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sábado, 24 de septiembre de 2022

Rumores, Luis Alposta, Buenos Aires, Argentina


 

LUIS ALPOSTA, poeta y escritor argentino

MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA

Carmen XXI, Carlos Penelas, Buenos Aires, Argentina

 






Carmen XXI



Ordéname este sueño, dulce Clodia,
pues tu inconstancia y tu desdén
aniquilan el deseo del lecho.
Debo confesar que hasta aquí llegamos.
He amado tus vestidos en silencio.
He besado tu desnudez como nadie.
En tu cabellera y en tus ojos, la noche
conquistó las faustas estrellas,
nombres que secretamente
confesamos al oído.
Pero ahora, debo tomar la nave
que me lleva a otra playa distante.
Y no quieres venir.
El engaño o la inconstancia
no son para los amantes que despliegan
la sorda tempestad de lo eterno.
Ni para el poeta que eleva su copa
protegiendo la rosa y los jardines.

 

©Carlos Penelas, poeta y escritor argentino

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


Postrera invocación, WALT WHITMAN, EE.UU, (En el espacio de los Maestros)

 







Postrera invocación


Al fin, dulcemente,
dejando los muros de la fuerte mansión almenada,
el duro cerco de las cerraduras, tan bien anudado;
la guardia de las puertas seguras,
sea yo liberado en los aires.

Con sigilo sabré deslizarme;
pon tu llave suave en la cerradura y, con un murmullo,
abre las puertas de par en par, ¡alma mía!

Dulcemente -sin prisa-
(carne mortal, ¡oh, qué fuerte es tu abrazo!
¡Oh amor! ¡Cuán estrechamente abrazado me tienes!)
 


WALT WHITMAN, EE.UU

31 de mayo de 1819, West Hills, Nueva York, Estados Unidos

26 de marzo de 1892, Camden, Nueva Jersey, Estados Unidos

Wihipedia


ATARDECER…, Antonio Las Heras, Buenos Aires, Argentina

 







ATARDECER…


Atardecer

En el reconfortante silencio del espíritu

que acrecienta el bienestar del alma

por derramar Verdadera Luz a todo el ámbito.


Atardecer

entretejido por brisas que mueven las aguas

tranquilas de ésta jornada aún de invierno

donde algunos calores ya prevalecen.

 

Atardecer

que preanuncia el viaje inacabable hacia los sueños

guiados por aquellos anhelos y deseos pergeñados

en cada día de ésta travesía que es la vida.

 

Atardecer

de claroscuros, dorados, grises confundidos, sin tinieblas,

con un Sol que entibia las ramas secas que se mecen

al compás de los pasos solitarios, de quien piensa.

 

Atardecer

abierto al encanto de caricias brotadas desde dentro

del más afilado sentimiento de inclusión del corazón

de aquellos que aguardan el arribo nocturno del encuentro.

 

ANTONIO LAS HERAS, poeta y escritor argentino

MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA


LA PRIMAVERA, Olga Hernández Osorio, Medellín, Colombia

 








LA PRIMAVERA 

 

Fresca primavera que despides al invierno 

renaces los plantíos, iluminas los caminos, 

tus aires son frescos y tus flores del eterno, 

todas luciendo sus colores, que son muy divinos. 

 

Los mares y los cielos ellos también festejan 

el manantial, el río, se llenan de belleza, 

los frescos arrayanes se abrazan y se besan, 

el arroyuelo más feliz se viste de pureza. 

 

Las montañas y los prados de verde tornasol, 

iluminan el horizonte, más claro, más sutil, 

aves amorosas en sus nidos con el sol, 

contigo primavera somos fuertes cual marfil. 

 

La primavera es elegante, muy gentil, 

alegra y regala felicidad, altivez, 

en meses diferentes sobre todo en abril, 

orna así, la naturaleza con mucha calidez. 

 

No te ausentes tan pronto, no abandones el jacal 

con tus aires veraniegos y tus gotas de rocío, 

como perlas frescas arrulla el manantial, 

quédate primavera, adornando mi plantío. 

Medellín octubre 12 de 2020

Olga Hernández Osorio, poeta y escritora colombiana

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA 


DESPUÉS DE LOS OJOS, Adrián Néstor Escudero, Santa Fe, Argentina

 



DESPUÉS DE LOS OJOS

 A los que escriben… Porque, según Virgilio, “cada uno va detrás del deseo que lo arrastra”

Al Maestro Ray D. Bradbury, en el Centenario de su nacimiento (22 de agosto de 1920). Con innegociable afecto admirativo. In memoriam.

