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domingo, 20 de febrero de 2022

ESA PARTE OSCURA..., Liana Friedrich, Rafaela, Santa Fe, Argentina



ESA PARTE OSCURA...

 

 Los golpes resuenan nítidos. Una, dos, tres veces...Es una trampa, sin duda. Ya desconecté el teléfono. (La luz estaba cortada, por falta de pago.) Pero eso no es suficiente...La puerta está ahí, separándome de ellos, ¿protegiéndome?...frágil,  débilmente, de ese otro mundo tan temido..., irreal, inconsistente...

  Cuando ellos entraron, derribando la puerta -después de haber golpeado inútilmente -, el ambiente viciado les sacudió el rostro con una cachetada de aire pesado, pegajoso, casi palpable... Fue necesario encender la linterna para ver mejor. La luz mortecina del atardecer volvía fantasmagóricas las sombras, moviéndose lentas, entrecortadas, como en secuencias arrítmicas...

    -El pececillo de los mares tropicales murió sofocado-observó como al pasar uno.

   -Es que en estos edificios antiguos la circulación de aire es tan escasa...-apuntó otro.

    Un juego de espejos distorsionaba las imágenes sobre la pared...

      -Esa es la máscara ceremonial massai.

      -¿Cuál? ¿Dónde?

      -Allá, junto a la ventana. Dicen que quien la use y atraviese el círculo de fuego, logrará la transposición...

     Releía los apuntes en mi libreta de notas. Me detuve en los síntomas previos a la posesión animal: sudoración, mareos, pupilas dilatadas...Sobre la pérdida posterior de memoria, todavía no había apuntado nada.(...)Yo soy el testigo perfecto. Pero tengo que ser más cuidadoso y grabar todo, todo, hasta el más mínimo detalle. Es necesario recomponer el rompecabezas, caminar hacia el verdadero ser.(...)

      Hacía un par de días que no daba señales de vida. Tampoco había concurrido a su trabajo. El teléfono, definitivamente, estaba desconectado. La vecina del "C" no lo saludó en el ascensor, como todas las mañanas...

         Es importante (casi excitante), al menos por un momento, sentirse uno mismo...( Un cosquilleo de placer me perturba, al recordar las etapas del proceso). Después de haber estado en guerra conmigo mismo todas estas semanas, contra mi propia inautenticidad, al fin he hallado la paz, porque la verdadera imagen se recompone en el espejo... Si planeo mi conducta, si acato meramente las reglas, no respeto lo que soy verdaderamente...

      Ellos ya habían estado allí antes. Lo presionaban a responder preguntas tan ontológicamente trascendentales como: ¿Quién es usted? ¿De dónde viene? ¿A dónde va?...

    Qué me importa...Que interpreten mis silencios...Total, eso es problema de ellos...Pero a veces necesitaría poder gritárselo a alguien...Contar cómo se ve el mundo a través de ojos-no-humanos. Pero... mejor, no-reflexiono cauteloso-. La farsa debe continuar. Mejor cuidarme, para que sigan creyendo en esta cáscara seudo-racional, que aparenta afeitarse todas las mañanas, vestirse convecionalmente, sentarse detrás de un escritorio...hablar sólo lo pactado... ¡Ja! A veces me aguijonea la tentación de mostrarles cuál es mi verdadera naturaleza, de compartir con ellos esta excitación metamórfica...Pero no, al final busco pretextos -muy racionales- y me sumerjo de nuevo en la mentira, pasaporte necesario hacia lo humano, que me permita seguir pretendiendo ser ese "algo" tan acartonado, cruel e insensible; tan distinto de mi verdadero "yo"...

  Sobre una mesita circular, casi al ras del suelo, apenas humeaban las velas apagadas, contorneando su borde con un festón ondulante de extraño aroma, casi salvaje como de hojarasca humedecida por la lluvia, fuerte como de resaca en bajamar; penetrante como el de esos hongos que medran en los troncos podridos, desgajados por la centella...

    El dar cuenta de mis emociones aumenta las alternativas de escoger qué quiero ser, y define más mi elección...Sólo de este modo podré incorporar las" partes" de mi zona oscura, que en primera instancia había rechazado, con una sensación irracional, parecida al horror, y entender entonces qué hago, qué siento, qué veo, cuando estoy del otro lado del espejo, una vez que atravieso, cada noche, el círculo incandescente...  Ser yo mismo incluye arriesgarlo    todo, intentar otra manera de ser, de aceptar el peligro de lo desconocido, de proseguir esta investigación hasta que se aclare definitivamente qué es lo que quiero, y aceptar mis deseos sin abrir más juicios...

    En el centro de la mesa, se encontraba un anotador, casi despedazado, con el lomo gastado y algunas hojas torpemente arrancadas. Otras aparecían visiblemente deterioradas, como rasgadas con furia...Una última nota, escrita con letra temblorosa y desgarbada, de rasgos casi ilegibles, confesaba: "Los resultados pueden llegar a ser impredecibles. Pero no hago ningún esfuerzo por retrotraerme a mi naturaleza inicial. Esta forma que mi cuerpo va adquiriendo en la transposición podría llegar a ser perpetua. Sin embargo, la recompensa reside en ceder a esa fuerza que me arrastra, irresistiblemente. Primero fue sólo indagar, ver qué ocurría, como rechazo a lo cotidiano, al aburrimiento masivo del simétrico hombre que gasta calles y miradas...Después fue la excitación de lo desconocido-ese estrecho camino de oscuridad, que iba abriéndose en reversa hacia la luz, vertiginosamente hacia atrás-y por último fue la sorpresa al comprobar que esa parte oscura de mí constituía mi verdadero ser... y que, curiosamente, me sentía orgulloso de serlo. Es que seguir viviendo en perpetua futilidad, de acto en acto condicionado, no servía para nada...Seguiría condenado a una continua frustración medida por horarios, planillas (más gritos del jefe)"...

   Retrocediendo rápidamente las hojas que quedaban, bajo la luz de la linterna, pudieron ver que la primera nota estaba fechada en Nyeri, Kenia, en pleno corazón de la sabana africana.

   De pronto, un ruido tintineante (como a copas volcadas) provino decididamente de la cocina. Allá fueron, tropezando torpemente con muebles y sombras indefinibles...Las ondas radiestésicas demostraban que "algo" viviente se hallaba muy cerca... Una ráfaga apenas imperceptible sacudió las cortinas que ocultaban las puertas corredizas, que daban al balcón-terraza. Siguieron una sombra que se escurría entre las plantas descuidadas, de monstruosas dimensiones, bajo la luz de la luna de abril... Entre ramas agitadas, creyeron ver el destello de unos ojos de pupilas reticuladas, de un verde casi fosforescente... Pero fue tan sólo un segundo, hasta que desaparecieron, eclipsados por las otras luces, en la tibieza de esa noche plácida.

 

©LIANA FRIEDRICH, Poeta y escritora argentina

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

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