma de la calle del Lord, es una película chilena  de 1916 dirigida por Salvador Giambastiani. Es considerada la primera película argumental realizada en Chile. El guion, escrito por Claudio de Alas, está basado en un crimen cometido en la ciudad de Santiago, en la calle Lord Cochrane.

            La cinta fue prohibida por la Municipalidad de Santiago debido a que el crimen en el que estaba basada aún no había sido resuelto por un fallo judicial. La baraja de la muerte se convirtió en la primera película en ser censurada en Chile, dado que la elite consideraba que el cine debía limitarse al "registro de eventos sociales como inauguración de monumentos, desfiles, festejos públicos, ceremonias oficiales, ritos religiosos, o a mostrar paisajes, vistas de las ciudades y de viajes". De todas formas, la película pudo ser exhibida en Valparaíso.                  

            Obra póstuma: “El Cansancio de Claudio de Alas” (poemas), “Visiones y realidades” (apuntes autobiográficos), y la novela  “La herencia de la sangre”.

            “MOSAICOS PORTEÑOS” – Luis Alposta

            en el que hoy, he querido recordar este “soneto con aires lunfas

Cick:

https://www.youtube.com/watch?v=0bWvfrZco0Q&t=38s


SONETO A TUS VÍSCERAS - Baldomero Fernández Moreno, Buenos Aires, Argentina

 











SONETO A TUS VÍSCERAS


Harto ya de alabar tu piel dorada,
tus externas y muchas perfecciones,
canto al jardín azul de tus pulmones
y a tu tráquea elegante y anillada.

Canto a tu masa intestinal rosada
al bazo, al páncreas, a los epiplones,
al doble filtro gris de tus riñones
y a tu matriz profunda y renovada.

Canto al tuétano dulce de tus huesos,
a la linfa que embebe tus tejidos,
al acre olor orgánico que exhalas.

Quiero gastar tus vísceras a besos,
vivir dentro de ti con mis sentidos... 
Yo soy un sapo negro con dos alas.


BALDOMERO FERNÁNDEZ MORENO, Buenos Aires, Argentina 


ACERCA DE LA POESÍA - Luis Alposta – Buenos Aires, Argentina

 




 

ACERCA DE LA POESÍA

Alguna vez, hablando de poesía, Borges me dijo: -Yo no sé si puede definirse. Es algo tan elemental. Y además yo no creo que necesitemos una definición. Su definición va a ser siempre más vaga que la palabra poesía, que todos sentimos. Creo, además, que para juzgar un poema mejor es juzgarlo inmediatamente. Digamos que la comprensión viene después... y quizás no importe mucho. Pero sí, que usted siente que algo poético lo ha sido inmediatamente.

            Yo creo que todos sentimos eso. Es como la música. Uno siente inmediatamente si una pieza de música lo conmueve a uno o no.

           La poesía es aquello que modifica inmediatamente al lector. Que cuando se lee, es como si la sangre circulase de otro modo, y que la voz de uno se eleva ante la necesidad de repetir aquello en voz alta.

            Eso es poesía. Y si eso no ocurre, el resto es “pura literatura”, como diría Verlaine.

            La poesía es algo que se siente, y punto. Pero en tren de buscar una aproximación, digamos que es el sentimiento puesto a escoger y capturar palabras, para luego liberarlas en el poema y emocionarnos. Es hacer letra de una emoción. 

            O dicho de otro modo: la poesía es una emoción expresada como "para regalo”.

   En una de las charlas que el poeta ruso Yevgueni Evstushenko (18 / 7 / 1932 – 1 / 4 / 1917) pronunció durante su estada en Buenos Aires, hace de esto ya muchos años, se refirió a las cualidades que se necesitan para ser un auténtico poeta. Con la fidelidad que la memoria me permite me atengo a lo que dijo entonces:

Las cualidades para ser un auténtico poeta son, probablemente, cinco:


Primera: tienes que tener conciencia, aunque esto no basta para ser poeta.
Segunda: tienes que ser inteligente, aunque esto no basta para ser poeta.
Tercera: tienes que ser audaz, aunque esto no basta para ser poeta.
Cuarta: tienes que amar no sólo tus versos sino también los de los demás y, sin embargo, tampoco esto basta para ser poeta.
Quinta: tienes que escribir buenos versos, pero si no tienes las anteriores cualidades, tampoco esto bastará para ser un buen poeta.

 

LUIS ALPOSTA, Buenos Aires, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA


UN GAUCHO EMBARAZAO (Cuento telúrico) - Norberto Pannone, Buenos Aires, Argentina

 



UN GAUCHO EMBARAZAO  

(Cuento telúrico)         