 

 

Uno - Mientras las cabañas esperaban el amanecer, alguien, que había dejado una lámpara encendida, despertaba bruscamente…

   Don Esteban Fuentes movió la cabeza con parsimonia, deslizó una mirada de satisfacción hacia los prístinos albores que se filtraban por la ventana, y reclinó sus espaldas contra el apoyo de su atávico sillón. Mas el gozo que experimentaba no partía, indudablemente, de la cómoda postura que lo llevara a estirar las piernas por debajo del vetusto pero noble escritorio de roble con ocho cajones, todavía cubierto por esa sábana tenue y grisácea –cual barba de olvido- y a volcar en él sus puños –enormes, endurecidos y encallecidos por el esfuerzo- más allá en el sur, en el campo de las simientes…

   No, porque todo el sudor y la firmeza de su rostro duro y contagiado de sol, se había concentrado también, al igual que aquel súbito, gigantesco y maravilloso bienestar, en sus ojos…  

Dos - Y los ojos de don Esteban eran verdes y profundos. Y sonreían como unos cincuenta años atrás…

   Los ojos de don Esteban tenían el brillo de los dioses profanos que encienden su cuerpo ante la majestad del placer.

   Y no se movían.

   Simplemente, miraban… Sin soñar. Porque aquello que veía frente a sí no era un sueño. Podía tocarse, olerse…

   Pero don Esteban detenía la tercera idea. Era esa sensación que debía recorrer cada gramo de su, ahora, basto cuerpo. Cada poro de su ser debía respirarla. Esconderla en miles de burbujas espirituales, canalizarla hasta el cerebro, y luego retocarla, madurarla… Y entonces sí, frente al mágico instrumento…

   Aunque no fuera tiempo de gritarla. Debía quedarse un poco más adentro. Curando las mil muertes que acomodara en el estómago, en el hígado o en los riñones cuando ya el corazón estuvo repleto de frustraciones.

   Era fantástico mirar aquella cosa e imaginar todo lo que podría hacer con ella. Estaba ahí. Nadie podría arrancársela. Así que tendría todo el tiempo que quisiera robarse en una espera distinta a la que había experimentado durante esos años…

   Era hermoso también verse abandonado en mil mundos y en mil vidas propias y ajenas, inventando gentes y ciudades. Más ni siquiera quería ponerse a meditar sobre esto. Quería, sí, degustar antes aquella almibarada nebulosa de colores, entornos, contornos y aromas, que empezaba de a poco a hormiguear en su sangre y a crepitar en sus huesos.

   Ya no se sentía viejo. Y eso era importante.

   Empezaba a nacer.

Tres - Creo que ni el hecho de soplarse la nariz para espantar el resfrío de aquel aire níveo, pudo desubicarlo un instante siquiera.

   Don Esteban seguía con la vista fija en aquella cosa blanca e inerte, mezclado con los fantasmas y rumores que escondía…

   Pronto el sol avivaría aún más su conciencia ardiente. Mientras tanto, encerrada en la pequeña habitación marrón, casi desprovista de muebles y adornos, y acogida por la soñadora luz de la lámpara vieja del viejo pero noble escritorio, viviría la eternidad.

   Por su parte, los pequeños árboles seguirían recreando retoños de coníferas. Despacio, sin prisa… Con esa seguridad que daban las voluntariosas manos de los hombres del campo de las simientes.

   Y los ojos del mundo acabaron por volcarse hacia el secreto lugar. El lugar de La Fábrica, del minúsculo Reino de la Celulosa, lejos de las ciudades protegidas como almejas u ostras por aquellas campanas de vidrio antismog.

   Eran ojos cansados de mirar desiertos y bocas ceñidas de polvo, cemento y carburantes. Ojos cansados de no ser usados. Olvidados del color de las hojas del verano. Del color de las hojas del otoño. Del mórbido invierno. De la ansiada primavera.

