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domingo, 14 de abril de 2024

¿EXISTEN LA BUENA Y LA MALA SUERTE? - Antonio Las Heras, Buenos Aires, Argentina

 


¿EXISTEN LA BUENA Y LA MALA SUERTE?


 “Lo que pasa es que yo tengo tanta mala suerte...”, escuchamos decir a menudo. Quienes así se expresan parten de una base falsa: porque nadie tiene buena o mala suerte. Lo que si hay son esquemas de pensamiento que producen hechos favorables o desfavorables de acuerdo a las decisiones que cada uno vaya tomando en su vida. Por algo un sabio y antiguo refrán afirma: “La suerte llama a la casa de quien está preparado.”

¿Qué es esto de “buena” o “mala” suerte? El tema se relaciona con las supersticiones y tiene raíces reales.

¿Por qué se dice que el día viernes es de mala suerte? Ocurre que así lo afirmaban reyes y sacerdotes de la Mesopotamia y, entre los cristianos, se atribuye el hecho de que Jesús fue crucificado ese día.

Hay quienes consideran al mes de mayo desgraciado, lo que en buena medida tiene antiquísimo origen en que los romanos - en sus tiempos imperiales- hacían en ese mes las ofrendas a los muertos. Hoy, ya iniciado el siglo XXI, aún hay quienes consideran que les traerá mala suerte la celebración de un casamiento o la visita a parientes lejanos durante mayo.

“En martes no te cases ni te embarques; ni de tu casa te apartes”, reza un tradicional refrán. Y, en este caso, el término “embarques” no hay que tomarlo sólo como el hecho de no subir a un barco o cualquier medio de transporte. Lo que la frase quiere transmitir es que en día martes no hay que iniciar ninguna actividad que uno juzgue de importancia. Por eso la advertencia de que conviene quedarse en el lugar donde uno reside.

“Cuidado con lo que hagas un martes 13″, advierten muchos.

¿Cuál es la causa de esta aversión por el día martes? Pues ocurre que ese es el día que está dedicado, desde tiempos milenarios, al planeta Marte – también conocido como el Planeta Rojo por la coloración que exhibe a ojo desnudo – y que fue considerado el dios de la guerra. Guerra. Sangre, conflicto, desgracia… de allí a afirmar que nada había que hacer en dicha jornada hubo sólo un paso.

¿Por qué al romper un espejo o derramar la sal tendremos “mala suerte”? No diga que no ha sentido inquietud alguna vez que, accidentalmente, derramó un frasco o un paquete de sal.

¿Usted cree en estas cosas? Cualquiera sea la respuesta, la sugerencia es la misma: conviértase en alguien capaz de provocar su “buena” suerte con cada conducta diaria. Porque todo tiene su origen en cuáles son los esquemas de pensamiento que dirigen las decisiones que cada uno decide tomar… o no tomar. Si está convencido que un viernes 13 o la sal derramada le ocasionarán malos momentos, estos sucederán. Pero no a causa de la “mala suerte” sino por, sin buscarlo conscientemente, habrá estado haciendo lo que no le conviene.

Si usted asegura que “no cree” en estas supersticiones populares, su psiquismo profundo (lo inconsciente) tal vez pueda creer. Esos temores ocultos le harán obrar mal ocasionando trastornos que, inesperadamente, afectarán su entorno: pareja, familia, amigos, negocios. Todo sucederá en su vida según sean las programaciones mentales que haya su mente albergue. La “buena suerte” es, simplemente – y nada menos – que el resultado de la práctica cotidiana del pensamiento racional reflexivo positivo creativo proactivo.

Es cuestión de entrenar el pensamiento. Tener siempre en cuenta la parte llena del vaso que tiene agua sólo hasta la mitad. Si usted se atiene a lo que falta, a lo que ya no está o a lo que pudo ser pero no fue… entonces la supuesta “mala suerte” habrá de presentarse.

Vamos a un ejemplo que sintetiza todo lo aquí ya expuesto.

Una mañana fría y destemplada, alguien caminando por una vereda solitaria advierte en el suelo una cosa parecida a un lingote de oro. Va apurado, quejándose del clima, concentrado en dificultades que no está resolviendo y, por ello, aun habiéndose dado cuenta que puede estar frente a un lingote de oro abandonado, sigue camino sin detenerse.

Instantes después pasa un segundo transeúnte que también observa el lingote. Se detiene. Se aproxima. Lo mueve empujándolo con uno de sus pies y nota que tiene el peso que correspondería a un lingote de oro de ese tamaño. Justo antes de agacharse a recogerlo, piensa: “¿pero quién va a dejar oro y de este peso tirado en una vereda?” Por ello detiene la búsqueda, le da una patadita final y sigue su camino.

Aparece una tercera persona que, notando el lingote, se detiene, lo mueve un poco con el pie y comienza a agacharse para agarrarlo y llevárselo. Apenas inicia el movimiento nota que está lleno de barro, sucio… ”¡No me voy a manchar las manos y, en una de esas, esto es sólo algún metal barato!”, piensa. Por lo que desiste y sigue camino.

Llega entonces otro caminante. Va con paso tranquilo, parece que estuviera pensando pero no por ello deja de prestar atención a la belleza de esa mañana. Fría. Es cierto. Destemplada. También es cierto. Pero de cielo despejado, con un sol invernal cuyos rayos provocan raros y llamativos reflejos entre las ramas secas de la arboleda. Es entonces cuando advierte al lingote allí tirado. Se aproxima y una vez teniéndolo a sus pies se agacha, lo toma entre sus manos, le saca el pasto y le limpia el barro y la suciedad acumulada. Descubre que no hay duda que se trata de un verdadero lingote de oro. Lo toma y se lo lleva contento.

A media cuadra de allí, se encuentran los anteriores transeúntes - aquellos que desperdiciaron la oportunidad de enriquecerse con la obtención del lingote- quienes están en la parada de un colectivo aguardando el transporte. Se dan cuenta que cada uno pudo ser el beneficiario pero que por no haber pensado con criterio positivo dejaron pasar la ocasión. Se miran entre ellos. Y al unísono comentan: “¡Qué suertudo!” “¡La suerte que tuvo este”.

La suerte tanto como la “mala suerte” sólo está en la mente de cada persona. Es la decisión de uno mismo lo que lleva a una u otra de las situaciones. Somos lo que pensamos. Desarrollemos -sobre todo en los momentos más difíciles de la vida- pensamientos creativos, constructivos que nos lleven a la concreción de los deseos positivos de vida que albergamos y aún no hemos concretado. Hagámonos responsables de los actos de nuestra vida.

 

ANTONIO LAS HERAS, Buenos Aires, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA

Doctor en Psicología Social, parapsicólogo, filósofo, historiador y escritor

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