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sábado, 29 de enero de 2022

CUARTETOS PARA UN AHORCADO, Luis Alposta, Buenos Aires, Argentina

 


De La Serie Poética: "DESTELLOS"


LUIS ALPOSTA, poeta y escritor argentino

MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA

El primer beso, Amado Nervo, México

 










El primer beso

 

 

Yo ya me despedía… y palpitante
cerca mi labio de tus labios rojos,
«Hasta mañana», susurraste;
yo te miré a los ojos un instante
y tú cerraste sin pensar los ojos
y te di el primer beso: alcé la frente
iluminado por mi dicha cierta.

Salí a la calle alborozadamente
mientras tu te asomabas a la puerta
mirándome encendida y sonriente.
Volví la cara en dulce arrobamiento,
y sin dejarte de mirar siquiera,
salté a un tranvía en raudo movimiento;
y me quedé mirándote un momento
y sonriendo con el alma entera,
y aún más te sonreí… Y en el tranvía
a un ansioso, sarcástico y curioso,
que nos miró a los dos con ironía,
le dije poniéndome dichoso:
-«Perdóneme, Señor esta alegría.»

 

 

AMADO NERVO, México


EL VIENTO EN EL POSTIGO, BELKYS LARCHER DE TEJEDA, Coronda, Santa Fe, Argentina

 


                         







EL  VIENTO  EN  EL  POSTIGO

 

Metódico / el viento en el postigo.

Lastimero / el aullido de agosto

desflecando un vástago del sur

que va patinando / gélido /

                      en la sien de la tarde.

 

Vociferan / las sílabas. Las letras

destrozan los plurales de la Ausencia

que va dilatando / pérfida muchacha /

el meneante ondular

                       del papel/ en la falda escrita.

 

Tengo una tímida conciencia

del vacío sillón / que interminablemente

se hamaca / barriendo las horas

ungiendo memorias y

desechando cáscaras de recuerdos.

 

                     Mi mano / te poemiza


© BELKYS LARCHER DE TEJEDA, poeta y escritora argentina

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

                                                  

 


EL SILENCIO, el silencio de las cosas que padecemos, Salomé Moltó, Alcoy, Alicante, España

 




EL SILENCIO, el silencio de las cosas que padecemos

           

         Un año más nos llenamos de bullicio, alegría y fraternales encuentros, llegan los familiares y celebramos ese evento, cada año repetido, de quien vino a sembrar el amor, el respeto, la esperanza, que lo lograra y lo logre ya es algo diferente y creo que difícil. Luego cada cual vuelve a sus lares, a sus obligaciones, a sus silencios.

            Siempre he pensado que el silencio es un valor elemental de nuestra convivencia y por supuesto de nuestro comportamiento. Quien el silencio no respeta, pierde una gran oportunidad de saber, ver y sentir un más allá, de lo que nos rodea.

            La concentración para realizar un trabajo intelectual debe de hacerse en silencio, ya que de otro modo, esa concentración que buscamos se frustraría. Para la meditación, el estudio y un montón de cosas más, el silencio nos es indispensable; es una actitud que nos pone en disposición de poder escuchar a los demás y que ninguno de sus argumentos se pierda.

            Pero son muchos y diversos los silencios que nos asisten. El silencio que ocultamos y que se muestra a los demás a través de nuestros ojos con la tristeza que de ellos emana, porque el silencio nos ayuda a ocultar nuestras penurias.

            Silenciar nuestros problemas, nuestras angustias, nuestros temores es una práctica normal.

            Hay también un silencio cobarde, la violencia contra niños y débiles ante la cual no nos rebelamos, ese sería el peor de los silencios.

            Cuántas veces hemos estado atentos a ese silencio que emana constantemente a nuestro alrededor, es como dejar que fluyan de nuestro interior unas llamadas que tanto tiempo hemos mantenido calladas y en ese silencio, que nos imponemos, salen las voces que tantas cosas nos sugieren.

            Paseamos por el campo en silencio y el ruido de ese silencio nos invade, nos seduce, es el ruido del silencio que nos enriquece, pues ningún detalle de los que nos rodea se nos escapa, no, todo capta nuestra atención, todo nos instruye silenciosamente.

            No queriendo molestar a los demás con nuestras inquietudes, las silenciamos, sí, casi todo lo silenciamos, y no es malo, pues necesitamos o deducimos que al igual que el proverbio árabe dice: “Si lo que vas a decir no vale tanto como el silencio, mejor te callas”, sí, el silencio nos nutre de valor.

Indudablemente que el silencio enriquece nuestras vidas, si lo usamos debidamente. Bueno, como casi todo.

