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sábado, 25 de abril de 2020

CAOS, Norberto Pannone, Buenos Aires, Argentina

Diez poemas de otoño | Le Miau Noir Revista Cultural

CAOS


Ígnea espuma
de sal
socavando al gélido témpano.
Ávido y sediento mar
que taladra las entrañas
resecas de consuelo.
Caos,
así es el hoy
en el que habito.
Me recuerda el apuro de la niñez
para llegar
quién sabe dónde.
Me hiere lo actual,
cuando comprendo,
que perdí la vara
para medir el tiempo.

©2012NORBERTO PANNONE, poeta y escritor argentino
del Libro: “Más allá del Carmín” ISBN: 978-987-33-1734-7
                    


EL ROSTRO REFULGENTE, Favio Ceballos, Baigorria, Santa Fe, Argentina


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EL ROSTRO REFULGENTE

"Vivimos para la Gloria a Dios, pues allí respiramos la vida eterna"
Liz Colman
_________

Todo está estático y fecundo
en el aire del laurel y de la palma
y en el preciado sitio de tu alma
Dios edifica su templo rotundo.

Las fantasmagorías de este mundo
cubren tus hombros cual la talma
cercando tu capuz, hieren la calma
distrayendo a tu ser de lo profundo.

Pero el Lampo Divino te rescata
ni todas las sombras de la tierra
podrían ocultar luz tan potente.

La gloria de los cielos te desata
quitado el velo gris que nos encierra
el rostro ahora refulge eternamente.

©FAVIO CEBALLOS, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

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COMO LLEGÓ EL TANGO A JAPÓN, Luis Alposta, Buenos Aires, Argentina




















COMO LLEGÓ EL TANGO A JAPÓN

                En 1920 un aristócrata japonés, el barón TsunayoshI "Tsunami" Megata, viaja a París, donde ve actuar en El Garrón a la orquesta de Manuel Pizarro. Fascinado por el tango, contrata los servicios de un profesor, hasta llegar a convertirse en un eximio bailarín.
            Seis años después, llevando consigo un álbun de discos grabados por Pizarro y por Bianco Bachicha, regresa a Tokio e instala una academia de baile, gratuita, en la que enseña a bailar el tango a la aristocracia japonesa.
            Tuve la suerte de conocer a varios de sus discípulos y, entre ellos, fue la duquesa de Okuma la que me contó que Megata era muy aficionado a los deportes. Piloto de avión, después de las lecciones le gustaba conversar sobre aviación, en prolongadas charlas que duraban hasta la madrugada. Fue, además, el primer japonés que importó una motocicleta -una HarleyDavidson- de los Estados Unidos. No pude evitar, entonces, asociarlo con nuestro legendario Jorge Newbery.
            En síntesis: Megata fue el verdadero introductor del tango en Japón.
            Cuando regresé de aquel viaje le dediqué un tango. Le envié la letra a Edmundo Rivero que, en esos días, se encontraba veraneando en Mar del Plata, y una semana después me lo cantó por teléfono. Le había puesto música.

A LO MEGATA
tango

El barón Megata, en el año veinte,
se tomaba el buque con rumbo a París,
y allí, entre los tangos y el dolce far niente,
el japonesito se hizo bailarín.

Flaco y bien plantado. Pinta milonguera.
De empilche a lo duque, aun siendo barón.
Bailó con Pizarro, y una primavera
empacó los discos y volvió a Japón.

Y así llevó el tango
a tierra nipona,
donde gratarola
lo enseñó a bailar.
Cuentan que Megata
no cobraba un mango,
por amor al tango
y por ser bacán.

No sólo enseñaba cortes y quebradas,
también daba clases de hombría de bien,
junaba de noches y de madrugadas,
piloteaba aviones y más de un beguén.

Y tal vez ahora, que está aquí presente,
mientras una Sony nos pasa “Chiqué”,
alguien, allá en Tokio, elegantemente,
baile a lo Megata sin saber quien fue.

