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domingo, 25 de agosto de 2019

EN ESTA HORA, Luis Alposta, Buenos Aires, Argentina



















EN ESTA HORA

Cierro las puertas de par en par
y abro herméticamente las ventanas
con puntual sin horario
lejos de todo encuentro
y de memorias rotas
lejos de permanencias
de rutinas y olvidos
lejos de las palabras
del silencio
de la risa y del llanto
lejos de aquí y de todos
lejos en este día 
en esta hora
cierro las puertas
y abro herméticamente las ventanas.
con puntual sin horario.

©LUIS ALPOSTA, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA





Herbert Spencer y el anarquista Borges, Roberto Alifano, Buenos Aires, Argentina

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TRIBUNA

Herbert Spencer y el anarquista Borges
Herbert Spencer, el padre del anarquismo individualista, leyó en su momento con entusiasmo juvenil la sociología positivista de Auguste Comte y, muy en coincidencia con Darwin, Lamarck y Russell, fue el otro gran filósofo de la ciencia. Postuló una teoría de la evolución cultural, en la que desarrolla la tesis de que “la sociedad progresa por una ley de tres estados” (el teológico, o ficticio; el metafísico, o abstracto y el científico, o positivo). Luego justificó esos ensayos, estudiando con cautela el desarrollo de una biología sujeta a tales principios. Sin embargo, Spencer rechazó lo que consideraba el aspecto ideológico del positivismo de Comte; su visión, esencialmente filosófica, estaba formada por una combinación de deísmo y positivismo, y su intento era reformular las ciencias sociales en términos de su principio de la evolución, que se aplica fundamentalmente a los aspectos biológicos, psicológicos y sociológicos del universo. En su famoso libro, The Man versus the State(El hombre frente al Estado), desarrolló con amplitud su teoría, definitivamente anarquista, aunque opuesta a los propósitos políticos de Pierre-Joseph Proudhon y Piotr Kropotkin, que postulaban un camino de violencia.
Dada la primacía en que Spencer colocaba a la evolución, su sociología podría describirse como la de un darwinista social (aunque estrictamente hablando él era un fervoroso partidario de Jean-Baptiste Lamarck, que en algunos aspectos se oponía a los principios de Charles Darwin). A pesar de la popularidad de este punto de vista, una descripción de la sociología de Spencer como tal, puede resultar menos fidedigna que contradictoria. No obstante, sus escritos políticos y éticos referían temas consistentes con el darwinismo social. Estas reflexiones, curiosamente, no están registradas en sus trabajos sociológicos (también cercanos a Henry David Thoreau y a Max Stirner), que se centran sobre todo en la construcción de una teoría basada en los procesos de crecimiento social y su diferenciación con las variables de complejidad entre las diversas formas de organización de una comunidad.​
Desde un punto puramente conceptual, su conclusión lo llevaba a afirmar que una sociedad es un organismo con vida propia que crece y, mientras más crece, sus funciones se multiplican a la vez que se diferencian entre sí. Algo similar, observa, se da en la intercomunicación de sus elementos que se especifican cada vez más. Aunque no son enteramente iguales, pues mientras el organismo forma “un todo concreto”, la sociedad forma “un todo discreto”, permitiendo en su desarrollo cierta libertad. Es así que en los primeros conceptos aparece la conciencia concentrada; en oposición a la sociedad, que difunde su conciencia en todo el cuerpo sobre el que se expresa.