 

©SALOMÉ MOLTÓ, poeta y escritora de Alcoy, Alicante, España.

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


OTRO AMANECER, Olga Hernández Osorio, Medellín, Colombia

 









OTRO AMANECER

 

Esperamos ver de nuevo otro amanecer

otro despertar radiante de luz y de color

con elegantes arreboles al atardecer,

en noches de plenilunio solicitas de amor.

Amanecer sereno en anchos horizontes

llevando entre sus alas los aires de candor,

gigantes amapolas danzando entre montes

como perlas nacaradas de esplendor.

Azulado amanecer, cándida ilusión,

con asomo de crespones, alegres lejanías

de montañas humildes rezando la oración,

caravana de gaviotas cantando letanías.

Claro amanecer con sabores a nostalgia,

firmamento azul, suaves nubes y bonanza,

frescos perfumes, hechizos llenos de fragancia,

sencillo amanecer colmado de esperanza.

Otro amanecer dulcificando nuestra alma,

color de lilas y brillantes alelíes,

romántico gobelino con esbelta palma,

dorado amanecer cubierto con rubíes.

 

©OLGA HÉRNÁNDEZ OSORIO, poeta y escritora colombiana

Medellín enero 11 de 2021

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


EL INDIO MALO, Norberto Pannone, Buenos Aires, Argentina

 




EL INDIO MALO

 

 

            Lo vio venir por el camino, al paso antojadizo del caballo. Su silueta grotesca balanceándose sin respeto en el lomo del matungo carente de recado. Un cuero gastado de oveja obraba a manera de cojinillo. Su figura se recortaba entre los álamos secos que bordeaban la calle, perfilando la imagen incongruente en el telón de la tarde polvorosa de aquel domingo ventoso de julio. Parecía no tener apuro.

            La vieja Dominga lo miró otra vez y dudó si sus sentimientos eran de rabia, de lástima o de odio.

Eran las dos de la tarde.

Algunas gallinas descoloridas, porfiando contra el viento, picaban ilusiones por el patio de tierra. Un par de galgos flacos mostraban sus costillas refugiados al costado del maltrecho horno de barro donde se cocinaba de tanto en tanto alguna hogaza de harina amasada con apuro y con bastante sal. En un corral construido de palos y caprichosas ramas de algarrobo, un par de famélicos y míseros caballos permanecían con las ancas al viento, aguantando con sus clinas tusadas al extremo al tozudo pampero. Más allá, debajo de una planta de mora, una chancha gruñía mientras amamantaba con flacura a unos tres o cuatro lechones entecados y panzones. Detrás del miserable rancho de barro, a unos cincuenta metros, un paupérrimo montecito de acacias esparcía por el suelo sus hojas desahuciadas, mientras, alguna paloma montera emitía desde sus ramas su vespertino canto lastimero.

            La Dominga entró al rancho y esperó que el chino hiciera su aparición por el umbral de la única puerta que existía. De sobra sabía que, después, cuando el ladino comenzara a roncar en el catre, le tocaría acomodar el matungo en el corral.

Apretó los dientes cuando escuchó los gritos desaforados del indio malo en el patio. Sabía de sobra que traía como siempre, su malhumor y su infortunio de borracho prepotente. Ahora, vendrían los reproches, las puteadas y las amenazas: “¡Loz voy a reventar a tiros hijos ’el diablo! ¡No zirven pa’ nada! ¡¿Dónde están los inútiles ‘e suz hijos?¡, y pateando los miserables bancos de madera que estaban en la cocina, agitaba en el aire el oxidado 38 que había comprado en un remate del boliche de los gringos. Visto de frente, se advertían las puntas de los plomos que se asomaban para espiar, burlándose del miedo atroz del pobre chinaje que se amontonada aterrorizado en el rincón donde estaba el cajón de la leña y la bolsa con los marlos.

Hasta las pulgas del cuzco ratonero pararon las orejas y se acurrucaron temerosas entre los cuartos del animal.

El indio se sentó a la mesa ocupando la cabecera y pidió de comer. La Dominga le alcanzó un plato de sopa de zapallo, un pedazo de pan y la damajuana. El chino se acomodó y empezó a tomar el brebaje ruidosamente, de tanto en tanto, se empinaba el recipiente hasta fastidiarlo. Después de cada empine, exhalando múltiples amenazas, tomaba el revolver por el caño y golpeaba fuertemente sobre la mesa. A veces, revoleaba el arma por sobre su cabeza y vociferaba que “loj iba a matar a todoz”.

