¿EXISTEN LA BUENA Y LA MALA SUERTE?
“Lo que pasa es que yo tengo tanta mala
suerte...”, escuchamos decir a menudo. Quienes así se expresan parten de una
base falsa: porque nadie tiene buena o mala suerte.
Lo que si hay son esquemas de pensamiento que producen hechos favorables o
desfavorables de acuerdo a las decisiones que cada uno vaya tomando en su vida.
Por algo un sabio y antiguo refrán afirma: “La suerte llama a la casa de quien
está preparado.”
¿Qué es esto de “buena” o “mala”
suerte? El tema se relaciona con las supersticiones y tiene raíces reales.
¿Por qué se dice que el día viernes es de mala suerte? Ocurre que así lo afirmaban reyes y sacerdotes de la Mesopotamia y, entre los cristianos, se atribuye el hecho de que Jesús fue crucificado ese día.
Hay quienes consideran al mes de mayo
desgraciado, lo que en buena medida tiene antiquísimo origen en que los romanos
- en sus tiempos imperiales- hacían en ese mes las ofrendas
a los muertos. Hoy, ya iniciado el siglo XXI, aún hay quienes
consideran que les traerá mala suerte la celebración de un casamiento o la
visita a parientes lejanos durante mayo.
“En martes no te cases ni te
embarques; ni de tu casa te apartes”, reza un tradicional refrán. Y, en este
caso, el término “embarques” no hay que tomarlo sólo como el hecho de no subir
a un barco o cualquier medio de transporte. Lo que la frase quiere transmitir
es que en día martes no hay que iniciar ninguna
actividad que uno juzgue de importancia. Por eso la advertencia de
que conviene quedarse en el lugar donde uno reside.
“Cuidado con lo que hagas un martes
13″, advierten muchos.
¿Cuál es la causa de esta aversión
por el día martes? Pues ocurre que ese es el día que está dedicado, desde
tiempos milenarios, al planeta Marte – también conocido como el Planeta Rojo
por la coloración que exhibe a ojo desnudo – y que fue considerado el dios de
la guerra. Guerra. Sangre, conflicto, desgracia… de allí a afirmar que nada había que hacer en dicha jornada hubo
sólo un paso.
¿Por qué al romper un espejo o
derramar la sal tendremos “mala suerte”? No diga que no ha sentido inquietud
alguna vez que, accidentalmente, derramó un frasco o un paquete de sal.
¿Usted cree en estas cosas?
Cualquiera sea la respuesta, la sugerencia es la misma: conviértase en alguien capaz de provocar su “buena” suerte con
cada conducta diaria. Porque todo tiene su origen en cuáles son los
esquemas de pensamiento que dirigen las decisiones que cada uno decide tomar… o
no tomar. Si está convencido que un viernes 13 o la sal derramada le
ocasionarán malos momentos, estos sucederán. Pero no a causa de la “mala
suerte” sino por, sin buscarlo conscientemente, habrá estado haciendo lo que no
le conviene.
Si usted asegura que “no cree” en
estas supersticiones populares, su psiquismo profundo (lo inconsciente) tal vez
pueda creer. Esos temores ocultos le harán obrar mal ocasionando trastornos
que, inesperadamente, afectarán su entorno: pareja, familia, amigos,
negocios. Todo sucederá en su vida según sean las
programaciones mentales que haya su mente albergue. La “buena
suerte” es, simplemente – y nada menos – que el resultado de la práctica
cotidiana del pensamiento racional reflexivo positivo creativo proactivo.
Es cuestión de entrenar el
pensamiento. Tener siempre en cuenta la parte llena del vaso que tiene agua
sólo hasta la mitad. Si usted se atiene a lo que falta, a lo que ya no está o a
lo que pudo ser pero no fue… entonces la supuesta “mala suerte” habrá de
presentarse.
Vamos a un ejemplo que sintetiza todo
lo aquí ya expuesto.
Una mañana fría y destemplada,
alguien caminando por una vereda solitaria advierte en el suelo una cosa
parecida a un lingote de oro. Va apurado, quejándose del clima, concentrado en
dificultades que no está resolviendo y, por ello, aun habiéndose dado cuenta
que puede estar frente a un lingote de oro abandonado, sigue camino sin
detenerse.
Instantes después pasa un segundo
transeúnte que también observa el lingote. Se detiene. Se aproxima. Lo mueve
empujándolo con uno de sus pies y nota que tiene el peso que correspondería a
un lingote de oro de ese tamaño. Justo antes de agacharse a recogerlo, piensa:
“¿pero quién va a dejar oro y de este peso tirado en una vereda?” Por ello
detiene la búsqueda, le da una patadita final y sigue su camino.
Aparece una tercera persona que,
notando el lingote, se detiene, lo mueve un poco con el pie y comienza a
agacharse para agarrarlo y llevárselo. Apenas inicia el movimiento nota que
está lleno de barro, sucio… ”¡No me voy a manchar las manos y, en una de esas,
esto es sólo algún metal barato!”, piensa. Por lo que desiste y sigue camino.
Llega entonces otro caminante. Va con
paso tranquilo, parece que estuviera pensando pero no por ello deja de prestar
atención a la belleza de esa mañana. Fría. Es cierto. Destemplada. También es
cierto. Pero de cielo despejado, con un sol invernal cuyos rayos provocan raros
y llamativos reflejos entre las ramas secas de la arboleda. Es entonces cuando
advierte al lingote allí tirado. Se aproxima y una vez teniéndolo a sus pies se
agacha, lo toma entre sus manos, le saca el pasto y le limpia el barro y la
suciedad acumulada. Descubre que no hay duda que se trata de un verdadero
lingote de oro. Lo toma y se lo lleva contento.
A media cuadra de allí, se encuentran
los anteriores transeúntes - aquellos que desperdiciaron la oportunidad de
enriquecerse con la obtención del lingote- quienes están en la parada de un
colectivo aguardando el transporte. Se dan cuenta que cada uno pudo ser el
beneficiario pero que por no haber pensado con criterio positivo dejaron pasar
la ocasión. Se miran entre ellos. Y al unísono comentan: “¡Qué suertudo!” “¡La
suerte que tuvo este”.
La suerte tanto como la “mala suerte”
sólo está en la mente de cada persona. Es la decisión de uno mismo lo
que lleva a una u otra de las situaciones. Somos lo que pensamos.
Desarrollemos -sobre todo en los momentos más difíciles de la vida-
pensamientos creativos, constructivos que nos lleven a la concreción de los
deseos positivos de vida que albergamos y aún no hemos concretado. Hagámonos responsables de los actos de nuestra vida.
ANTONIO LAS
HERAS, Buenos
Aires, Argentina
MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA
Doctor en Psicología Social,
parapsicólogo, filósofo, historiador y escritor
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