Bajo este postulado, Spencer desarrolló una concepción omnímoda de la evolución como desarrollo progresivo del mundo físico, cuyos organismos biológicos; es decir, la cultura humana y las sociedades, están sometidas a este teorema. Probablemente contradictorio en este particular, Spencer llegó a desarrollar buena parte de su obra como “un exponente entusiasta de la evolución”, e incluso llegó a escribir acerca de estos postulados antes de que lo hiciera el propio Darwin.​ Como buen polímata, en la senda de un Leonardo De Vinci, podemos decir que el contundente Spencer abarcó una amplia gama de temas, incluyendo la ética, la religión, la antropología, la economía, la teoría política, la filosofía, la literatura, la astronomía, la biología, la sociología y la psicología. Fue así que durante su activa vida alcanzó una notable autoridad; sobre todo en el ámbito académico de habla inglesa. Agreguemos que en un espacio similar, durante el siglo XX, el otro filósofo inglés en haber logrado tal popularidad generalizada fue Sir Bertrand Russell. Pero Herbert Spencer llegó a ser el intelectual europeo más famoso en las últimas décadas del siglo XIX; aunque, curiosamente, su influencia se redujo de manera drástica hacia principios de 1900. No obstante, en 1902, poco antes de su muerte, fue nominado para el Premio Nobel de Literatura.
Borges, que se consideraba un anarquista spenceriano nunca dejaba de referenciarlo cuando proclamaba ser su fiel seguidor. “Bueno, si hablamos en serio, yo me defino como un anarquista seguidor de Spencer, de los que aspiran a un máximo de individuo y a un mínimo de Estado”, le oí comentar; y agregar después que había oído quejarse a su padre, con un gesto de desencanto durante los años en que la familia vivió en Europa, que muy pocos leían al talentoso Spencer.​ Pero don Jorge Guillermo Borges, nunca dejó de recomendar esa lectura a su hijo. “La vida es dura e inexplicable”, contaba Jorge Luis, que reflexionó su padre cuando caminaban por la ciudad de Ginebra una tormentosa tarde de agosto con banderas desplegadas al viento, mientras un parsimonioso sacerdote caminaba delante de ellos. “Hijo mío, te pido que registres en tu cabeza muchas de las cosas que ahora mismo estamos viendo: como por ejemplo esas banderas que flamean o ese cura que atraviesa la calle; pues seguramente cuando tengas mi edad no existirán más. A larga, Spencer tendrá razón”. A decir verdad, Jorge Luis Borges no alcanzó a ver ese cambio que auguraba su padre. La vida no es tan dinámica y la evolución es más bien lenta.
Juntos, padre e hijo, celebraron no mucho después el advenimiento de la esperanzadora revolución rusa y las propuestas de Lenin, que postulaban una sociedad más justa e igualitaria. El muchacho, en su primera poesía publicada en Sevilla, celebra ese advenimiento con un tono entusiasta y hasta festivo, titulando a su libro Los Psalmos rojos. Luego, padre e hijo quedarían desencantados ante el avance del estalinismo, que culminó en una dictadura inclemente y asesina.
Ambos, padre e hijo, abrazarían definitivamente las muy pensadas teorías de Herbert Spencer; mejor conocido, quizá, por la expresión “supervivencia del más apto”, que acuñó en Principles of Biology, más o menos hacia mediados del siglo XIX (después de leer, claro, The origin of especies, de Charles Darwin), un término que sugiere fuertemente la selección natural; sin embargo, como lo hizo el propio Spencer, los Borges extenderían la evolución hacia los reinos de la ética, sin olvidar el uso pragmático de las teorías de Lamarck.
Jorge Luis Borges, nunca se apartaría de ese camino. Cuando alguien le preguntaba por su posición política, respondía con una ostensible nostalgia y gesto melancólico, que no eludía la leve sonrisa: “Soy, como también lo fue mi padre, siguiendo la teoría de Herbert Spencer, un anarquista individualista que postula un mínimo de Estado y un máximo de individuo”. Algo que todos esperamos aún. Escéptico siempre hasta el último suspiro, seguramente para escandalizar a amigos y enemigos, causa gracia que alguna vez Borges se afiliara al Partido Conservador. “Como una broma, por supuesto”.