Después de varios tragos de sobremesa, donde el silencio era lo único que se oía, el chino eructaba con placidez estentórea. Luego, arrastrando su borrachera se tiraba en el catre donde a los pocos minutos, dormía su sueño de macho cabrío, acompañado de asque-rosos ronquidos. Su Colt 38, lo acompañaba alerta, dormitando ocasionalmente entre sus manos, gozoso en el cómodo mecimiento del pecho del hombre.

La Dominga esperó con paciencia a que el Indio profundizara su sueño de borracho y, con dedos de seda, le sacó el revolver de las manos, tomó una vieja asada que estaba apoyada junto al horno del pan y sigilosamente se dirigió al montecito de acacias que estaba detrás del rancho. Cavó profundamente y enterró para siempre aquel malévolo instrumento de tortura en las profundidades del terreno, luego, para disimular, esparció con sumo cuidado las hojas secas sobre la tierra removida.

Demás está decir, que el chino durmió su fiera borrachera hasta el otro día.

Cerca del mediodía, se despertó y buscó afanosamente el revolver que siempre lo acompañaba. Manoteó entre las mantas, miró debajo del catre, buscó en su cintura y... nada, el arma había desaparecido. Se incorporó de un salto y buscó sobre la mesa y el fogón..., el 38 largo no estaba! –“¡Qué lo parió!”, murmuró confundido. De inmediato,  se le escapó la bestia por la boca: -¡¡¡Dominga, donde ha puesto el 38!!!

-No ze patrón, respondió parsimoniosamente su mujer sin levantar la vista de las papas que estaba pelando, acá no lo ha tráido... desiguro lo olvidó ayer en el boliche... o lo haberá estraviau po’ el camino...

El indio amagó un insulto pero no dijo nada. La miró un largo rato y se rascó la cabeza tratando de pensar. Desde ese día, su agrio carácter fue mejorando poco a poco.

 

©NORBERTO PANNONE, poeta y escritor argentino


TORO BRAVO, Ángel Medina, Málaga, España

 



TORO BRAVO

                                             

 Hay ocasiones en las que la cara de alguien te “suena”, pero no llegas a identificarlo en ese momento. Y es que hoy día se hace publicidad de casi todo con tal de venderse el producto, desde un dentífrico hasta la consulta de un dentista, foto incluida del sacamuelas.

 Recuerdo que me encontraba sentado en la terraza de una céntrica cafetería en tanto hojeaba-ojeando el periódico. Era la hora del aperitivo, hacía calor y las ramas de un frondoso árbol me cubrían con su sombra mientras disfrutaba de una cerveza helada.

Enmarcada en la sección de anuncios figuraba la tierna figura de un perrito de pocos meses, el cual ofrecían para que fuese adoptado. Los tiempos cambian. Prohijamiento, acogida, no venta. En lugar de traficar, mayor sensibilidad con los animales. El dulce chucho es noble y procura compañía, y más en determinadas condiciones de soledad, porque, ya se sabe, desde hace tiempo la natalidad está decreciendo por múltiples causas, en un abanico que cubre desde la dificultad de poder atender los progenitores a sus hijos, al trabajar ambos, hasta la inestabilidad social e incluso de muchas parejas, amén de los que se anclan en el celibato y no por ello quieren estar solos, por no decir del eufemismo de lo que viene a llamarse “interrupción voluntaria” para no tener el retoño.

Debe ser porque se paga una cantidad de impuestos enormes por lo que las mesas estaban distribuidas muy próximas unas de otras, por eso de aprovechar al máximo   los metros cuadrados, con lo cual, sin caer en la mala educación de prestar atención a las conversaciones ajenas, se hacía inevitable enterarme de lo que decían los que se encontraban a mi lado.

 La ocupaban dos desenfadados caballeros, pulcramente vestidos con ropas de marca y aire de ejecutivos de alto standing. Aquel diálogo fue creciendo de decibelios, sacándome momentáneamente de la lectura, participando de él como espectador mudo, aún sin proponérmelo.

Por el tono de la voz, se colegía que lo que hablaban les resultaba desagradable.

¡Pobre animal! - se le escapó un suspiro a uno de ellos.

¡Debería suspenderse el espectáculo! - le replicó su compañero.

¿Después de tanto tiempo? Generaciones, siglos…

Precisamente por eso.

¡Y dicen que no sufren!

¿Cómo no han de experimentar un enorme pesar? El dolor está asociado a la glándula hipófisis, situada en el cerebro, la cual   segrega la hormona beta endorfina. En cantidades elevadas la beta endorfina tiene un efecto analgésico y la sensación puede ser menor debida a la tensión que vive la fiera en ese momento, entre el sobrevivir y la muerte. ¡Pero padecer, claro que sí!