Letra: Luis Alposta – Música: Edmundo Rivero

©LUIS ALPOSTA, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

CLIK:
“A lo Megata” – Canta Edmundo Rivero

“A lo Megata” – Canta Ikuo Abo – Grab. en Japón


ESPERANZA, Alexis Valdés, La Habana, Cuba

Esperanza... Poema de Alexis Valdés – PERIÓDICO CUBANO

ESPERANZA


Cuando la tormenta pase
Y se amansen los caminos
y seamos sobrevivientes
de un naufragio colectivo. 
Con el corazón lloroso
y el destino bendecido
nos sentiremos dichosos
tan sólo por estar vivos.
Y le daremos un abrazo
al primer desconocido
y alabaremos la suerte
de conservar un amigo.
Y entonces recordaremos
todo aquello que perdimos
y de una vez aprenderemos
todo lo que no aprendimos.
Ya no tendremos envidia
pues todos habrán sufrido.
Ya no tendremos desidia
Seremos más compasivos. 
Valdrá más lo que es de todos
Que lo jamás conseguido
Seremos más generosos
Y mucho más comprometidos
Entenderemos lo frágil
que significa estar vivos
Sudaremos empatía
por quien está y quien se ha ido.
Extrañaremos al viejo
que pedía un peso en el mercado,
que no supimos su nombre
y siempre estuvo a tu lado.
Y quizás el viejo pobre
era tu Dios disfrazado.
Nunca preguntaste el nombre
porque estabas apurado.
Y todo será un milagro
Y todo será un legado
Y se respetará la vida,
la vida que hemos ganado. 
Cuando la tormenta pase
te pido Dios, apenado,
que nos devuelvas mejores,
como nos habías soñado.

©ALEXIS VALDÉS, poeta y escritor cubano



¿HACIA UN MUNDO MEJOR?, Roberto Alifano, Buenos Aires, Argentina

Festival Internacional de Poesía de Medellín — Roberto Alifano ...

¿Hacia un mundo mejor?


