EL MIMO
Caminar por el Paseo de
Gracia, es un constante descubrimiento… En dirección a la Plaza Catalunya,
cuesta un poco más, el camino se va empinando… a la vuelta es bajar casi
apurando el paso… En las plantas bajas, casi todos los edificios tienen salones
comerciales pero alzando la vista se ven artísticas rejas y balcones con la
historia particular o colectiva, de sus ocupantes.
Dan pena, algunos balcones
desnudos de flores y plantas, pero aún más, los tallos resecos que acompañan
casi siempre a una hipotética situación de abandono… Ya sea de inquilinos o por
la clara imagen de alguien, que ya no tiene la hermosa ilusión de cuidar una
planta, atisbar sus pimpollos y una tarde de primavera, asistir al deslumbrante
espectáculo de casi percibir el rayo de sol, que apresura la plenitud de su
paso a una rosa aterciopelada
Cada rostro que se cruza en el
camino es una historia. Las jóvenes con los últimos adelantos de la moda,
recorren las casas con escaparates coloridos y maniquíes luciendo lánguidamente
los últimos modelos de París, quizá auténticos, quizá copiados hábilmente por
alguna modista ingeniosa. Grupos de
turistas chinos, siguiendo el paraguas en alto de la guía catalana, últimamente
guiándolos a través de un micrófono sujeto en su pecho. Hasta hace poco, se
reunían en corrillo, hasta que ella les relataba historia o arte como
complemento de cada monumento o casa, fuente o museo…
La pareja de ancianos,
abrigados y lentos, tomados del brazo hasta entrar en la cafetería.
El ama de casa, con su carrito
para el mercado, la anciana, paseando a su perrita, los pianistas, en la plaza
frente al Banco, con su bote a medias tendrán que seguir unas horas más, para
poder comer una tapa cada uno…...Frente a la terraza de la plaza del Pino, hay
un artista de oficio que con solo caminar en veinte metros, primero despierta
la curiosidad de la gente, simplemente caminando con su bombín y una especie de
smoking… De pronto, comienza a caminar muy junto de alguna pareja o señora
sola, o familias con niños… Sólo como buen mimo, imita alguna particularidad
del elegido, con infinito respeto sin
ningún movimiento o mirada hacia quien
acompaña, lo saluda respetuosamente haciendo un ademán hacia su sombrero… La
gente, de la terraza, ya va sonriendo… El mimo, elige ahora a otro caminante,
imita su modo de caminar o ademán de llevar al perrito, o sacándose el smoking
a medias… Allí, deja al elegido, que sonriendo se aleja… Dos jóvenes alemanas
entran sin saber de qué se trata al ámbito de actuación del mimo… Inmediatamente,
él se acerca (con las sonrisas ya del público), detiene su paseo al notar las
risas y aplausos de los que están en las mesas… El mimo, calculando los
tiempos, sabe que llegó el momento de saludar con su bombín, al mismo tiempo
que se acerca al público con una sonrisa y recoge artística y elegantemente,
una lluvia de euros…
©YOLANDA ELSA SOLÍS MOLINA, poeta y
escritora argentina
MIEMBRO HONORÍFICO DE
ASOLAPO ARGENTINA
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