Eso divide a la afición entre el sí y el no.

Me pregunto, y es un decir, ¿acaso puede ser ético matar a un ser vivo, aunque no padeciese?

¡Claro que sufre! También tienen un sistema nervioso que le permite reconocer tanto las sensaciones agradables como las adversas.

¡Por supuesto! Aunque sean bravos por naturaleza y tengan un umbral alto para vivir la tortura a la que son sometidos, experimentan una excitación sumamente angustiosa.

¿Acaso no ha de sentir el daño de los objetos punzantes que le son clavados?

Los partidarios dicen que aflige más al animal el estrés durante el traslado que en la corrida.

Se apoyan en unos estudios hechos del nivel de cortisol.

La hormona que se libera como respuesta al estrés.

¡Esa! Pero ese estudio no se sostiene, ya que está hecho al final de la lidia, cuando tiene la médula espinal seccionada o está muerto. Eso ha de medirse antes de martirizarlo, en tanto que el sistema nervioso está íntegro.

¿Qué integridad puede haber en un toro al que se le ha seccionado el tejido nervioso mediante el descabello o la puntilla?  Eso, sin contar las puyas, que en la mayoría de los casos se coloca en el morrillo, causándole graves heridas, y para mermarle fuerzas la utilizan como un sacacorchos.

¿Y qué decir de la suerte de banderillas, provocándoles lesiones musculares y rotura de vasos?

¿Es que no son lamentos sus bramidos?

La sociedad tiene que tomar conciencia de la protección de los animales.

Confieso que me sentí preocupado al compartir involuntariamente aquella conversación. Entre tanto, rondaba por mi testa la pregunta acerca de la identidad de los dos caballeros. Era evidente que tenían conocimientos de fisiología, confortándome saber que teníamos una misma sensibilidad, y era la del respeto por la vida, aunque fuese de los que consideramos seres inferiores a nosotros.

Hice una indicación al camarero, pagué mi consumición y me desplacé hasta la parada del bus para volver a casa, no sin antes, en un gesto cortés, sonreír a mis vecinos de mesa, que me correspondieron de igual manera.

Una vez dentro del autobús me acomodé a mis anchas y retomé la lectura del matutino. Mis ojos tropezaron con la fotografía que se destacaba en un recuadro, constatando que se trataba de la de los defensores de la dignidad de los morlacos; saludaban con una sonrisa dentífrica en tanto chupaban el plano. A pie del mismo podía leerse:” Clínica “X”. Interrupción voluntaria del embarazo”.

Conforme me alejaba de ellos, los vi por última vez desde la ventanilla, achicándose las figuras hasta perder su contorno. Tal vez, hablando de la irracionalidad que supone matar al toro de lidia.

 

©ÁNGEL MEDINA, poeta y escritor español

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

Blog <autor:    https://www.facebook.com/novelapoesiayensayo


Fábula, Carlos Penelas, Buenos Aires, Argentina










Fábula

 

Anoche soñé con Pepa a Loba.

Llegó con rostro sereno

como un hechizo que es sombra y memoria.

Habló de Lueiro, evocó una estrella,

recordó el puñal alegórico, mítico.

Le pregunté por la Reina Lupa,

por la hija del Conde de Lemos

y la corona de hierro al rojo vivo.

También por un rey celta que recorrió mares,

epopeyas de arena, desventura.

Pregunté por las ánimas en pena

errantes en las tinieblas,

por el Pedrón en Iria Flavia.

Vi sus manos. Escuché su lengua

que entreteje firmamento y ternura.

Fue un instante de soledad.

Luego nombró a mis padres,

a mis abuelos, a una mujer friulana.

Quizá todo sea mitología

de difusas migraciones. Tal vez

es parte del desasosiego,

de un orden venturoso, distraído.

Ahora su ausencia me rodea.

 

 Buenos Aires, enero de 2022

 

CARLOS PENELAS, poeta y escritor argentino

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


“POR SIEMPRE”, Carlos Ascencio Barillas, El Salvador

 








POR SIEMPRE”

 

Yo fui la espuma de los mares

Y las  olas  estremecen   tu cuerpo,

Y fue la ilusión en la primavera de su juventud

Y el viento que se unía con la noche fría

Y vi la luna llorar con la brisa.