Si bien todo es dialéctico y los hechos suceden de manera inapelable con sus correspondientes sorpresas, el mundo que hoy pisamos no es el mundo que hasta hace dos meses vivíamos, y lo que fue ya no es aunque nos empeñemos en negarlo. Una peste ecuménica, que desconoce fronteras y abraza al planeta, nos está haciendo ver la existencia de una manera jamás imaginada. Ahora sabemos (o, mejor dicho, sentimos en carne propia), aunque quizá todavía somos incapaces de asumirlo, que las catástrofes naturales no son el hecho aislado que afecta en un sector del planeta, como puede ser el terremoto de un país ubicado en nuestras antípodas, o un ciclón o un tsunami que se abate sobre unas islas del Caribe; de pronto, de manera impensada, un virus se instala y se expande modificando los hábitos, la relación social y las economías globales.
Si alguien hubiera augurado lo que nos sucede en estos días quizá nos habría causado risa. La explicación de lo enunciado la encuentro sugerida en una sentencia de la Religio medici (1642) de Sir Thomas Browne, que estoy leyendo ahora en la excelente traducción de Javier Marías, durante esta paciente y prolongada cuarentena. Encuentro en una página esta frase, acaso menos filosófica que reveladora: “Todas las cosas son artificiales, porque la naturaleza es el arte de Dios”. Tremenda reflexión. Ahora bien, sustituyamos con todo respeto el nombre de Dios, acaso demasiado comprometido, y usemos, en el sentido que le da Schopenhauer, palabras como voluntad, tenacidad, o vigor, y quedará borrada la oposición natural o artificial. Para dar paso a la incomodidad existencial; es decir, al arduo y complejo momento que desde cada rincón del universo nos involucra a cada uno de nosotros.
La pandemia del Covid-19 supone una emergencia global de un grado incomparablemente superior a todos los vividos por la humanidad, y donde las autoridades internacionales están considerando la ayuda que pueden aportar otras formas de conocimiento más allá del estricto saber biomédico y de las apuestas políticas o económicas. Pero, quizá también puedan ofrecernos al resto algunas enseñanzas que nos permitan afrontar mejor el incierto futuro que nos espera sin distinción. Preparar a la sociedad para lo que viene es, sin duda, una de las etapas más difíciles que le haya sucedido al mundo global desde la Segunda Guerra, y abarcará en este caso lo mental y emocional, atravesados por la tragedia.
En este caso particular el avasallante Covid-19, muestra a las claras que la enfermedad discrimina de diferentes maneras (mata más a los ancianos que a los jóvenes, más a los hombres que a las mujeres, y tiene un impacto desproporcionado sobre los pobres, como siempre los más expuestos y desprotegidos); pero hay algo de lo que no encontré ninguna prueba, y es que la enfermedad discrimine en función de nacionalidades, razas o colores ideológicos. Desde que fue detectada, su presencia no cesó de avanzar. Los gobiernos se centraron en respuestas regionales para proteger a las personas que viven dentro del límite de sus fronteras, aunque su avance es implacable y la única defensa concreta es esquivarlo como se pueda, improvisando lo menos posible, ya que los expertos aparecen tan desconcertados como los legos y tan solo elaboran conjeturas. Los líderes políticos, por su parte, tienen que reconocer también que mientras el Covid-19 siga presente en algún lugar, será un problema nos sólo para sus respectivos países, sino para todo el mundo.
Que yo sepa, a los seres humanos no nos unen sólo los valores sociales y los lazos éticos comunes. También -y mal que nos pese- estamos conectados biológicamente por una red de gérmenes microscópicos que vinculan la salud de una persona a la de las demás. Y en esta pandemia, todos estamos relacionados. Nuestra respuesta también debería estarlo. Sin embargo, vemos con preocupación que la mayoría de los líderes mundiales no están a la altura de las difíciles circunstancias que vive la humanidad y, desde el poder, hacen declaraciones y proceden de un modo temerario cuando no inhumano.
Detener los fondos para la Organización Mundial de la Salud, por ejemplo, durante una crisis mundial de salud es más peligroso de lo que parece debido a que su trabajo está ralentizando la propagación del Covid-19 y si ese trabajo se detiene, ninguna otra organización puede reemplazarla. “El mundo necesita a la OMS ahora más que nunca”, ha dicho el empresario Bill Gates. “Esto sería un golpe fenomenal para el organismo ya que la nación norteamericana es su principal donante.
No obstante, el patético e irascible presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha reaccionado con furia a las razonables acusaciones de las respuestas de su gobierno a la peor epidemia; que, en general, ha sido desordenada y demasiado lenta. Ahora, el retirar su apoyo económico a la OMS, vuelve a jugar con fuego y apremiado por la crisis económica que dispara la situación de coronavirus, empezó en las últimas horas a dar señales contrarias a las recomendaciones de cuarentena de sus médicos y a los ejemplos de lo que sucede en Europa. Al parecer, la intención del jefe de la Casa Blanca, según lo expresado a la cadena Fox, es tomar el camino inverso y reabrir el país para el próximo 20 de abril. Todo esto en un momento en que los Estados Unidos suma ya casi 16.000 muertos y más de 50.000 mil contagiados sólo en Nueva York; cifras que prometen empinarse si es que no hay un cierre mucho más agudo que impida que la enfermedad se siga expandiendo. En este sentido el gobernador neoyorquino insistió que la región es como “el canario en la mina que anuncia el desastre que involucrará a todo el país y, tal vez al mundo más temprano que tarde”.
En nuestra América, Jair Bolsonaro, el discípulo pobre de Trump, acorde a sus endebles antecedentes y queriendo diferenciarse del resto de la región, con su sabida trayectoria política outsider se permitía hacer declaraciones provocativas que no diría ni haría ningún político con aspiraciones de poder. Pero la fenomenal crisis política y económica en la que se sumergió Brasil es probable que sea la razón de sus bravuconadas. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, menos variable que confuso, ahora que las cifras superan los 6.000 casos, con más de 500 muertos, revisó su posición inicial, que animaba a los mexicanos a ir a comer a restaurantes cuando ya había 300 fallecimientos; ahora les pide a sus compatriotas que se queden en casa. Chile, Perú, Paraguay, la Argentina y otros países de la región mantienen un control sanitario que destruye la economía, pero no avanza en muertes.
En Europa la fuerza del virus impone otras actitudes a sus gobernantes. Conscientes de la gravedad del caso, todos actúan con la correspondiente precaución. Nadie se sale de cauce y hasta el imprevisible Boris Johnson, que en un primer momento se permitió bromear sobre el virus, después de haberlo contraído se ha vuelto tan sumiso como prudente. Portugal, que se anticipó a la pandemia sigue siendo un paradigma digno de mencionar. No sabemos hasta cuándo. En el siglo pasado el filósofo norteamericano Ralph Waldo Emerson observaba que “el mundo le debe al mundo más de que el mundo puede pagar”. Cierto, pero algunos se quedan con la parte del león y los grupos financieros acumular fabulosas fortunas en los paraísos fiscales de Roma, Panamá y otras islas no menos famosas del Caribe.
Hecho este somero repaso, creo que el gran interrogante que nos hacemos todos es de qué forma se superará esta espantosa contingencia y luego qué sucederá el día después, que aún se ve remoto e imprevisible. “La naturaleza es el arte de Dios”; también la voluntad, el entendimiento y la solidaridad pueden sumarse a este hecho estético tan finamente formulado por Sir Thomas Browne. Sería el mejor aporte para construir un mundo mejor y más justo. No se puede concebir que en sociedades modernas, alentadas por la cibernética, haya, como en la Argentina, alimentos para 300 millones de personas y un cuarenta por ciento se encuentre debajo de la línea de pobreza. Algo anda mal, sin duda, sobre todo en la naturaleza humana y quienes tienen la responsabilidad de conducirla y representarla.

