LAS DOS ESPAÑAS
“Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.”
Los versos der nuestro poeta y filósofo, el inmortal Machado son como un
bisturí que rasga con la palabra desnuda. Mas, siendo demasiado serios tratemos
de expresarlos con cierto desenfado.
Hay relatos de difícil
comprensión cuando se quiere ahondar en su literalidad. En el momento que dos
partes se oponen diametral y visceralmente, los argumentos de una son
rechazados con un “tú más”, y así no hay manera de entenderse. Por eso, en
ocasiones hay que arroparlas con ciertas pinceladas poéticas. Y es que la
política se ha metamorfoseado no pocas veces en un espectáculo grotesco.
Los conceptos derecha e
izquierda nacieron de la insurrección francesa. Los diputados de la Asamblea se
dividieron en dos grupos enfrentados. De un lado estaba la “Gironda”, que se
situó a la diestra del Presidente, y del otro la “Montaña”, a la siniestra. Los
primeros deseaban restaurar el orden monárquico, en tanto que sus oponentes se
decantaban por el revolucionario, concluyendo con la época del Terror.
Parece como si los
líderes se hubiesen vaciado de ideas, y tal predijo Marx, lo que impera es la
miseria de las ideologías. Así, la actual política se ha convertido en un
enfrentamiento de valores y contravalores, de buenos y malos. En suma:
antagonismos por la supremacía. Todos dicen servir al pueblo, pero mucho viven
a su costa. Es el reclamo del poder.
El bipartidismo ha
acabado por engendrar una serie de abortos en cadena, que son los
“sub-partidos”, los cuales procuran su propio clientelismo, generándose no poca
confusión a la hora de configurarse un vencedor. Los perdedores unidos pueden
alzarse con la poltrona y los que ganan, perderla. Si el bipartidismo ha
concluido agotando el sistema, la alternativa no es mejor. Se impone saberse
qué y a quién se elige. Pero antes de los comicios, no después. Tal vez por
eso, empieza a especularse con retomar el mal menor, es decir, optarse entre
dos y no entre una docena de banderías. Los acuerdos de los bloques han de
adoptarse antes de las elecciones, constituyéndose en uno solo, ofreciendo cada
cual el programa resultante de la suma de sus integrantes. Después, allá cada
cual con su sufragio.
Así las cosas, se
alumbró a una nueva facción, virginal y pura, que respondía a las siglas “P.U”
(Política útil)
Y como no estoy- ni
creo que ninguno de ustedes, sean del país de la piel de toro o cualquier otro
de la geografía mundial, ya que los problemas no difieren mucho en el fondo-
para muchos experimentos, pues el país no avanza desde los tiempos en los que se decía que en España nunca se
pone el sol, en parte por las políticas aplicadas y
quienes las administraban, amén de que tanto galos como anglófilos hicieron
todo lo posible por perjudicar los intereses patrios, con mayor razón y pese al
escepticismo por los modernos salva patrias, tragándome mi incredulidad y
dudando (una vez más) de si sería algo diferente, acudí al mitin inaugural.
Antes, quien tenía que
convencernos con su programa acudía elegantemente vestido y aseado. Ahora, los
tiempos han cambiado, y el orador bien puede ser un sujeto que viste vaqueros
descoloridos y agujereados, con aspecto canalla y sin rasurarse. Y tras
estudiar al auditorio, comenzó a desgranar el rosario de promesas que todos
esperamos y deseamos oír. (sic)
Sus primeras palabras
fueron “puedo prometer y prometo”, -de la traducción latina sic erat scriptum-, que un eximio gobernante acuñó en sus mítines durante la primera
etapa de la Transición española.
A la banca la obligaría
a conceder préstamos con bajos intereses. A los representantes públicos les
exigiría que hubiesen cursado la carrera de politología, ser tecnócratas
experimentados y someterse a un examen previo que lo acreditase. Nada de
advenedizos puestos a dedo por los partidos, a los que nadie conoce, y cuyo
único mérito es la fidelidad a su amo. Fin a la corrupción. Había que acabar
con los mangantes. Los salarios de los servidores públicos habrían de
reducirse. Demasiada gente en la casta ganando pingües sueldos para lo mal que
gestionan el país. Revocación de las leyes nefastas que dividen a los
españoles, promulgadas por anteriores gobiernos (¿en qué cabeza cabe, tras
haberse superado durante el periodo de la transición los enfrentamientos de
guerra civilista, retomar el tema y volver a traer rencores superados?). ¿Y qué
decir de la alianza de civilizaciones, que conducen a que esas culturas ajenas
a las de Occidente- y que nos han costado dos milenios en consagrar a duras
penas- penetren en ellas como el cuchillo en la mantequilla, sin renuncia o
merma en las suyas propias? (Por si no se entiende y entre otras medidas, si 50
millones de almas viven en Europa, adquieren la nacionalidad y procrean más que
los nativos ¿no acabarán imponiéndose?
Algo importante: el
obligado cumplimiento de las promesas electorales. Nada de ofrecer soluciones y
traer calamidades. Nada de recibir una economía saneada y entregar paupérrimas
las arcas del Estado. Por eso, los gobernantes, una vez finalizado su mandato
deberían ser sometidos a juicio para reconocérseles los méritos (no hace falta
la concesión de un marquesado o ducado alguno, que puede interpretarse en estos
tiempos como facha), o por el contrario ser enjuiciados por un tribunal
popular.
(Hasta aquí, y como
introducción, he de confesar que no me desagradó lo que decía, aunque no pude
evitar preguntarme, que, de ser así, serían escasos los aspirantes a
estadistas)
Nuestro partido va a
cambiar las cosas- prosiguió impertérrito, y hasta diría que envalentonado, al
observar la sonrisa boba dibujada en la mayoría de los rostros- ¿Cuál es el
principal problema que tenemos los españoles? ¿El paro y la precariedad en el
trabajo? ¿Las hipotecas y los desahucios? ¿Acaso la corrupción imperante en y
de los partidos y sus correas de transmisión? ¿Los jóvenes sin porvenir? ¿Tal
vez los hijos, que no pueden abandonar la casa de sus padres para
independizarse? ¿El endeudamiento con Bruselas que tenemos y que nos va a
venir, como consecuencia del virus? ¿Será el problema de las Autonomías, que ni
derechas e izquierdas saben solventar, pero que nos cuestan millones de euros,
y todos nos preguntamos para qué sirven realmente? ¿Será la inseguridad
ciudadana y la violencia doméstica? ¿El feminismo radical y rancio? ¡No! - se
le escapó un grito agónico, torciendo el gesto- El obstáculo que se interpone
ante todo es el de la división de la Patria (que no se interprete como una
apropiación de la derechona)- precisó el término- en dos corrientes
ideológicas. Mejor dicho, en tres- puntualizó-: los nacionalistas, los conservadores y los progresistas.
Pues
bien- prosiguió desbrozando su programa-, nosotros hemos concebido la solución.
El unánime clamor de un
sonoro ¡Ooh! Inundó la sala.
-
Para ello dividiremos
el mapa del país en tres partes. El primero para las dos autonomías históricas
que realmente pueden ser consideradas nacionalistas (el resto, sabemos que se
adhirieron para no ser menos en el reparto de la tarta), a las que
concederíamos lo que machaconamente vienen pidiendo, aunque para ello habrían
de devolver a las demás todo lo que han recibido del Estado para su
industrialización desde la unificación de los reinos que configuraban el país
allá por la Edad Media.
El mapa restante se dividiría en dos partes,
practicándose políticas de droits et gauches, viniendo a convertirse
durante los cuatro años siguientes en dos naciones con economía propia.
Llegado a este punto
del discurso algunos comenzaron a cuchichear e incluso fueron abandonando el
local, pero el “espartano” prosiguió desgranando su programa como si tal cosa.
Cada bloque agrupará en
torno a sí a sus afluentes ideológicos, de manera que al elegir se sabrá qué
ofrecen cada uno, y también qué es lo que se vota, ya que las corrientes
radicales estarán integradas antes de los comicios, y no después, alterando la
voluntad del sufragista, que vota a uno y resulta ganador la suma de
perdedores. ¿De qué sirve proclamarse de izquierdas si se vive como nuevos
burgueses? ¿De qué de derechas, si se mantienen las desigualdades?