“Juido d’improviso por causas de algunas deudas acordadas con el pulpero don Rigoberto Petronio ‘e Gualeguaychú, zin un patacón n’el cinto, cruzé la jrontera d’ Entre Río pa’ meterme ‘e yeno n‘esta provincia ‘el Gueno’ Saire ‘e la república argentina.
Andaba en la mala don, y zin conchavo, pobre, viejo y zin plata. Anzí que loj vizios me d’entraban muy fázil y, como era conozido n’el pago, tuitos loj pulperoj me tiraban un pial p’al fiao hasta qu’encontrara algún trabajo, pero de tanto mostrador y baraja me abía puesto medio aragán, como gato‘e china. Y de tanta deuda zin pagar, me denuncearon a la polezía.
Loj melicos, por orden ‘el juez de Paz don Olivero Andrada, azía un tiempo que me andaban buscando de pulpería en pulpería zin poder ayar mis güesos (como a esta altura usté ze haberá dao cuenta, no paraba ni por casualidá n’el rancho). Esto ‘el seguimiento lo zabía porque ziempre algún gaucho comedido a uno le pone en conocimiento ‘e la direzión ‘e la partida. Pero, como dize el rejran: “A cada gallego le llega zu San Martín y hasta el Hoigin y el Bolivar también”; y a uno ze le va terminando la zuerte y un día cualquiera echa la taba ‘e culo.
N’una noche clara y alumbroza ‘e luna, canzao ‘e tanta injusticia, me d’iva pa’l pago ‘el Gualeguachú y n’el camino divizé p`al Norte un risplandor ‘e fuego que me yamó l’atencion. Picao por la curiozidá, pa’ mejor ver, me subí n’el poste ‘e talégrafo. Como abía un hilo ‘e cable que molestaba, zaqué el caronero y le pegué un tajo pa’ cortarlo. ¡Viera usté! n’el mismo momento que le pego el tajo, zale del cable la voz del comesario que dize: “¡Me lo traen d’enseguida a ese gaucho alzao e insolvente del Antenor Vega, que está yendo por el camino pa’l Gualeguachú. ¡‘Ta al costao ‘e las vías subido al palo ‘el telégrafo! ¡No puede ser que siempre se anda juyendo!”
¡Paaaa! ¡Pa’qué vieja loca! ¡Otra güelta la mala zuerte ze había echao a dormir conmigo! ¡Ahí nomá me bajé ‘el alambrao ‘e telejono, monté n’el tobiano y me largué pa’ estos pagos!”

Tal el relato de aquel pobre criollo explicando su llegada a Junín. Yo lo había recibido en sus afueras y le había ofrecido algunos arreos donde el pobre cosechó algunos pesos.
Esa noche no era de las mejores. Afuera llovía con la serenidad eterna de la nostalgia. Sentados en un rincón ‘el boliche, bajo la menesterosa luz del farol de noche, las sombras parecían despertar a las ánimas en las descascaradas paredes del salón. El habitual gato de boliche, dormía indiferente al pie del mostrador.
—...
—¿?
—¿Pedimos otra vuelta?
—Por mí...
Antenor parecía buena persona, claro, medio mentiroso el pobre. A mí me deslumbraba su parquedad, todo lo hacía con la acostumbrada lentitud del gaucho. Sin apuro. Monocorde. Muchas veces, persuadido de la miserabilidad de su destino inexorable. Adoctrinado en esa forma de vida, nadie podría estar más a gusto que él.
El vino tinto de la damajuana, recién escanciado, destelló un rubí encendido de grana, contrastando con la sucia mesa de madera, testigo de tantos inútiles coloquios; quemada por mil brasas de cigarros circunstancialmente olvidados; testigo silenciosa de alegrías y penas; testimonio de barajas burlonas donde reinaba el placer de ganar o la ira del infecundo derroche.
Bebimos con lentitud, saboreando el tanino etílico y la ausencia de la vid.

— ¿Qué piensa hacer?
—...
— ¿Se quedará por Junín?
—Tengo gana, paizano. Acá no me perzigue naides.
— ¿Y de qué vivirá? —Por ahora, el rancho es prestado y sin apuro.
—Zierto...
Siguió un largo silencio donde el gaucho tuvo tiempo de encontrar sus pensamientos en el montón de trapos inermes de su cerebro atolondrado.
—Una vez vide un’aparición, zabe. Ze me priezentó el Gauchito Gil y me dijo que podía dedicarme a culandrear...
Casi descubro la risa y tuve que mirar al suelo ocultando la mueca.
— ¿Y se anima?
—Zi lo dijo él...
— ¿Quién?
—El gauchito...
—Ah... ¿Y dónde?
—N’el rancho, pué. Ya me dijo que era zin apuro…


Y así fue que, desde hace varios años, aquel gaucho perseguido y abandonado por la mano de Dios, echó anclas en Junín, siendo muy famoso por sus diagnósticos y sus sanaciones milagrosas. Desde muchas leguas en derredor venían todos los días a consultarle por diferentes casos que ocurrían sólo en las miserias humanas. Mal de ojo, pata de cabra, empacho, traiciones de chinas, culebrilla, parásitos, mala suerte, envidias, arregla-huesos, isocas de las siembras, “bicheras” de animales, empastes y muchas cosas más.
Antenor Vega hacía maravillas como curandero.
De vez en cuando nos solíamos ver en el boliche, tomábamos un par de copas y él me contaba de los casos más inverosímiles. A veces nos divertíamos, otras, sufríamos a la par de los pobres enfermos. Nunca más mencionó a Gualeguaychú, ni yo le pregunté nada al respecto.
Cierto día, apoyados en el mostrador, me di cuenta que al pobre algo le estaba pasando. Lo vi muy preocupado y pensativo. No pude aguantar la curiosidad y, dada la amistad que nos unía, le pregunté:
— ¿Qué le anda pasando Antenor?
—Ez que… haze un tiempo ze me priezentan azuntos peliagudos vea.
— ¿Y?
—...
—Hable sin miedo, Antenor.
_…
_¡Dele amigo, desembuche!
—Digamé la verdá… ¿los gauchos también z’embarazan?