©ROBERTO ALIFANO, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA






TÚ Y YO, Teresinka Pereira, Ottawa, Usa.

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TÚ Y YO


No estoy en ninguna parte.
Mírote y tampoco estás.
Hemos decidido
por la lejanía conveniente,
por la familia conveniente,
por el egoísmo
de los que nos aman
incondicionalmente.

Nos dejamos naufragar
por ahí en donde
nos van a encontrar
los que tienen el coraje
de llorar por nosotros,
y los que nunca
han sabido soportar
los momentos en que
realmente hemos sido
felices.

TU ED IO (TU E ME)
   
No sono da nessuna parte.
Guardo e nemmeno ci sei tu.
Abbiamo deciso
per la lontananza conveniente,
per la familia conveniente,
per l'egoismo
di coloro che ci amano
incondizionatamente.

Di lasciarci naufragare
nei posti dove
ci incontramo quelli
che hanno saputo
sopportare
in momenti nei quali
realmente siamo stati
felici.

©TERESINKA PEREIRA, poeta y escritora brasileña
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

Traduzione per Giuseppe Fillipone
...................

CANTO DE FE, Jerónimo Castillo, San Luis, Argentina

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CANTO DE FE

Para los hombres que vendrán,
para aquellos que aún no fueron,
para los futuros arquitectos
de un mundo idealizado,
para todos los que de algún modo
serán actores de una nueva humanidad,
para ellos va mi poema,
va mi canto de luces inmediatas,
va mi aliento esperanzado,
porque tengo la fe del idealista
y continúo creyendo en lo creíble,
aunque más en lo increíble,
hasta que alguno me demuestre
que estoy equivocado.

©JERÓNIMO CASTILLO, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


DÍA DEL NIÑO, LUZ SAMANEZ PAZ, Presidenta de ASOLAPO Internacional i de la Asociación de Literatura Andina Infantil i Juvenil (ALAIJ)























DÍA DEL NIÑO

LUZ SAMANEZ PAZ, Presidenta de ASOLAPO Internacional i de la Asociación de Literatura Andina Infantil i Juvenil (ALAIJ)

NIÑOS,
que están en la EDAD de los REDONDITOS
jugando en sus juegos eternos,
de su Mundo de Ensueños...

NIÑO,
acaso no estás soñando
con tu pelota de trapo,
tu alegre trencito
o tu trompo bailarín.

NIÑA,
acaso tú también sueñas
con tu muñeca de porcelana.
o tu casita de arena en la playa
o tu osito de chocolate.

NIÑOS,
con alma de gorrión
sus labios han besado,
la luz de las estrellas
i su voz supo,
del suave trinar del ave,
del perfume de las flores.

Porque,
las mariposas de su cuerpo
son la raíz de sus almas:
tiernas, puras i soñadoras.

©LUZ SAMANEZ PAZ, poeta y escritora peruana
PRESIDENTE DE ASOLAPO INTERNACIONAL
 

LA ETERNA, Favio Caballos, Baigorria, Santa Fe, Argentina

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LA ETERNA


       Surge tu voz en la noche
     Juega tu amor en el viento

     Aristeo Morales Galindo

Es la brisa que se inflama
Con tu voz dulce contento
Y por ella se hace viento
mi alma azul que te ama.

Compañera bella dama
Luna de mi firmamento
Has logrado ese portento...
florecer la seca rama.

Una vida se consume
en vano sin florecer.
Por tu querer resucito

mujer de suave perfume.
Hoy por ti vuelvo a nacer...
entré a tu cielo infinito.

©FAVIO CEBALLOS, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA  



AMANECE OTRA VEZ…, Antonio Las Heras, Buenos Aires, Argentina


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AMANECE OTRA VEZ…


Los amarillos trazados solares diluyen
el momento más oscuro de la noche
abriendo inesperados pensamientos
que llevan a otro lugares, a otros tiempos.

No es el anhelado amanecer junto a la amada
deseado, una, otra y otra vez, en esos días
cuando la adolescencia dando paso a la juventud
mostrara tantos senderos reales, e imaginados.

Tampoco el duro amanecer, rumbo al trabajo
cotidiano, para ganar el pan con sudor en la frente
cumpliendo el bíblico mandato de Jehová,
tal como fuera ordenado, hace milenios.

Hoy es el amanecer que se aguarda, reflexivo,
esperando esas maravillosas señales cósmicas
necesarias para dar certeza, a este humano,
que una nueva jornada le ha sido otorgada.

Amanece otra vez…

©ANTONIO LAS HERAS, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

sábado, 17 de agosto de 2019

EL NIÑO DEL MAR, Adián Néstor Escudero, Santa Fe de la Veracruz, Argentina















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EL NIÑO DEL MAR

A los Sueños

Especialmente, a los que, como mi padre José Manuel Agustín Escudero, jamás dejaron de intentarlo... Mi padre y amigo. Mi padre y maestro. Mi padre, pujante y servidor del Bien Común y de la Familia. Mi padre amable y consecuente lector e impulsor de mis letras, junto a mi madre, santa servidora de la Familia del Bien Común, Zulema Angélica González. In memoriam…

Y ahora, en particular, al siempre generoso y hospitalario amigo en las letras y hermao en la Fe y Humanidad: es consagrada escritor argentino, Prof. Norberto Pannone, Director Responsable de ASOLAPO-ARGENTINA; y, por su digno intermedio a todos los amantes irrenunciables del Mar y sus misterios…

…Más allá del tiempo y la distancia, de la tierra y del Cielo, llevados a gachas por el rumor cabalgante de sus aguas de sueños y realidades, y de sus archipiélagos de consuelo y serenidad… Abrazados al Maná de la Palabra desde ésta, mi ciudad colonial, constitucional, cultural, cervecera, lagunera y camalotal…