©ROBERTO ALIFANO, periodista, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA



REFLEXIONES ANTIVIRUS III ‘TIEMPO DE ESCRITURAS’, Rafael Jijena Sanchez, Buenos Aires, Argentina






















REFLEXIONES ANTIVIRUS III
 ‘TIEMPO DE ESCRITURAS’

‘Confía en el tiempo que suele dar
dulces salidas a amargas dificultades’
Cervantes


Este tiempo vacante nos facilita el reencuentro con un esquema olvidado por intromisión de sistemas más veloces: la carta manuscrita.

¿Cuánto hace que no generamos la emoción de escribir una carta de puño y letra, escrita ‘con tinta sangre del corazón’, como cantaba aquel bolero, imaginando la expresión del destinatario al momento de su ávida lectura?
Escribirla ahora y guardarla para destellar dentro de unos meses cuando la curva de la sonrisa supere a la epidémica.
Poder volver a disfrutar del acto de escribir, ver cómo las letras borbotean en ese garabateo maravilloso de reminiscencias infantiles cuando aprendíamos, además del deletreo, a descubrir quiénes eran las personas que más nos importaban. (Y nosotros a ellos)
Poder imaginar la carita de sorpresa de un nieto al recibirla, los ojos vidriados de una madre, la sonrisa cómplice de un amigo, el grato acuse de un vecino agradecido ya que, como bien decía Teresa de Calcuta, amar al prójimo significa literalmente eso, amar al próximo, al más cercano. Física o emocionalmente.
Y poder liberar ese magma de emociones contenidas que necesita imperiosamente de su eclosión.
Tal vez éste sea el momento propicio para revalorizar la carta manuscrita, ‘’el poder pintar con palabras lo que el pintor escribe con colores’’.
Temas seguramente no nos faltan.
Escribir para agradecer, disculpar, tender puentes, pedir perdón, confraternizar, para reafirmar el enorme valor de la amistad, que a diferencia del amor, no exige presencia.
Carta cosida a mano, sin sufrir el desalme del procesador de textos.
Dejar que surja.
Supe leer, sin poder precisar lugar o autoría, que ‘ni la carta ni el sueño se dan por encargo. Se sueña y se escribe no cuando se lo desea sino cuando ellos lo quieren: la carta cuando desea ser escrita y el sueño cuando desea ser soñado’.
O tal vez podamos pensar en una carta escrita con indicación de fecha cierta de apertura, cual cápsula del tiempo, tal vez para fines de este 2020 tan distinto a todos los precedentes, sin haber imaginado nadie que el 20+20 preanunciaba, en su sumatoria numérica, un año de cuarentenas. 
También es buen momento para hacer un repaso de misivas atesoradas, incluso sin necesidad de reabrirlas dado el intenso aroma afectivo que exhalan.
Claro que el texto manuscrito exige respetar la grafía completa de las palabras, sin abreviaturas, esa cruel amputadora de sentimientos ya que un verdadero ‘te quiero’ requerirá siempre el arrumo de siete letras.
Seguramente sus encabezados digan  ‘Querida  hija’…’Amor de mi vida’..’Querido viejo’...  o tal vez ‘Querido diario…’, esa carta intimista dirigida al yo espejado.
Y también podremos pensar cartas dirigidas a los adelantados en la partida, a manera de sanación.
Es de maravilloso efecto catártico poder escribir esa postergada carta al padre que nunca en vida nos animamos a decir.
Aprovechemos ahora que hay tiempo y motivos para dejar constancia afectiva por escrito.
De puño y letra.