Solté la carcajada ante aquella insólita demanda plena de ignorancia y candidez, sin reparar en que, con esta reacción, el gaucho podría ofenderse, pero no lo hizo, posiblemente en reconocimiento de nuestra amistad.
— ¡No, mi amigo! ¿De dónde sacó usted semejante barbaridad?
— ¡Mire que lo escucharon mis propia orejas y lo vide con mis propios ojos!
—Pero amigo, déjese de macanear...
— ¿Usté no me cree?
— ¡Y cómo le voy a creer semejante disparate!
— ¡Pero es cierto! Me ha llegao un paizano con ese inconveniente. zi quiere y tiene tiempo ze lo rilato.
— ¿A ver...?
El interés era para dejarlo conforme al pobre gaucho y de paso, picado por la curiosidad de saber de aquella tamaña ridiculez, me urgía saber cuál era su causa.

—Mire, haze unoj días me vino a ver un paizano bastante inchao ‘e la panza y con mucho dolore ‘dominales. Dijo llamarse Leuterio Luna y padezer de diabeti lo que le azía dar mucha sed por la noches, pero lo principal de zu visita era otra cosa. Me dijo que azía como ocho días había güelto d’un arreo donde ze había conchabao co’nel tuerto Sofanor Rueda y que no podía d’ir de cuerpo. Le riceté un té de ruda y aceite recino, siguro qu’esa noche se d’iba a cagar hasta los tiradores, pero nada. Al otro día vino otra vez y me dijo que no le había echo efeto. T’once, le ricomendé una enema ‘e aceite ‘e aceituna con ziete ojas de ombú, Tampoco jué de cuerpo. Vino ‘e güelta y me dijo que sentía una molestia n’el aujero ‘el culo y que por favor se lo viera, ya que su china, la Rudecinda, l’izo asco a la coza. No tuve máj rimedio que azerlo agachar y mirárzelo.
—Paizano, ¡usté ‘ta embarazao!, le dije.
— ¡No puede zer, Ño Antenor!
— ¡Y le digo más! ‘ta por tener cría en cualquier momento!
— ¡Nooo!
— ¡Zííí! -Le retruqué.
— ¿Y cómo se dio cuenta, Ño Antenor?
— ¡Porque el gurí yastá espiando con un ojo pa’ juera el culo!
— ¿Y cómo lo sabe?
—Porque lo veo al ojo, pué!
No pude más y largué la carcajada. El pobre Antenor se la aguantó a pie firme

Estoy seguro que, en aquel momento, el gaucho metido a curandero, habría deseado estar en Entre Ríos a pesar de las persecuciones de la partida policial y del juez de Paz.
Recordé que la semana anterior había encontrado a un arriero del tuerto Sofanor Rueda en la casa Ortopédica preguntando el precio de un ojo de vidrio.
–¡Mire, vea, digamé! - siguió el Antenor- ¡Coza ‘e mandinga!, el paizano embarazao me contó que cuando andaba n’el arreo, una noche durmieron varios n’el mismo rancho! y pa’ colmo de males, ante de dormir, había dejao el ojo nuevo dentro d’un jarro con agua y, ¡bendito zean los cuizes!, al otro día no había ni ojo ni agua!
— Deziguro, ¡algún duende malino ze lo abia robao y pa’ joderlo, se tomó el agua! – Sentenció el pobre gaucho curandero…

NORBERTO PANNONE, poeta y escritor argentino

La lengua empleada no se refiere al tono burlesco que sugiere, sino a una costumbre gauchesca argentina totalmente justificada.
La lengua gauchesca es una construcción literaria, basada en la variedad rural rioplatense, a partir de la cual autores cultos elaboraron un vocabulario inicial hasta la formación de una variedad lingüística estandarizada y plasmada en una síntesis de rasgos que venían siendo manifestados desde antaño en la región.


EL ESPEJO MÁGICO - César Tamborini Duca, León, España










EL ESPEJO MÁGICO

(cuento infantil)

En una época ya muy lejana de cuyos años no quiero acordarme para no descubrir la edad de mis hijas –que como buenas féminas tal vez no quieran se deduzca- escribí para leerles a ellas por las noches este cuentito. Hoy, pasados los años, deseo que mis nietitos lo escuchen por la noche, contado por sus papis. Pero también se los ofrezco a mis familiares y amigos para que lo cuenten, según el caso, a hijos o nietos pequeñitos, los reyes de la casa. A la niñez, que es lo más maravilloso de la vida, pues como decía una vieja canción: “Dichoso el tiempo aquél de la niñez maravillosa / el mundo era un Eden en donde el bien reinaba / y lleno de ilusión era feliz el corazón”
-Papito, papito, ¿qué me trajiste?- preguntaron al unísono Verónica y Andrea al verme llegar con un gran paquete.
-Es un espejo. Un espejo mágico- les respondí.
Las dos vinieron corriendo a mi encuentro con los brazos tendidos para que las levantara y besara. A continuación, con sus manitas de 3 años Verónica y año y medio Andrea, intentaron deshacer el envoltorio.
-No puedo, papá- dijo Verónica.
-Papá- acompañó Andrea recalcando las sílabas.
-Bueno, está bien, yo lo abriré. Acá está ¿ven?, es un bonito espejo. Mírense.
Una y otra daban vueltas alrededor del espejo, con coquetería.
-¡Qué lindo!- exclamó Verónica; -¿lo compraste para mí?
-Es para las dos. Es un espejo mágico. Por las noches, juntos los cuatro con mamá, nos miraremos al espejo y emprenderemos largos viajes a lugares de maravilla.
-¿Vamos a Villa Gesell?- me interrumpió Verónica. Yo reí de su ocurrencia.
-No hijita- le respondí; -a Villa Gesell iremos durante las vacaciones. En cambio, con este espejo, podremos viajar todas las noches, antes de dormirnos, a lugares inesperados, de ensueño.
-Yo quiero ir- dijo Verónica.
-Nena, nena- decía Andrea señalándose la pancita con ambas manos
-Ahora vamos a cenar, y después de la cena viajaremos.

* * *

-Ya estamos preparados, no necesitamos valijas. Mamá se sienta allá, papá acá, y ustedes dos, una de cada lado de mamá y papá. Todos frente al espejo. ¿Ya está?
-Sí papito- respondió Verónica.
-Bueno, cuando yo descubra el espejo, nos miraremos en él todos juntos y entonces lo atravesaremos como si fuese una puerta al universo y podremos dirigirnos en muchísimas direcciones, un poco a la izquierda, más al centro, o a la derecha, más arriba o más abajo.
Según la dirección que tomemos, llegaremos al país de hermosos pájaros cantores, de plumaje multicolor y sedoso, que construyen sus nidos en árboles bajitos porque nadie los molesta. Si llegamos antes de la medianoche tendremos oportunidad de escuchar la orquesta más maravillosa que puedan imaginar, componiendo dulces melodías con trinos armoniosos y suaves en un principio, para luego, sin perder el encanto de la armonía, llegar a las notas más estridentes de la escala en un crescendo vigoroso que nos emocionará; llegado a este punto, paulatinamente se irán suavizando las notas hasta lograr los acordes iniciales. Todo será seguido con atención por los pajaritos-espectadores los que, en determinado momento, se sumarán al conjunto como si fuesen el coro de la orquesta. Cuando termine el concierto, todos los pájaros irán ordenadamente a sus niditos y nosotros deberemos emprender el regreso a casita para no molestar su sueño. Es mejor si nos quitamos los zapatitos para no hacer ruido al caminar.
Si en cambio tomamos esta otra dirección, nuestros pasos nos llevarán al paraíso de las flores.
-¿Hay muchas florcitas?- me interrumpió Verónica.
-…cita,…cita- dijo encantadoramente Andrea.
-Muchas y hermosas flores; sus pétalos enormes, mojados con lágrimas de risa, forman arcos-iris que se extienden de unas flores a otras, constituyendo senderos transitados por incansables picaflores. Sus tallos, finos y flexibles, se mecen acompasadamente por efecto de una suave brisa. Si las observamos en conjunto, veremos el ballet más fantástico que ojo alguno pueda imaginar. Al finalizar este ballet, sacuden de sus pétalos las gotas-lágrimas-de-risa y desaparecen los senderos de arcos-iris; pliegan sus pétalos y se cubren con los sépalos del cáliz. Cuando inclinan sus cabecitas, es porque están dormidas y debemos regresar, en puntas de pie para no despertarlas. ¿Les gustan estos viajes?
-Sí, ¿adónde vamos ahora? ¡Qué lindo espejo!
-Ahora emprenderemos viaje a un mundo de fantasía. Como tenemos que recorrer un largo camino, preparé estas cometas de papel, una para cada uno. Agárrense fuerte porque son muy veloces y vuelan muy alto. El espejo ya está bien ubicado. Cuando mamá apague la luz lo atravesaremos con nuestras cometas. Ya está, Presten atención con qué facilidad nos deslizamos, y qué andar suave. Estamos atravesando las nubes, ¿ven? ¡Parecen capullos de algodón! Miren cómo se prenden y apagan las lucecitas del cielo, las estrellas. ¡Y qué grande se ve la luna! Allá a lo lejos, en la línea del horizonte, ese resplandor rojizo es del sol. Es el sol nocturno, del animado mundo de la noche de los duendes y las hadas que les permite ver en la oscuridad; como vemos nosotros ahora, gracias al espejo mágico que inundó de luciérnagas nuestro sendero.
¿Ven esa enorme montaña a nuestra derecha? Desde aquí parece un enorme cucurucho de chocolate, con crema en la punta. Vamos a acercarnos. Ahora alcanzamos a divisar una casita blanca de tejas rojas. Ese humo que sale por la chimenea nos indica que sus moradores están despiertos. Se ve luz a través de las ventanas. Miremos. ¡Oh, qué sorpresa más agradable! ¿Saben lo que estoy viendo?
-¿Qué?
-Muñecos, muchos muñecos. Muñecos de trapo rellenos de alpiste, aserrín y estopa; muñecos de madera con brillosas bisagras en sus articulaciones y zapatones de lana para evitar el tac-tac de sus pisadas resecas; muñecos de barro cocido; muñecos de porcelana; muñecos de paja. Miren sus vestidos qué cuidados, pues, aunque remendados algunos y lujosos los otros, todos denotan prolijidad. ¡Y qué colores! Si parecen vestidos con los arcos-iris formados por las gotas-lágrimas-de-risa del país de las flores. En este momento, están todos sentados, quietitos, a lo largo de una enorme mesa, con tazones humeantes. Por el aroma, debe ser una infusión muy rica; además, todos la beben de muy buena gana. Ahora se levantan todos al mismo tiempo, y se dirige cada uno a una puertita de ese enorme ropero.
¡Ellos también tienen cometas de papel! ¡Miren! ¡Cada uno saca su cometa del ropero! ¿A dónde irán? ¿Los seguimos con nuestras cometas?
-Sí, sí- contestaron Andrea y Verónica.
-Pues entonces, vamos detrás de ellos. ¡Cuántas cabriolas! ¡Cuántas marchas y contramarchas! Y ¡Cómo se divierten los muñecos con sus travesuras en el aire! Se enfrentan varios a toda velocidad y, cuando parecen próximos a chocar, se desvían unos hacia un lado, otros hacia otro, en todas direcciones, conformando hermosos fuegos de artificio. ¡Qué maravilla! Creo que ahora van a jugar a las escondidas. Sí, y se esconden detrás de las estrellas, pero las estrellas se corren y los dejan al descubierto. Entonces los muñecos las atan a sus cometas con hilos de luz, para mantenerlas fijas.
Esa estrella parece que se enojó, porque se aleja a toda velocidad; tan rápidamente, que en pocos segundos desaparece de nuestra vista. ¡Qué susto se llevó el muñeco que la mantenía atada! ¡Le faltó poco para caerse de la cometa! Menos mal que pudo deshacer a tiempo el hilo de luz. ¡Cómo se rieron los otros muñecos! Pero, por las dudas, todos desataron sus cometas y se alejaron, comentando entre ellos lo sucedido. Escuchen, uno de los más traviesos está preguntado a qué juegan ahora. ¡A la Ronda de San Miguel!, responden todos, como si estuviesen de acuerdo. ¡Qué ronda más extensa! Ocupan casi todo el cielo. Parece la Vía Láctea de los muñecos. ¡Cómo se divierten! Después de tanto corretear, se los ve un poco cansados. ¿Qué hacen ahora? ¡Ah! ¡Están cantando el arrorró a los muñecos más pequeños! ¡Oiganlos!: Arrorró mis niñas / arrorró mi sol / arrorró tesoros / de mi corazón.