Adrián N. Escudero (Santa Fe de la Vera Cruz, Argentina) – Julio 2019
    Soy tan sólo un pequeño hipocampo de luces arracimadas sobre una montaña ondulada como olas de libros encrespados en mi Botica de Autor…
 El mar…
Desde las arenas penumbrosas de mi memoria vino aquel recuerdo.
   Quién sabe qué extraña brisa sopló sobre ella y, una tras otra, el polvo amarillento de los años rezumó las palabras por los intersticios del tiempo, anárquicas e inseguras –al principio-, ordenadas y sensibles –después-, hasta pergeñar mi imagen de niño solitario discurriendo sobre las arenas mansas –al principio, pero luego agitadas-, de otra realidad.
   Arenas de las playas del mar al que continuamente visitaba, como quien visita a su mejor amigo, pues el mar era mi amigo, y era sabio e inconmensurable como el fondo y matiz de las verdades que mi alma perseguía…
   “Había sido una larga búsqueda”, diría él.

   Hablo de mi padre.
   Pero el niño miraba al mar y el mar miraba al niño, y lo hacía con un millón de ojos de espuma, y el niño llamaba al mar y el mar llamaba al niño con otro millón de bocas chorreantes, y el niño saludaba al mar y el mar saludaba al niño con otro, y otro, y otro millón de olas de aplausos y chasquidos, y el mar comenzaba a cantar y hacía cantar al niño, y ambos esperaban la somnolienta oquedad de la noche para despedirse, el niño brotado de sal y de una humedad nueva y nutriente, y el mar humanizado, después de correr como los hombres, de hablar y cantar, de gritar y soñar como los hombres –pequeños-, como los niños de enero que descubren, ¡al fin!, que están vivos…
   Del polvo seco y acre de un vetusto cajón de escritorio de antaño, forjado en la madera misionera y olorosa del peteribí, brotó aquel recuerdo.
   Fue en aquel día que papá preguntó, grave pero amablemente: “Hijo, ¿a quién preferís? ¿A él o a mí?”.
   Y hubo de repetirlo tres o cuatro veces al menos, porque el mar, advertido acaso, fermentaba al unísono ecos de lluvias antiguas y cántaros de adobe que se rompían en mis oídos, ahogándolos en la dimensión de la nostalgia.
   Es que me había encontrado nuevamente –como tantas veces- feliz, mirando el mar, y sus aguas de toboganes elásticos sabían de mi alegría por él, y se movían ansiosas queriendo atraparme. Y yo me sentía hermoso y sublimado, con unas manos suaves y sacerdotisas que tomaban puñados de arena como incienso ofrecido a la brisa perenne del mar, y una especie de lluvia de oro de sol quedaba prendida –a mis cabellos cortos y negros- como la mirada abismal de aquel soberano manto de agua viva…
   Y me sentía solo con mi cuerpo desnudo ante la tibia inquisición del sol. Sin voces de advertencia, adivinando el futuro de mis pensamientos. Libre y liviano. Volando sobre las cadencias verdes y brillantes, verdes y azules, verdes, azules y calipsas, navegando mí sombra, estremecido… Día por día. Esquivando nubes errantes.
   Hasta el próximo grito.

