JEAN PAUL SARTRE, A 44 AÑOS DE SU FALLECIMIENTO
La vigencia de un
pensador
Sartre
caminaba las calles junto a jóvenes de izquierda que repartían panfletos. La
policía los llevaba detenidos. Antes de una hora el mismo general Charles De
Gaulle –entonces presidente de Francia – se comunicaba telefónicamente con la
comisaría para ordenar la liberación del filósofo, expresando con énfasis:
"¡Uno no pone preso a Voltaire!"
Así
eran las cosas con este hombre que revolucionó la Filosofía del siglo XX y cuya
obra continúa vigente y siempre en agitado debate. Como él lo habría deseado,
dicho sea de paso.
Sartre
nació el 21 de junio de 1905, en La Rochelle, localidad francesa sobre el
Océano Atlántico. De adolescente se interesó por la Filosofía y toda su vida se
dedicó a ello. En su temprana juventud conoció a Simone de Beauvoir – quien
también sería notable filósofa, novelista y ensayista; además de pionera del
feminismo – y fue entonces cuando sellaron el pacto de que ambos serían su
respectivo "amor necesario" pudiendo tener todos los "amores
contingentes" que decidieran; siempre y cuando se lo contaran todo, no
escondieran, ni mintieran, ni se engañaran en nada. Así vivieron todas sus
respectivas existencias.
Un
párrafo aparte merece, llegado a este punto, advertir que la idea de "poliamor",
surgida en este siglo XXI, de años, a través de los medios masivos de difusión
y ofrecida como una gran novedad, ya se practicaba en la primera mitad del
siglo XX. Al menos, Sartre y Simone, y unos cuántos de sus seguidores así lo hicieron.
Empero, este tipo de vínculo implicaba la exigencia de que cada uno de ambos
comentara libremente al otro los vínculos que estaba manteniendo. Sin engaños.
Sin mentiras. Sin tergiversaciones. Lealtad y honestidad.
Además de por la lectura de sus libros, pude discernir mejor el pensamiento sartreano a través de las enseñanzas que me otorgó el escritor y ensayista argentino Juan-Jacobo Bajarlía; sobre todo para entender bien qué es el "existencialismo."
Vida cotidiana
Sobre
cómo era Sartre en la vida cotidiana, sus costumbres y actividades, tuve los
comentarios del hidroescultor Gyula Kosice quien había compartido numerosas
jornadas durante su prolongada estadía en París.
Entre
esas impresiones íntimas que sólo pueden tenerse "estando al lado",
recuerdo a Kosice diciéndome: "Físicamente era feo, desagradable, pero
alcanzaba con que comenzara a hablar para que – de inmediato – tuviera la
atención de todos." "Es más, no había mujer que no se enamorara de
él."
Demos
ahora la palabra a Jean-Paul Sartre.
Unos
párrafos esenciales para conocer con mejor precisión su pensamiento y, en
particular, el para qué de su vida.
"Pero
existe una jerarquía y la jerarquía pone a la Filosofía en segundo lugar y a la
Literatura en el primero. Deseo obtener la inmortalidad por la Literatura; la
Filosofía es un medio para alcanzarla. Pero, para mí, la Filosofía no es un
valor absoluto, porque las circunstancias cambiarán y llevarán consigo cambios
filosóficos. Una filosofía no es valedera para el momento, no es algo que se
escriba para los contemporáneos; especula con realidades intemporales, y
forzosamente será superada por otras, porque habla de la eternidad. Habla de
las cosas que sobrepasan con mucho nuestro punto de vista individual de hoy; la
Literatura, por el contrario, hace el inventario del mundo presente, el mundo
que descubrimos a través de las lecturas, de las conversaciones,de las pasiones
y de los viajes. La Filosofía va más lejos, considera, por ejemplo, que las
pasiones de hoy son pasiones nuevas que no existían en la antigüedad; el
amor…"
Sartre recibió el Premio Nobel de Literatura en el año 1964. Pero lo rechazó. Y la causa de tal decisión fue que, en toda su vida, siempre sostuvo que un intelectual debía rechazar todo reconocimiento y distinción pues la actividad entre la persona y la cultura debe desarrollarse de manera directa, sin pasar – ni utilizar, ni pertenecer – por las instituciones que el sistema imperante haya establecido.
Libertad y responsabilidad
Entendemos
que la esencia de su filosofía reside en el concepto del ejercicio pleno de la
libertad y en su sentido concomitante de la responsabilidad personal. Sartre
expresa, en una entrevista que le fuera realizada pocos años antes de su
muerte, en que siempre estuvo convencido de que «El hombre se hace a sí mismo.»
Este
punto es, a nuestro juicio, piedra basal del pensamiento sartreano pues
disuelve todo fundamento a ideas como la de "destino." No hay tal
cosa, ni cifra prefijada. Cada persona, de acuerdo a las decisiones que toma
tanto como las que no toma, va construyéndose.
Sartre
consideraba que el humano está condenado a ser libre. Así lo expresaba.
En
"El existencialismo es un humanismo" (1945) leemos: "El hombre
es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere,
y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este
impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace.
Este es el primer principio del existencialismo."
"La
existencia precede la esencia", es uno de sus postulados filosóficos. Es
que el existencialismo sostiene la idea de que, antes que nada, el ser humano
existe; no viene predeterminado, sino que es responsable de su existencia y
como tal de sus acciones, de sus decisiones, de sus conductas. En este punto,
nos permitimos una inferencia lógica. Es la siguiente. Entendemos que hay
esencias que preceden a la existencia. Y este es el sitio dónde mayor
responsabilidad cabe a cada persona para la creación de sí mismo. Pues la
condición humana permite – precisamente – que cada quien toma la decisión de si
va a desplegar – o no – esas esencias que le han sido dadas al momento del
nacimiento. Buen tema para interrogarse, debatir y reflexionar en este siglo
XXI.
El
15 de abril de 1980, a los 74 años de edad, Sartre desencarnó en el hospital de
Broussais tras una enfermedad pulmonar que había comenzado a afectarlo desde
muchos meses antes.
El
20 de abril fue enterrado en el cementerio parisino de Montparnasse. Tuvo el
acompañamiento de alrededor de 20.000 personas. Inequívoca evidencia de quién
era, para la gente, ese filósofo, escritor y persona comprometida con su tiempo
y con la Humanidad. Cuando Simone salió del auto en el que siguió al coche
fúnebre, emergió su figura esbelta con el cabello envuelto en su ya clásico
pañuelo. Justo entonces, la multitud estalló en un espontáneo e inesperado
aplauso que se mantuvo por minutos. La"ceremonia del adios", como el
filósofo había denominado una década antes, quedaba completa. El cuerpo de
Sartre sepultado. Su obra seguiría viva hasta hoy y, sin dudas, extendiéndose
hacia el futuro.
ANTONIO LAS HERAS, Buenos Aires, Argentina
MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA
Doctor en Psicología Social, filósofo, historiador y escritor.
"Atrévete a vivir en plenitud", es su más reciente libro.
www.antoniolasheras.com
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