Chist, mamá, no prendas la luz. Las nenas se durmieron.



CÉSAR TAMBORINI DUCA, León, España

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

Académico Correspondiente para León
Academia Porteña del Lunfardo

Este cuento fue finalista en un concurso organizado por una radio de Argentina, en la cual fue leído. Hace muuuuuchos años. (30 septiembre, 2012)

YO LE ESCRIBO - Guillermo Fernández del Carpio, Arequipa, Perú

 










YO LE ESCRIBO



Yo le escribo a la vida, porque tengo deuda con ella,
también le escribo al tiempo porque a él le debo cada
momento.
Le escribo con privilegio a todo ser que tiene amor y dolor,
porque merece el más bello de los versos.

Aunque yo escriba, prosa y verso con toda imperfección.

Yo le escribo al Creador, descifrando
en casi nada, el Génesis y el Apocalipsis,
la misericordia y la parábola, en el Antiguo y Nuevo
Testamento.
Eso intento, con lo que Tú Creador, a mi alma cada día le
dices.

Aunque yo siga escribiendo, prosa y verso con toda
imperfección.

Escribo de lo que vivo y he vivido;
pero mi prosa y verso, tienen el silencio definido de lo que
viviré.
En la poquedad de mi narrativa y lírica escrita,
está la felicidad: aquélla, que luego conoceré.
Y solamente sé, que he escrito hasta hoy prosa y verso, con
toda imperfección.

Le escribo a las estrellas que tengo en mi vida.
Por el día escribo frases a un mundo que ya no gira,
más tarde, le escribo al rostro del tiempo, que me mira.
Hay como yo, millones de seres, que también tienen deuda
con la vida.

Te seguiré vida, osadamente escribiendo, con alegría y con
toda imperfección.


GUILLERMO FERNÁNDEZ DEL CARPIO, Arequipa, Perú

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


UN ÁNGEL -Antonio Las Heras, Buenos Aires, Argentina

 

















UN ÁNGEL


Es un ángel creado por Botticelli.

Es un ángel que se traslada del pincel de Botticelli
hasta la rama más gruesa del árbol caído,
donde se mantiene apoyado, expectante.
Lánguida es su figura sutil y sensible.

Es un ángel pintado por Botticelli mirando…
Ojos melancólicos que evocan distancias.

Es un ángel misterioso, pleno de sabiduría.

Su piel se extiende desde el lienzo hasta cubrir mi alma.



ANTONIO LAS HERAS, Buenos Aires, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA

EXTRAÑO AMOR POR UN NEGRO FRANCÉS - Mónica Gómez, Santiago, Chile

 












EXTRAÑO AMOR POR UN NEGRO FRANCÉS                                                                                                                                                                                  

PRIMERA PARTE

Ni siquiera la infusión de gálbula para anular el veneno lograba matar el amor de la escritora por el negro francés.

Lo había intentado todo.

Humillar su belleza comparándola con la imagen de una máscara de oro.

Deshacer el hechizo de su eterna presencia, aún en los momentos de ausencia, pronunciando la palabra mágica Kaulakau, llave universal de las puertas del cielo.

Hasta, repetir en sentido inverso tres veces su nombre, para hacerlo desaparecer de todo lugar en la tierra, el alma y el pensamiento.

Pero nada.

Se habían conocido en la casa de antigüedades de Leopoldo Vial Jones, en el tercer remate de la temporada de invierno.

¡Premiêre partiè et contre partiè perfecto! –Pensó la mujer– admirando el hermoso cuerpo negro en el cual el blanco semejaba una armonía similar y contrastante.

Él en cambio no la vio, con dificultad la logró confundir con una clepsidra, escasísimo reloj de agua, antiguo, transparente y puro, que podría reflejarle su imagen.

SEGUNDA PARTE

El segundo encuentro había sido en el mismo lugar.

Aunque esta vez a solas, sin público que entorpeciera las miradas, la escritora impúdica lo miró fijamente, ofreciéndole todo, absolutamente todo, lo que quisiera, cualquier cosa.                         

Él, feral, le pidió su imaginación.

La mujer se retiró del lugar pensativa, su imaginación era lo único que realmente poseía, su más preciado tesoro.

Y la escritora se sintió perdida, tanto, que llegó a pensar que el error había sido (al parecer) la obnubilación de pensamiento que tuvo al enamorarse cuando lo vio por primera vez, sin entender que era un imposible, un absurdo en su esencia misma, no un amor sino una idea del amor propia de una imaginación idealista (la influencia de Kandinsky y el alma de todas las cosas sería siempre su perdición) ahora ante esta solicitud –pensó- debía tener cuidado.

A él en cambio, sólo el hecho de haberla hecho dudar lo dejó satisfecho.

La crueldad era algo que le producía hondo placer, su larga vida se fundamentaba en esta implacable acción y la muerte prematura de jóvenes enebros.

A los nueve días la escritora regresó.

Él impasible…esperaba.

La mujer traía una propuesta, la había pensado muy cuidadosamente, sabía que no podía cometer errores.

Le ofrecía la inmortalidad, ejercer su reconocido arte e inmortalizarlo en una historia que lo reflejara con iridiscencia de nácar, opacidad veteada de carey y majestuosidad de bronce.

Indudablemente la propuesta era interesante y habría sido la adecuada si él no hubiese sido legítimo.

Ella no sabía (jamás podría haber imaginado encontrar uno verdadero tan lejos de su lugar de origen) la inmortalidad era algo que él tenía por derecho propio desde hacía años, muchos años.

TERCERA PARTE

Él se sintió ganador desde un principio. No podía ser de otra manera, tenía a su favor una gran experiencia de vida, enormemente mayor que la de ella.

Con el propósito de provocar aún más la confusión de la escritora, decidió por unas horas, unicamente unas horas –la idea que fuera definitivo lo sacaba de quicio- abandonar su egoísmo de artista, de obra de arte viviente y convertirse en ser humano.

La noche, la verdadera noche, solamente tenía unas cuantas horas, entre la medianoche y las tres de la madrugada, tiempo suficiente para visitarla.

El espacio del sueño, segunda oscuridad, sería el lugar donde podría actuar.

Así, y sin dificultad entró lentamente en el sueño de la mujer que en esos momentos, como desde hacía nueve noches, soñaba con él.

No lo sorprendió verla desnuda, le pareció que siempre la había visto así.

Ella se movió inquieta al sentirlo en este sueño más cerca de lo acostumbrado y palpar una textura diferente, menos fría y más suave al tacto.

Le recorrió el cuerpo subiendo sus manos hasta encontrarse con una boca que la desconcertó y que acarició primero con sus dedos y luego con la lengua, sintiendo un vértigo que la arrastró hacia un lugar donde únicamente era una hembra sin otro deseo que ese hombre oscuro que entraba en sus sueños.

Él, sabedor de sus deseos más íntimos, de sus sueños, la acarició sabiamente, lamiendo sus pezones.

Rendida, Loreto lo reconoció en el dulce aroma de enebro que había sentido cuando lo vio por primera vez y que entró por su garganta invadiéndola.

Toda ella era ya una parte de él.

Él tomó lo que por derecho le pertenecía, ella lo cobijó entre sus piernas, entregrandose...

Se amaron.

El secreto los unió.

CUARTA PARTE

“Efectivamente es un auténtico Boulle, llamado así por ser obra del reconocido ebanista francés Charles André Boulle, pintor, grabador y arquitecto, el más importante artista de su época quien vivió entre 1642 y 1732 y trabajó el bronce, carey y nácar sobre los paneles taraceados de sus muebles negros de madera de enebro enriqueciendo fastuosamente y convirtiéndolos en auténticas obras de arte” –dijo el anticuario a la escritora Loreto Lo.

- ¡Pero yo como amigo! –Aconsejó en voz baja- no te recomiendo comprarlo, se dicen muchas cosas sobre Boulle y su obra!