   Porque los gigantes de aluminio no fomentan perfumes, ni tonalidades, ni pétalos como las flores. Apenas apantallan, con sus ventiletes electrónicos y sus equipos refrigerantes o calóricos, según el caso, el negado oxígeno eructado por las especies sobrevivientes al…

   … Pero había que olvidar todo eso. Olvidar lo pasado. Lo horrible del ayer debía enterrarse -como a un millón de ojos sin suerte- en lo grandioso del presente y en la esperanza del porvenir.

   La vida era más que un simple acto de respiración.   Y todos los comienzos son difíciles, recordó don Esteban. Éste también lo era. Pero dejaría de serlo. Aquella recortada, pulida, tersa y alba hoja de papel lo anunciaba…

   Y don Esteban seguiría con su mirada absorta hasta que el amanecer la enrojeciera de sueño y felicidad… Cerca de sus nuevos árboles. De sus fibras largas y gomosas. De esa pulpa madre misericordiosa y providente que moriría con libertad, con alegría, para que los hombres volvieran, como antaño y después de los ojos, a escribir…

 

ADRIAN NÉSTOR ESCUDERO, poeta y escritor argentino

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

[1] ADRIÁN N. ESCUDERO (Santa Fe, Argentina) – 21-04-1976. Texto ajustado el 31-12-2005. Su versión original integró el Libro (gráfico)  “LOS ÚLTIMOS DÍAS Y OTROS CUENTOS” - Ediciones Colmegna SA, Santa Fe (Argentina), págs. 15/18. Integra el Libro LOS ÚLTIMOS DÍAS (Y Otros Cuentos) – Formato ebook Editorial AVE VIAJERA S.A.S./AMAZON.COM  (Tiendas Kindle Store - https://www.amazon.com/dp/B07BZMFNYQ (Colección de Ficción Conjetural y Metafísica) - Abril 2018.-



  

 

 

 

 

 


COLIBRÍ, Favio Ceballos, Baigorria, Santa Fe, Argentina

 







COLIBRÍ

 

Tornasol contra el filo de la oscura

corola de la miel y del misterio.

Perfumas con tu alado ministerio

despierta a mi alma tu ala pura

Y me anima a creer; tu encarnadura

hecha de santo soplo que porfía.

Es tu Dios, este Aire  que confía

en tu sino sin par de extremo a extremo.

Hoy, por verte volar a nada temo

Me olvidé de quién fuí ...epifanía.

 

Favio Ceballos, poeta y escritor argentino

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


A CÉSAR VALLEJO, Marta C. Salvador, Argentina (Mar del Plata)

 






A CÉSAR VALLEJO

                                (15 de abril 1938)

 

Una voz agónica tiembla en el aire.

te has ido Vallejo

un 15 de abril…lejos de tu tierra.

“Heraldos negros” custodian

 rapsódicos versos, poemas…

Amanece.

un cóndor abre alas

sobre tierras peruvianas.

Presagia en heráldicas tinieblas

tu partida…

“Trilce”, soledad acosa al hombre

ya eres polvo, oro o plata.

Iluminas caminos poéticos.

Nostalgia algodonada,

extravío en las hebras de la noche.

Guardas en cofres

el pabilo escarchado del poema…

Ángel agrieta los espacios.

No hay atisbos.

Ni hendiduras.

Ni vagidos en los valles.

Hay un cáliz amarillo.

Aroma los cielos.

Carrillón anuncia música

versos eternos

en la mágica alborada.

Criban cantos

diversa coloratura.

Hay perfume de nardos y alucemas.

Esplendoroso ritual de oro

es tu recuerdo.

Ángel musical

custodia sin desgano las letras…

No se apartará de ti ese cáliz.

Humano recuerdo

hoy se evoca…


Marta C. Salvador, Argentina (Mar del Plata)

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


BÚSQUEDA, Hilda Augusta Schiavoni – Inriville, Córdoba.










BÚSQUEDA



El ciruelo del abuelo
abanicó sus hojas,
se movió como un polluelo
miró el cielo,
y soñó que era un pájaro,
que con alas esmeraldas,
surcaba el espacio.

Cuando las flores
se abrocharon en sus brazos,
perfumó su belleza,
cerró los ojos
y creyéndose mariposa
se abanicó con rumores
desde el amanecer al ocaso.

Luego la Natividad
resonó en el campanario
y él se supo el gran árbol
porque esferas rojigualdas
colgaban de sus manos,
mientras, una estrella curiosa
se reclinó sobre sus ramas.