El dicente derramó su
mirada de águila miope por encima de las conchas de sus gruesas lentes, al
tiempo que un par de abueletes con cara de aburridos desfilaban en busca de la
puerta.
Si confían en nosotros
ya no tendrán excusas por el incumplimiento del programa, pues no podría
achacarse a la odiosa oposición. Unos conservarán como unidad monetaria el euro
y otros retornarán a la peseta. También podrán elegir entre mantener las
relaciones con Occidente, y a la cabeza los yanquis, o con el Este y el mundo
islámico. Optarse por la enseñanza privada- mejor preparación- (¿si no, por qué
mandan los políticos a sus hijos a los colegios privados?) y la pública (más
igualitaria). Y otro tanto con la Sanidad (bien se ha visto de las carencias al
paso de la plaga bíblica) También, decantarse por la protección de la vida en
sus diferentes etapas o “vender” el producto para incrementar el caladero de
los votos.
El eco de sus palabras
fue interrumpido por el ronroneo de unas mujeres con caras estiradas y el
consiguiente movimiento de sillas, que, puestas en pie profirieron en
delicadezas contra el conferenciante, dejando aún más vacía la sala.
Optarse por un modelo de
familia: la tradicional, esto es, padre y madre, o la otra, compuesta por dos
madres o dos padres. Prohibirse o legalizarse las drogas. Diferentes sistemas
económicos: propiciarse el ahorro, la inversión para el futuro, o una política
de gastos, hipotecándose a la Nación (después vendrán los acreedores y exigirán
ser pagados, y no pudiendo respondérseles se declarará al Estado en bancarrota,
y por consiguiente su rescate, elevándose el endeudamiento). Elegirse entre
laicismo (¿qué es la historia del materialismo dialéctico sino el fracaso del
proyecto humano?) y la religión. Uno de los bloques se decidirá por la sociedad
del libre mercado, esto es, el mundo liberal, y el otro por el de la
privatización, asumiendo el Estado el papel de garante, cercenando la
creatividad a costa de la seguridad (hasta dónde puedan, como ha quedado
acreditado con los sistemas comunistas) El Pueblo está exhausto de pagar
impuestos, pero ¿hasta qué punto son rectamente administrados? Uno los
incrementará y el otro podrá reducirlos, a expensa de aumentar el endeudamiento
externo o poner freno a los gastos necesarios.
Llegado a este punto
observé que el resto de los concurrentes habían hecho mutis. Entonces, el
melenas clavó sus pupilas en las mías, interpelándome.
La gente no tiene ya fe
en los que les mandan. Lo que nosotros proponemos, no es sólo desterrar el
pluripartidismo, tan letal como se ha visto, donde cada cual busca sus propios
intereses, sin importarle el costo para el resto del País, sino ir más allá y
poder prescindir incluso del bipartidismo, quedando al final un solo bloque
para así cohesionar la Nación bajo una misma bandera, un mismo credo y una sola
lengua. Pero, ¿usted no se va?- me miró
con cierta extrañeza.
-
Dígame una cosa: ¿qué
pasaría después de los cuatro años? - quise saber la conclusión.
-
Lo tenemos todo
planificado- me respondió categórico- Al
término de ese tiempo se valoraría la situación actual de cada uno de ellos, y
en consecuencia, se reunificaría el país bajo la égida y la política del que mejores
resultados hubiese obtenido. Esto es, una sola España unida y potente.
-
Estamos solos- recorrí
rápidamente la sala con mirada de lince- Déjeme preguntarle una cosa. ¿Usted se
cree todo lo que ha dicho? ¡Dígame la verdad!
-
Yo no. ¿Y usted? - me
sorprendió con su laconismo.
-
Confieso que me ha
hecho dudar. La situación es tan frustrante que la gente necesitamos un poco de
esperanza, aunque sepamos que nos engañan.
-
Pues eso mismo es lo
que me digo yo para estar aquí. Ya ve que los políticos somos todavía de alguna
utilidad, a pesar de vender humo tantas veces.
©ANGEL MEDINA,
poeta y escritor español
MIEMBRO HONORÍFICO DE
ASOLAPO ARGENTINA
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