- ¡Una... que fue tal la pasión con la que este ebanista elaboró cada una de sus piezas, que –cuentan- todas tienen ese aliento vital que lo poseyó y que las hace casi humanas!

¡Existen algunas piezas impecables, cuyo lacado alcanza una perfección casi metálica, este negro acerado que te tiene seducida, por ejemplo! –concluyó el hombre.

EPÍLOGO

 Ha sido un largo, difícil y laborioso camino –dijo Loreto Lo al periodista que la entrevistaba por el éxito de su reciente novela “Extraño Amor por un Negro Francés” –mientras acariciaba sobre su hombro izquierdo el bellísimo tatuaje con reflejos de iridiscencia de nácar, opacidad veteada de carey y majestuosidad de bronce, regalo de un hombre oscuro que la visitó una noche en sus sueños con la intención de arrebatarle su mundo, el mundo de la imaginación, y que había perdido en este encuentro cuidadosamente urdido por ella, escritora onírica de principios de milenio quien sacrificaba todo por la creación.

     Todo.

      Incluso.

     Su más hermosa historia de amor.


MÓNICA GÓMEZ, Santiago, Chile

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

 

Mónica Gómez, poeta, narradora y agente cultural, hizo estudios de periodismo en la Universidad de Chile, comenzó en la literatura en el Taller del escritor argentino Humberto Costantini, participó del curso de cuento fantástico de Oscar Hahn y realizó su Diplomado en la Escuela de Escritores de la Sociedad de Escritores de México.

Información completa en

 www.Wilipedia.cl,

 moigomez.blospot.com y monicagomezc.wordpress.com


PÁJAROS - Adrián Néstor Escudero, Santa Fe, Argentina

 

PÁJAROS

A los que nunca dejarán de intentarlo...

En especial, a los escritores santafesinos: Académicos Argentinos de Letras, Dres. Gastón Gori, Jorge Taverna Irigoyen y Julio Luis Víttori; Profs. Lics. En Letras Miguel Ángel Zanelli, Lermo Rafael Balbi y Jorge Alberto Hernández; Escritores Edgardo A. Pesante y Ángel Balzarino: Señores de los Pájaros. In memoriam…

“En los brazos de la Poesía, el alma se eleva sin que las realidades la puedan encarcelar”

(Isabel Verdecia, Hialeah, FL, Estados Unidos, 2014).

 

Plano por plano. Pieza por pieza. Piso por piso. Cueva por cueva. Nicho por nicho. Nido por nido. Y he ahí un nuevo, flamante rompecabezas urbano recortando el tiempo y el espacio. Oficio por oficio. Herramienta por herramienta. Eran como pájaros aquellos seres de alas invisibles trepados solazmente a los andamios celestiales...

   Y preparaban, en las extremas nubes de argamasa, la torre de agua de otra delgada y cristalina esfinge o templo pagano floreciendo en el vientre ciudadano de esta oxidada Babel contemporánea: hablo de ella, de mi santafesina (argentina) ciudad de la Vera Cruz, a la sazón ya sin fe y ya sin cruz...

   Templo donde ellos no sabían –ni querrían saber- sobre su suerte de tórtolas y pichones para el holocausto que, ocultos sacerdotes obispales de escritorio, mitra, báculo, casulla, manípulo, dalmática, tunicela, estola, alba, cíngulo y sandalias de astutos comerciantes letrados, urdían a diario con su vidas a modo de impiadosa ofrenda, desalmado sacrificio y rendido tributo -a cualquier costo- en honor al más “poderoso caballero” de este mundo: Don (su dios) dinero.

   A unos cincuenta metros de mi oficina, por sobre el tráfico y la indiferencia absoluta de mis pares, aquellos pájaros humanos construían nidos de cemento, acero y plástico reforzado, como nidos de lujo para otros pájaros humanos... Ah, si éstos supieran el precio al que ellos debían sujetarse para...

   Yo los miraba, absorto y demudado, admirándolos en sus vuelos de correas endebles y gastadas, en su pura valentía de equilibristas del aire con urgido ánimo de supervivencia –“porque de algo hay que vivir, y no le tengo asco a las alturas”-, y me preguntaba, cuánto alpiste comerían por su trabajo de navegantes aéreos. De controladores aéreos. De cosmonautas vernáculos sin escafandra... Cuánto alpiste arrojarían sus dueños -aquellos avaros y engordados (para el Apocalipsis) patrones de las bellas arquitecturas que sólo “ellos” moldeaban y modelaban con la sencilla sabiduría del oficio idóneo- a esas bocas hambrientas y chillonas... Cuánto alpiste darían -aquellos avaros propietarios de la empresa inmobiliaria que administraría las rentas del futuro edificio en torre “Campanario 100”-, a esas bocas cantoras y desdentadas por el viento y el sol, como efímero premio a la audacia y pericia de su cabalgadura a destajo por sobre las riesgosas rutinas de intemperie en las que  moraban como horneros deportados, pero siempre llenos de orgullo, sin embargo, como pájaros, porque lo importante era ser “eso”, pájaro, y volar, saber volar y vol...