Fue cuando reluciente y rechoncho
guareció bajo sus gajos
a la mesa puntillosa
iluminada por villancicos y
llena de regalos.

El invierno lo desnudó
y de pronto,
se miró de arriba  abajo,
soñó que era un hombre
y quedó desencantado
ya que no podía volar
ni fantasear porque
algo lo aprisionaba
muy abajo
como cuando las pasiones
atan a los humanos.

Entonces abrió los ojos
y supo que quería ser árbol.




Hilda Augusta Schiavoni
– Inriville, Córdoba. 

hildaaugustaschiavoni@nodosud.com.a 

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


EL VIENTO EN EL POSTIGO, BELKYS LARCHER DE TEJEDA, Coronda, Santa Fe

 











EL VIENTO EN EL POSTIGO

 

Metódico / el viento en el postigo.

Lastimero / el aullido de agosto

desflecando un vástago del sur

que va patinando / gélido /

                      en la sien de la tarde.

 

Vociferan / las sílabas. Las letras

destrozan los plurales de la Ausencia

que va dilatando / pérfida muchacha /

el meneante ondular

                       del papel / en la falda escrita.

 

Tengo una tímida conciencia

del vacío sillón / que interminablemente

se hamaca / barriendo las horas

ungiendo memorias y

desechando cáscaras de recuerdos.

 

                     Mi mano / te poemiza

 

BELKYS LARCHER DE TEJEDA, poeta y escritora argentina

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


sábado, 17 de septiembre de 2022

MAÑANA, AL ALBA, Victor Hugo, poeta y escritor francés, (EN EL ESPACIO DE LOS MAESTROS) 26 de febrero de 1802, Besanzón, Francia / 22 de mayo de 1885, París, Francia

 








MAÑANA, AL ALBA

 

Mañana, al alba, al tiempo que en los campos aclara,
partiré. Ya lo ves, yo sé que tú me esperas.
Caminaré los bosques, las montañas severas.
Ya no resisto el tiempo que de ti me separa.

Andaré, pensativo, puesta en ti la mirada,
sin oír lo que llama, sin ver lo que fulgura,
solo, oscuro, encorvado, con las manos cruzadas,
triste, y para mí el día será la noche oscura.

No miraré ni el oro que la tarde derrumba
ni las velas que al puerto van con lejano amor.
Y cuando haya llegado pondré sobre tu tumba
ramos verdes de acebo y de brezos en flor.

 

VICTOR HUGOVictor Marie Hugo —​poeta y escritor francés 

26 de febrero de 1802, Besanzón, Francia / 22 de mayo de 1885, París, Francia


AQUELLO QUE AMO, Guillermo Fernández del Carpio, Arequipa, Perú

 





AQUELLO QUE AMO


Yo amo el fulgor de las estrellas, el enigma del universo y la forma de la luna,

porque al mirar con mi nostalgia cada una, reafirmo la existencia de un más allá.

Yo amo la belleza de un verso de cualquier lírico, que suscita en mí la escritura de otro 

verso, pues de esa forma mi nostalgia se disipa al mirar la luna.

 

Yo amo el saber que nunca llegaré del todo a conocer.

Pues hay un cosmos de sabiduría, que lo mejor que puedo hacer es leer cada día.

Yo amo desde mi infancia, la buena prosa y las historias posibles, pues sin ellas, no sería

 lo que pobremente he sido y soy.

 

Yo amo las cosas sencillas, los atardeceres como las noches que me son infinitas.

Amo también los lugares en donde viví, porque en ellos ha quedado algo de mí.

Yo amo el universo, lo veo todas las noches,

porque me recuerdan la fibra del pasado y lo todo lo que hoy amo.

 

Yo amo la esperanza del mañana,

aunque sé que los latidos de mi corazón están sufriendo.

Amar es hacer del otro uno mismo,

es esbozar, por vez primera en un niño pobre una sonrisa.

 

Amar es sufrir, sufrir, sufrir…, de ello se aprende a vivir.

El amor es el verbo y verso, más hermoso que pueda existir.

 

Yo amo el silencio, porque en ese instante en mi vida pienso.

El silencio es el atardecer que tiene mi alma.

Yo amo el mañana de la esperanza, donde allí Dios descansa.

Y hoy ya sé, que me queda muy poco por seguir viviendo.


Guillermo Fernández del Carpio, poeta y escritor peruano

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA