EL SABOR
DEL SILENCIO
En estos días de confinamiento, de
compañía con uno mismo, hemos tenido que saborear y convivir con el silencio.
Un silencio atronador, a veces, cuyo aroma desconocíamos. Imágenes, que nunca
hubiésemos imaginado, aparecen por doquier. En ocasiones, es un sabor demasiado
amargo, que solo la esperanza de que lo mejor está por llegar lo endulza; en
otras, es un viaje al interior en el que uno aprende que no se está tan mal con
uno mismo, que la propia compañía también es necesaria. Mucho se ha escrito
sobre ello.
Es
el silencio impuesto el que atormenta y no el cotidiano, ese que deshace
miedos, sospechas y desazones, es decir, el silencio que cada uno tiene que
lidiar cada día de su vida.
¿Se
extinguió la pasión de los amantes? ¿Adónde fue? Los sentidos despertarán del
letargo y la brisa besará nuestro rostro, ahíto por recibir las nuevas
sensaciones. Un simple roce generará el gozo, igual que aquella mirada que
nunca se olvida.
Los
que sienten amor, amor a sus semejantes, resurgirán. Los otros llevan implícita
la caída al abismo. Estos notarán un sabor agrio, que el paladar no sabrá
descifrar y en el silencio de los tiempos anidarán. Para los que aman el sabor
les producirá un deleite inalterable.
Como
muy bien dice Gustavo Cerati, cantante y compositor argentino: “El silencio no
es tiempo perdido” y, para Francis Bacon “el silencio es el sueño que nutre la
sabiduría”.
El
sabor del silencio es incierto, pero siempre habrá momentos para disfrutar y,
cuando el ahogo aceche, brindaremos con la copa de la vida bien alta,
conocedora de lo que existió, existe y existirá. El camino oscuro verá la luz,
y con nuestras manos alzadas cantaremos bien alto para dejar constancia de lo
que nunca más deberá suceder.
La
paz ansiada se instaurará en nuestra mente y degustaremos la savia nueva que
engendra la sabiduría. El sabor del miedo entonces será anodino. Caminaremos lo
mejor posible.
Refiere
Aristóteles: “La magnanimidad o grandeza de ánimo, según el nombre nos lo
muestra, también consiste en cosas grandes”, y los estoicos sostienen que a la
virtud se llega por el saber. Sospecho que el sabor que da la sabiduría debe
ser agradable, pero no todos la prueban.
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO
ARGENTINA
Muy acertado este comentario, creo que somos muchos que así lo pesamos, aunque casi nadie lo exprese. Gracias
ResponderEliminarSalomé
El silencio tiene un valor distinto para cada uno de nosotros. Lo que para algunos puede ser vivido como una oportunidad para reencontrarse consigo mismo, para otros puede resultar insoportable.
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