P.D. Consejo.
No la ahogues ni le achiques su vuelo rematándola con el punto final. Que mal que le pese al insaciable virus, la vida continúa

RAFAEL JIJENA SANCHEZ, ©
Dominio Registrado, abril 2020


LLORÓ COMO UNA MUJER, César Tamborini Duca, León, España




















LLORÓ COMO UNA MUJER  
                                                                                       
(Letra : Celedonio Esteban Flores - Música : José María Aguilar)
  
Recitado:
Cotorro al gris. Una mina ya sin chance por lo vieja
Que sorprende a su garabo en el trance de partir,
Una escena a lo Melato y entre un llanto y una queja
Arrodillada ante su hombre, así se le oyó decir:

“Me engrupiste bien debute, con el cuento ´e la tristeza
Pues creí que te morías si te dejaba amurao,
Pegabas cada suspiro que hasta el papel de la pieza
Se descolaba de a poco hasta quedar descolgao.
Te dio por hacerte el loco y le pegaste al alpiste
Te piantaron del laburo por marmota y por sebón,
Yo también al verte enfermo, empecé a ponerme triste
Y entré a quererte por sonsa, a fuerza de compasión.

Te empezó a gustar el “monte” y dejaste en la timba
Poco a poco la vergüenza, la decencia y la moral,
Como entró a escasear el vento, me diste cada marimba
Que me dejaste de cama con vistas al hospital.
Como quedaste en la vía, y tu viejo, un pobre tano
Era chivo con los cosos, pelandrunes, como vos,
Me pediste una ayuda, entonces te di una mano
Alquilando un cotorrito, en el centro, pa´ los dos.

Allá, como a la semana, me pediste pa´ cigarros
Después, pa´ cortarte el pelo y pa´ ir un rato al café,
Una vez que discutimos, me tiraste con los “tarros”
Que si no los gambeteo, estaba lista, yo sé.
Decime si yo no he sido para vos como una madre,
Decime si yo merezco lo que me pensás hacer.”
Bajó el bacán la cabeza y él, tan rana y tan compadre
Besándole los cabellos, lloró como una mujer.

ANÁLISIS SEMÁNTICO.                                                                                                            
Este es uno de los grandes tangos que llevó al disco Julio Sosa con la orquesta de Leopoldo Federico. Anteriormente lo había grabado Gardel con guitarras para el sello Odeón. Contiene muchas palabras en lunfardo, que pasamos a analizar.
Cotorro: (del castellano cotarro”) albergue para pobres; hogar humilde
Mina: mujer
Chance: ocasión, probabilidad
Garabo: hombre
Melato: referencia a María Melato, actriz que interpretaba los roles con mucho dramatismo
Engrupiste: engañaste
Debute: algo superlativo; mucho
Amurado: abandonado
Alpiste: bebida alcohólica
Piantaron: echaron
Laburo: trabajo
Marmota: torpe
Sebón (de “hacer cebo”): holgazanear
Entré: comencé
Sonsa: tonta (expresado generalmente de manera cariñosa)
Monte: juego de naipes
Timba: lugar donde se juega por dinero
Vento: dinero
Marimba: golpes, azotes
En la vía: estar sin dinero
Tano: apócope de “napolitano”; por extensión, todo los italianos
Chivo: enojo / chivarse: enojarse
Coso: persona innominada (es despectivo)
Pelandrún: vago, haragán
Cotorrito: diminutivo de “cotorro” (ver la primera definición)
Tarros: zapatos
Gambetear: eludir, esquivar
Bacán: en este caso, tiene el sentido de gigoló, persona mantenida
Rana: avispado, astuto
Compadre (de compadrear): bravucón, provocador
RELATO. Como si del escenario de una obra teatral se tratara, así se nos representa a nuestros oídos el recitado previo al poema tanguero. Es una escena dramática que se desarrolla en una vivienda pobre, donde la mujer de edad madura –sin posibilidades ahora de rehacer su vida con nueva pareja- sorprende a su compañero en el momento que intenta irse de su vida.
Protagoniza entonces una escena dramática, llorando y quejándose de rodillas ante él, expresando  en su dolor  algunas  circunstancias  de esa  convivencia.  El recitado tiene –indudablemente- toda la fuerza dramática y en él está configurada la situación que se esboza posteriormente, cuando ella habla en primera persona casi hasta el final, que aparece una tercera persona  “en escena” para explicar el arrepentimiento de él en dos versos solamente.
Ella le dice que la engañó muy bien, pues creía que él se moría si lo abandonaba, suspirando desazonado. Que se extravió y se hizo borracho, perdió el trabajo por inútil y haragán. Al verlo de esa manera enfermo, ella se puso triste y, por tonta y casi compadecida, comenzó a quererlo.
Le enrostra la afición por el juego de naipes por dinero, por lo que éste comenzó a faltar, desquitándose con ella por medio de palizas que casi la ingresan en el hospital. Al quedar sin dinero, su italiano padre se enojó con él por su holgazanería. Fue ella quien lo ayudó, y alquiló una humilde vivienda para los dos.
A los pocos días le pidió para comprar cigarrillos, después para la peluquería y también para ir al café. Esta situación lógicamente origina discusiones, durante una de las cuales él le arroja los zapatos, que afortunadamente pudo esquivar. Y finalmente le reprocha pues ella, que lo había tratado como si fuese su madre, no merecía ese tratamiento, es decir, abandonarla.
El hombre, tan bravucón, le besó los cabellos y “lloró como una mujer”.
Julio Sosa canta, en esta ocasión con la orquesta de Francini-Pontier:


©CÉSAR TAMBORINI DUCA, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

ENCERRAR AL ABUELITO, QUÉ SALIÓ MAL?, Antonio Las Heras, Buenos Aires, Argentina

Los abuelos: las raíces de la familia - Forum Libertas

ENCERRAR AL ABUELITO, QUÉ SALIÓ MAL?


Por Antonio Las Heras - Doctor en Psicología Social. Magister en Psicoanálisis.

Resultó muy evidente que la intención inicial fue impedir la salida de sus hogares a toda persona que hubiera cumplido 70 años. Los primeros comunicados del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) no daban lugar a dudas: quien infringiera la disposición sería llevado por la policía de regreso a su domicilio y si perseveraba en dicha inconducta sería castigado con cierta cantidad de horas de trabajo

Todo con el argumento de que se buscaba cuidar, proteger y evitar perjuicios a los adultos mayores.

A raíz de esto, las autoridades de la ciudad tuvieron algo muy difícil de conseguir: lograron que las voces de todo el espectro intelectual coincidieran en señalar lo equivocado de la medida.

No había apoyo para encerrar al abuelito. Ni siquiera el leve acompañamiento que hizo el Presidente Alberto Fernández, pues sus declaraciones fueron en el sentido de la necesidad de buscar todas las formas de ayudar y cuidar a los mayores. En ningún momento señaló estar de acuerdo en buscar segregarlos o encerrarlos en sus hogares.

Rápido de reflejos -como debe ser todo político eficaz- Horacio Rodríguez Larreta brindó todas las respuestas que le fueron posibles, insistiendo en que el único fin perseguido era el de cuidar a las personas de esa edad. Volvió a confundir, entonces, edad cronológica con edad biológica; es evidente que sus asesores no le refirieron sobre esto.

También buscó un golpe de efecto al repetir el dato estadístico de que la mayor parte de quienes fallecieron por el CVID 19 en CABA eran mayores de 70 años. Pues, entonces, me permito sugerir que vayan a los datos estadísticos para informarse si ese porcentaje no es el habitual de fallecidos aquí. Cualquier conocedor de estadísticas de mortalidad conoce que entre el 70% y hasta el 90% de los fallecidos -según meses y épocas- son personas de 70 años o más. Y el COVID 19 mantiene esa media. Al menos hasta el momento.

Obvio que le fue imposible explicar el alcance que daba al término “cuidar” cuando en realidad la disposición exigía que la persona quedara a las órdenes de alguien al que debía llamar por teléfono y que sería quien habría de resolver si estaba autorizado o no a salir a la calle. Muy evidente, entonces, que ese interlocutor desconocido se convertía en su tutor.

Y aquí surge otro interrogante más, ¿qué experticia tiene el que atiende del otro lado del 147 para determinar si una persona, que está normal mentalmente, en su sano juicio, puede otorgársele o no la dispensa para la salida? ¿Quién es esa persona? ¿Cuál es su preparación profesional y su experticia para tratar con personas mayores?

