EL FUEGO, BIEN O MAL
Estamos muy influenciados por dos conceptos: “El Bien y el Mal”. Tema
sumamente importante en el devenir de la historia que aporta principalmente
nuestra cultura que se la denomina “judeo-cristiana” y lo más sorprendente los
matices y tendencias que cada religión le da y las subdivisiones con que nos
encontramos.
Un ejemplo que nos
podía llevar a una concreción, o por lo menos a abrir un camino de análisis
sería el siguiente:
“EL FUEGO ES UN BIEN O UN MAL” Si voy por la sierra y tengo frio y
encuentro a un grupo de personas calentándose en una fogata y me acerco y me
caliento en el fuego, salvo la vida, aquí el fuego es un bien, pero si mi ropa
se prende del fuego y me quemo, el fuego es un mal, pues puedo morir abrasada.
Así que podemos pensar que el bien y el mal lo son, según el uso que
hacemos de él. Esto sería una deducción materialista, por supuesto, pero si
entramos en el sentido religioso, las deducciones serian interminables y según
que religión nunca llegaríamos a una deducción concreta.
Si es el hombre, que da su opinión y según a que religión pertenezca,
nos dice lo que su Dios le ha dicho, ser que nadie ha visto,
pero que muchos se otorgan su representatividad.
“DOMINAR AL HOMBRE PARA ESCLAVIZARLO” y esta sería la esencia de una
sociedad estructurada piramidalmente,
como lo son los ejércitos y las religiones.
El líder, o el jefe, el patrón, en fin el que manda. Se sitúa en la
cúspide y al mando de cualquier estructura y va diciendo lo que se tiene que
hacer.
Pero también han salido otras estructuras sociales, las HORIZONTALES,
donde las obligaciones, las responsabilidades y los deberes se repartirían por
igual, y así el mal es menos mal y el bien es más bien.
Pero necesitamos un líder que nos diga qué tenemos que hacer, dicen
algunos, y si dice de ir a la guerra, a matar, ¿lo aceptamos? Sí, porque él
sabe lo que hay que hacer, craso error, sabe lo que hay que hacer según su ego,
interés económico y demás, pero nunca lo que le conviene al pueblo, porque para
él, para el líder, el pueblo no significa absolutamente nada, así que apostamos
a que cada cual sepa gobernarse a si mismo, sin líderes y uniéndose a los demás
en un bien común.
©SALOMÉ MOLTÓ, poeta y escritora española
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO
ARGENTINA
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