   De pronto, el chirrido de los frenos de un automóvil justo en la esquina donde emergía el gigante constructivo, me desvió la mirada. Pero no más para volver a levantarla y presenciar, yo también, lo que sería el último vuelo, absurdo y desaforado, de uno de aquellos precoces –casi un niño por lo joven que parecía- pájaros sin módulo espacial, obnubilados por la falta de oxígeno, o el exceso de confianza en su pericia, o el fallo de un material de seguridad, o el pensamiento extraviado en las paredes a medio levantar de su casulla del Barrio La Lona -porque hoy es día de cobro de quincena-, y el descuido fatal o el golpe artero y sin aviso de una polea tonta y torpe en la cabeza vanamente enroscada ahora en un cuello roto, giratorio y mortalmente desgajado de aquel cuerpecito histriónico aunque inanimado...

   Entonces, sucedió.

   Y niego que todo fuera producto de la imaginación; de mi imaginación, o, mejor, de la indignación que había venido acumulando mientras comparaba la responsabilidad y destreza que ameritaba semejante oficio con el de otras profesiones quizás -como la mía- más cómodas, burocráticas, climatizadas y un tanto vanas –por la corrupción institucionalizada-, y la miserable ración de alpiste con la que esos pobres pájaros eran motivados a jugarse la vida en cada asiento de ladrillo que plantaban sobre aquel muro voraz que crecía y crecía, veloz, sin detenerse jamás...

   Niego eso y afirmo con certeza que, por un lado, una lustrosa bandada de golondrinas  turistas –abanicando el verano que ya se despedía de la ciudad-, y, por otro, una bandada de chijíes de pechos fundidos como en oro y plata, antes de que el plumaje pálido de su congénere fuera parte del sangriento guiñapo de un títere aplastado contra el insensible pavimento de concreto asfáltico -como una granada de carne y huesos-, lo alzó en precipitado auxilio, elevándolo hacia el más allá de los allá, sin relieves ni repliegues, sin molduras ni arabescos, sin pórticos ni galerías, sin impostas ni rosetones, sin pilares ni contrafuertes, sin columnas ni parapetos, sin escaleras ni ascensores, sin bóvedas ni subsuelos, sin puertas ni candados, sin ventanas ni antepechos, sin cañerías ni conductos, sin puentes ni cables, sin techos ni alfombras, sin tejas ni chimeneas, sin terrazas ni baldosas, sin aleros ni cobertizos, sin rejas ni barrotes, sin celosías ni listones, sin claraboyas ni buhardillas…, en un abierto, rasante y plano y recto cortejo como de ángeles luminosos que se fundieron en el crepúsculo de aquel atardecer inolvidable, mientras entonaban silbando como el viento del sur: “Sólo el verdadero amor tiene el poder de dulcificar nuestras amarguras y poetizar nuestras miserias…" Plano por plano. Pieza por pieza. Piso por piso. Cueva por cueva. Nicho por nicho. Nido por nido. Oficio por oficio. Herramientas por herramienta. Fue así, créame. Ninguno de los otros encontró sus plumas derrapadas, ni en la vereda ni en la calle contigua donde yo lo viera flotar y volar, como un pájaro con otros pájaros en un vuelo de especie que se perdió, como pájaro, hacia el reino de los pájaros... Justo el día en que debía recibir su apretada ración de alpiste.-


ADRIÁN NÉSTOR ESCUDERO, Santa Fe, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA



 

 

 

 

 

 

 

 


sábado, 23 de septiembre de 2023

LAS CEIBAS ME HICIERON FELIZ - Gloria Nistal, España

 












LAS CEIBAS ME HICIERON FELIZ



Nunca después lo he sido tanto.
Acércate a su tronco,
Escucha sus ramas,
Te hablarán de mí,
De mi alegría incontestable.

De Yucatán a Brasil
Conectando el trópico
Por tus raíces
Me regalaste en África
El placer de ser y estar,
De reír entre tus pliegues gigantes.

Acogedora
Ceiba infinita,
Árbol sagrado,
Divino símbolo de vida,
Enriqueciste la mía
En mil tardes de deseos cumplidos.

Ceiba, lugar del gozo.



GLORIA NISTAL, España

LEER DE ARRIBA HACIA ABAJO; DESPUÉS, DE ABAJO HACIA ARRIBA – Anónimo

 



 








LEER DE ARRIBA HACIA ABAJO; DESPUÉS, DE ABAJO HACIA ARRIBA

                                                                                                                                              

>En nuestro partido político cumplimos con lo que prometemos.

>Solo los necios pueden creer que

>no lucharemos contra la corrupción.

>Porque si hay algo seguro para nosotros es que

>Ia honestidad y la transparencia son fundamentales

>para alcanzar nuestros ideales

>Demostraremos que es una gran estupidez creer que

>Las mafias seguirán formando parte del gobierno como en otros tiempos 

>Aseguramos sin resquicio de duda que

>Ia justicia social será el fin principal de nuestro accionar.

>Pese a eso, todavía hay idiotas que fantasean -o añoran- que

>se pueda seguir gobernando con las mañas de la vieja política. 

>Cuando asumamos el poder, haremos lo imposible para que

>se acaben las jubilaciones de privilegio y los negociados.

>No permitiremos de ningún modo que

>nuestros niños mueran de hambre.

>Cumpliremos nuestros propósitos, aunque

>Ios recursos económicos se hayan agotado

>Ejerceremos el poder hasta que

>Comprendan desde ahora que

>Somos la nueva política.


ANÓNIMO