Y la lluvia que cantaba en su ventana

Y la tierna caricia de sus labios

Y  la cristalina verdad de sus besos

Y los suspiros que enaltecen su belleza

Ella es la lumbrera de sus ojos

Ella es la hermosa voz de sus atardeceres
Ella  que ama eternamente
Ella es la interminable felicidad,                                                                                                                            de sus ocasos…
Ella que nada pide a cambio de nada
Y que mira con sentimiento la aurora de  su cielo
 ella es el paraíso de su amor
Y el bello encanto de su pecho
Ella es la estrella de sus amaneceres

Ella es la expresión que lo define todo
Ella que vive inmensamente

Ella es la alegría de la nobleza

Ella es la infinita gentileza
Ella es el lucero que ilumina su sendero
y la luz  que mitiga  sus tristezas.
Y sus sueños que se unieron con los míos
Ella que quiere con dulzura
Y sabe amar con ternura

Ella es todo en la vida

Ella es la razón del existir…

 

 Carlos Rodolfo Ascencio Barillas

Poeta y escritor salvadoreño                        

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

 

“EN MEMORIA DE MARIA LUZ SAMANEZ PAZ,  Y EXPRESO MI MAS PROFUNDO SENTIR Y PENSAR, ELLA UN GRAN SER HUMANO QUE SIEMPRE RECORDARE Y LE LLEVARE EN EL CORAZÓN


CANTO AL DOLOR INSOPORTABLE., Jaime Vélez Rámirez, Medellín, Colombia










CANTO AL DOLOR INSOPORTABLE.


Estoy viejo, solo, y muy decepcionado,

los años mejores me han dejado,

los seres que he amado ya se han ido,

no puedo estar mas triste y desolado.

 

Son tantas las penas que no puedo con ellas,

no sé a quien decirle, no puedo con ellas.

 

 

Mientras tanto la soledad, el whisky y la lectura

serán para mí el bálsamo letal de la ternura,

y así pasar el tiempo que falte por vivir

para salir de esto y dejar de sufrir.

 

 

Los problemas que resten no podré resolverlos,

los amores, los sueños y afectos de mi apego

me gustaría por siempre retenerlos,

y consolar así hasta el fin mi propio ego.

 

 

Ha sido larga la estancia que deparó mi destino,

la muerte perezosa, cruel y vanidosa

se quedó estacionada mirando alguna rosa,

mientras yo abandonado transitaba el camino.

 

 

No puedo avanzar más ,ha sido suficiente;

qué deparan los cielos y credos decadentes;

malo fue haber venido, lo digo todavía

y todavía no entiendo por qué esto pasaría.

 

 

De mis ancestros idos no queda ni el recuerdo,

de sus afanes, sus gustos, sus cantos de contento,

no queda nada , ni siquiera un lamento,

y tampoco queda el llanto ni el tormento.

 

 

El sol, la luna y las estrellas desde los confines,

los pájaros, los ríos, las olas y las flores

ya no me dicen nada; solamente deseo el reposo bendito,

irremplazable, lindo, precioso y muy bonito.

 

 

Después no se oirá mi voz, ni se oirán mis versos;

la medicina quedó atrás y todo lo aprendido,

todos los afanes, ansias y tragedias, todo se habrá ido;

no se oirá mi voz, ni se oirán mis versos.

 

Abril de 2002

 

©JAIME VÉLEZ RAMÍREZ, poeta y escritor colombiano

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINO


sábado, 22 de enero de 2022

ELMAGO, Luis Alposta, Buenos Aires, Argentina



De la serie poética "DESTELLOS"


LUIS ALPOSTA, poeta y escritor argentino

MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA

¡ESTÁN CONMIGO!, Rodolfo Leiro, Buenos Aires, Argentina

 










¡ESTÁN CONMIGO!

 

Hoy  quisiera que las horas, con su espíritu ligero,

con el rango y panorama del espacio que me  tiende,

me trajera de mi infancia el rubor que no se vende

la sonrisa picaresca de mi viejo compañero,

 

me acercara hasta mi mesa de romántico viajero

aquel ciclo de ilusiones, una página que extiende

su murmurio de proyecto como un clámide que pende

desde el asa con que el bardo emulsiona su rimero;

 

desde el plexo de mi verbo, un hedónico barquero

que me lleva en su barquilla como añejo prisionero,

llego a un ciclo de paisajes, solitario y sin testigo

 

donde guardo aquellos rostros de mi círculo primero

y en mi ronda de locuras, como un bálsamo alfarero,

otra vez los tengo cerca, otra vez están conmigo!

 

9 de marzo de 2010-03-09

 

©RODOLFO LEIRO, poeta y escritor argentino

MIEMBRO FUNDADOR DE ASOLAPO ARGENTINA

 

 

Link de la antología de Asolapo

2016
 https://docs.google.com/uc?export=download&id=0B_rrSMZB2ZNEWlRhRFRKajZxSGc