   Sí, había sido una larga búsqueda diría como siempre en tanto él…
   Hablo de mi padre.
   Sólo que esta vez comprendería y no habría muslo dolorido ni reproches ni ojos mojados con un agua extraña a la mansa liquidez del mar.
   Había comprendido, por cierto, lo que él significaba para mí frente a ese otro él, es decir, el mar y sus doncellas maternales. Y trataría de explicármelo.
   Y dijo que él no era otra cosa más que… la realidad: casi una máscara forzosa que apenas atinaba a sonreír con la amorosa hipocresía del que ama pero sufre. Las arrugas de su rostro empecinado lo signaban irremediablemente.
   El mar, en cambio, dijo, eran mis sueños… Mi paraíso personal. El cúmulo anhelado de mis más recónditas querencias. La amplitud de la libertad de mis objetivos. Aunque yo intuyera sólo esto. Nada más. (Diez años es poco tiempo para obrar de otro modo).
   Y allí estaba. Tan sereno y superior, que hasta el sólido mar calló, luego del tercer llamado.
   Pero no venía a traicionarme. Venía a obsequiarme el regalo de su dolida, más, al cabo, sabia adultez… Y esta vez dijo:
   “Quiero ayudarte a navegar, Gustavo. Hijo, digo, si querés, claro”. (“¿A quién preferís?”, resonaba en mi mente todavía).
   “Tengo un barco”, agregó. Y me ayudaba. Lo hacía de veras.
   El mar chilló entonces al darse cuenta, y, no muy convencido, dijo no obstante: “Andá con tu padre. Es humano como vos. No dudés. Andá con él…”.
   “Pero…”.
   “Construí un barco. Un pequeño barco para navegar”, insistió papá. “¿No entendés aún?”, clamó el mar. “No hay necesidad de elegir. Tendrás que aceptar su propuesta porque no podrás dejar de ser hombre, pero si navegas en mí, tampoco abandonarás tus sueños… ¿Comprendés? Y ya no se agitó más.
   “¿Un… barco?, sonreí.
   Y esta vez, insisto, ya no hubo enojos ni muslo dolorido. Sólo la amable conferencia que terminó por aclararme lo que el mar había tratado, a su sabio modo, de explicarme. Sobre la vida, claro.
   “¡Corramos!”.
   “¡Sí!”.
  
   Pero papá se fue pronto. Al mundo de lo invisible, creo. Y quizás eso, o la costumbre de ver al mar ir y venir bajo mis pies, o el no haber aprendido a tiempo a navegarlo, el hecho es que aquí estoy…
   Era yo muy chico por aquellos días.
   Ahora no. Ya no.
   Ahora soy viejo (más que mi padre por aquellos mismos días). Y no tengo mar.
   Tampoco niños que buscar sobre la arena, mientras sopla una brisa que regresa el polvo amarillento de mis años, al vetusto cajón del escritorio de madera misionera y olorosa, de donde habían brotado esos recuerdos…
   Sin embargo, no he perdido la esperanza que, de pronto, algo bueno suceda. Aún conservo la maqueta del barco de papá, y puedo volver a construirlo.-

©ADRIÁN NÉSTOR ESCUDERO, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


FULGOR DE POESÍA, Guillermo Fernández del Carpio. Arquipa, Perú

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FULGOR DE POESÍA


Yo vine a este mundo confuso
un Domingo por la mañanita.
Dios aquel día escribió versos en mi nombre.
Yo nací un día donde hubo fulgor de poesía.
La poesía es la canción de nuestras almas,
es el reflejo de nuestro tiempo,
es la voz que brota del interior,
es la inspiración de todo buen lector,
es un otoño con hojas tristes
o un invierno con flores alegres.
La lírica es un elogio a la belleza.
en sus líneas están nuestros anhelos, nuestros momentos,
nuestros sueños, nuestros pensamientos,…
El devenir de mis años,
me han dicho que yo nací un día con fulgor de poesía.
La poesía es un misterio llamado verso,
es un mundo de fantasía,
es un presagio del poeta,
es su vida escrita en párrafos,
es un libro que no tiene fin,
es el resplandor de nuestro idioma,
es una de la razones de mi vivir.
El verso es como una oración con rocío de devoción,
son palabras que nos hacen libres y de alguna forma eternos.
Yo escribo esas libres palabras para no sucumbir en el olvido.
Todos somos un verso de Dios.
Sin poesía el mundo no tiene vida,
es un triste orbe que gira sin razón.
Sin poesía no hay sueños, todo se vuelve  opaco,
sin poesía no hay elogio a la vida.
Yo vine a este mundo confuso
un Domingo por la mañanita.
Y deseo despedirme con la brevedad de un silente verso,
con la esperanza de que mañana habrá  fulgor de poesía.

©GUILLERMO FERNÁNDEZ DEL CARPIO, poeta y escritor peruano
MIEMBRO HONORIFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


CUANDO NO ESTEMOS, Jaime Vélez Ramírez, Medellín, Colombia


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CUANDO NO ESTEMOS

La vida es un poco de esperanza

que se disuelve breve,

un río de amargura

que corre lentamente,

es un volcán de lava

que marchita las flores.

Es el camino largo

donde la marcha es lenta;

a veces los guijarros

nos desgarran la piel.


En el otoño hay frío

y en el invierno nieve,

talvez cuando yo muera

llegue al fin la primavera.

Julio5 de 1972.

©JAIME VELEZ RAMIREZ, poeta y escritor colombiano
MIEMBRO HONORIFICO DE ASOLAPO ARGENTINA