En la noche de la última novena de difuntos
(1886 - 1950)
Alfonso Rodríguez Castelao
En la noche de la última novena de difuntos, la iglesia estaba poblada
de miedos. En cada vela brillaba un ánima, y las ánimas que no cabían en las
velas encendidas se escondían en los sombríos rincones y, desde allí, miraban a
los chiquillos y les hacían carantoñas¹.
Cada luz que el sacristán mataba era un ánima encendida que se deshacía
en hilos de humo, y todos sentíamos el olor de las ánimas en cada vela que
moría. Desde entonces, el olor a cera me trae el recuerdo de los miedos de
aquella noche.
El abad cantaba un responso² delante de una caja llena de huesos, y, en
el momento de terminar el paternoster, daba comienzo el llanto.
Cuatro hombres se adelantaban apartando a las mujeres enloquecidas de
dolor y, con una mano, agarraban el ataúd y con la otra empuñaban un cirio
encendido.
La procesión se terminaba en el osario del atrio. Los cuatro hombres
llevaban el ataúd rozando el suelo, y el cirio inclinado rociaba cera encima de
los huesos. Detrás seguía un enjambre de mujeres soltando gritos lastimeros,
mucho más horripilantes que los de un llanto en un entierro de ahogados. Y si
las mujeres plañían, los hombres lloraban en silencio.
En aquella procesión todos tenían por qué llorar y todos lloraban. Y
también lloraba Baltasara, una chiquilla criada por la caridad pública, que
apareciera dentro de una cesta, al lado de un crucero, que no tenía ni padre ni
madre ni por quién llorar; pero la epidemia del llanto la contagió, y también
se deshacía en gemidos con todas sus fuerzas. Camino de casa, una vecina le
preguntó a la chiquilla:
-¿Por quién llorabas, Baltasara?
Y ella le respondió, gimoteando:
-¿No le parece bastante desgracia no tener por quién llorar, señora?
©ALFONSO RODRÍGUEZ CASTELAO
Aporte de Carlos Penelas
Cousas, 1926
1. Carantoña: Caricia, palabra o gesto afectuoso
que se hace a una persona, a veces con la intención de conseguir algo de ella.
2. Responso: Responsorio que,
separado del rezo, se dice por los difuntos.
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