Otro interrogante: ¿Cuáles son los nombres, apellidos y calificaciones profesionales de quienes redactaron la disposición? Es evidente su desconocimiento en cuánto hace a los aspectos biopsicosociales del adulto mayor. Por lo tanto deducimos que no fueron ni médicos gerontólogos, ni psiquiatras especializados, ni psicólogos de la tercera edad. ¿Quiénes fueron? Nos merecemos sus datos para poder consultarles al respecto. Para que nos expliquen cosas como las siguientes:

¿Tuvieron en cuenta el estrés al que se somete a una persona obligándolo a llamar para pedir autorización de salida cuál si fuera un delincuente? De nada vale decir, que la propuesta gubernamental es otra. Aquí lo que cuenta es cómo ha de percibirlo el afectado. Imagino a una persona que toda la vida se manejó según su criterio, que de ahora en más tiene que irse a dormir pensando que -al otro día- tendrá que llamar a un teléfono para que un desconocido le diga lo que debe hacer. Un sometimiento. Una humillación. Una descalificación. Un maltrato. Así es percibido.

¿Advirtieron los redactores de esto el grado de nerviosismo y estrés que provocará -en la persona de cualquier edad; pero mucho más en un adulto mayor- tener consciencia de que en cualquier momento puede ser detenido en la vía pública, delante de otras personas, por la policía para que exhiba su documento de identidad y se compruebe si está autorizado a realizar esa salida? ¿Alguna idea sobre cómo puede afectar emocionalmente eso? ¡Y, sin embargo, nos dicen que es para cuidarlo!

Supongo que el equipo interdisciplinario de profesionales que hizo tal norma también pensó en que, interceptado en su paso y exigido que se identifique puede causar en algunas personas un episodio cardíaco que termine -en el mejor de los casos- con una internación, para no llegar a un infarto masivo que le cause la muerte.

Porque, además, dichos autores deben conocer que -a raíz de la cuarentena- se han suspendido miles de consultas y estudios médicos, por lo que no sólo los adultos mayores, sino la mayor parte de la población que lo esté necesitando, no ha hecho ni las consultas ni los estudios necesarios. Lo que agrava la situación.

Otra de las cosas que salió mal fue la comunicación de la noticia por el gobierno de CABA. También aquí parecen haber intervenido inexpertos. Al principio se hizo más hincapié en la condición obligatoria y de exigencia con castigo punitivo (las horas de trabajo comunitario) que en destacar los beneficios que el gobierno planeaba darle al ciudadano; que en verdad los había.

Lo que motivó la inmediata reacción ya a media mañana del viernes, no sólo de quienes pertenecen al grupo de los mayores de 70 años, sino de diversas personalidades rechazando la norma.

Cuando, finalmente, las autoridades comprendieron el error y buscaron suavizar la situación, dieron a la información una forma comunicativa más adecuada. Insistieron en señalar que sólo se trataba de ayudar a quien así lo requiriera. Pero ya era tarde. No resultó creíble precisamente porque el rechazo ya estaba instalado. En el nuevo discurso, se disolvió toda sanción. Con lo cual -también en los hechos- se diluyó la normativa en sí misma.

Es obvio que esta idea surgió entre gallos y medias noches, se desarrolló de manera improvisada, no tuvo en cuenta ni las necesidades biopsicosociales de los adultos mayores, ni los derechos constitucionales en general y jurídicos en particular, ni la reacción que provocaría en un grupo humano que -al decir de las encuestas- es votante de la alianza gobernante en CABA.

En el capítulo “encerrar al abuelito” todo salió mal porque se hizo mal.

Si sirvió como aprendizaje, tal vez haya sido un costo aceptable de pagar… políticamente hablando.



©ANTONIO LAS HERAS, poeta y escritor argentino

MIEMBRO ASESOR DE ASOLAPO ARGENTINA


sábado, 18 de abril de 2020

LA NOCHE SERÁ AURORA, Luis Alposta, Buenos Aires, Argentina















LA NOCHE SERÁ AURORA

Balancean las luces en la noche
y desde mi ventana
puedo ver a la luna
saltando entre edificios.
Y las calles sin ruidos, sin colores,
sin bocinas aullantes y sin gente.
Muerde un viento del Este
con las rondas de un virus
que vaga por el mundo.
Las distancias se imponen.
Me punza la nostalgia
de los días partidos no sé a dónde.
Pero amanecerá.
Volveremos a vernos
y volverá el abrazo.
La noche será aurora.

14 / 04 / 2020

©LUIS ALPOSTA, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA