Al cumplirse un siglo y medio de la primera edición de Martín Fierro, releer sus consejos no sólo es interesante, también permite ver la coincidencia con otras épocas y culturas.
Lo
cierto es que no sucede de ese modo. Esfuerzo, perseverancia, imaginación y
pensamiento racional son condiciones necesarias. Pero no suficientes. Porque la
confianza en uno mismo es raíz y esencia para que los deseos positivos de vida
tengan concreción y se mantengan en el tiempo.
Recordemos,
entonces, algunas de las estrofas del Martín Fierro atinentes
a lo que estamos ocupándonos: “Para vencer un peligro,/ Al cumplirse,
este año un siglo y medio de la primera edición del poema gauchesco Martín Fierro, se hace interesante
releer los consejos allí contenidos no
sólo por el valor, utilidad y actualidad que siguen teniendo sino – además –
por su coincidencia con otros emitidos en diferentes tiempos y culturas.
El
escritor y filósofo norteamericano Ralph W. Emerson (1803/1882)
ya había expresado mucho antes de que José Hernández publicara “La Vuelta de
Martín Fierro” que “el primer secreto del éxito es la confianza en uno mismo”. Esa “confianza” es,
precisamente, lo que llamamos “actitud mental positiva” que es capaz de
generar esquemas renovados de pensamiento para enfrentar exitosamente
dificultades y adversidades del habitual cotidiano vivir.
Antes
que contar con la ayuda que puedan – o no – prestar los demás, lo esencial es
contar con la certeza de que uno puede darse ayuda a sí mismo. “Nadie puede
dar lo que no tiene” afirma un refrán tradicional. Y es bien cierto.
Cuando no hay confianza en uno mismo difícilmente será posible otorgársela a
otro.
En
lugar de esa confianza tan necesaria, lo que se le otorga es algo del orden del
psiquismo infantil: un supuesto poder mágico. Así se le atribuye “al otro” la
capacidad – por el sólo hecho de ser famoso, estar en una función o ejercer tal
cargo – de hacer grandes cambios de inmediato, cual si se tratara de Merlín con
su varita, generando fantásticos beneficios para todos.
Salvar de cualquier abismo,/ Por esperencia lo afirmo,/ Más que el sable
y que la lanza/ Suele servir la confianza/ Que el hombre tiene en sí mismo”.
El “Tao
de los Líderes” sostenido en el ancestral Tao Te King, libro sapiencial atribuido al filósofo Lao Tse (561 a. J.), expresa
que “en la acción la oportunidad lo es todo.” Dicho de otro modo, quien
tiene confianza en sí mismo, está atento y no desaprovecha ni el tiempo, ni las
circunstancias. José Hernández también se ocupa de esto escribiendo: “Aprovecha
la ocasión/ El hombre que es diligente/ Y téngalo bien presente,/ Si al
compararla no yerro/ La ocasión es como el fierro/ Se ha de machacar en
caliente”. Indica Fierro la manera en que deben hacerse las cosas para que
salgan bien.
Y
aquí nos viene a la mente aquella advertencia del Antiguo
Testamento donde se asevera que Jehová vomita a los tibios. Esto
es: que la vida no admite ambigüedades y que los caminos fáciles siempre
conducen a finales desgraciados. A la vez, se pone en claro que la búsqueda de
lo que en apariencia se exhibe como “seguro” no es aquello que en verdad merece
atención. Ocurre que lo usual es que “seguridad” aparezca en la mente humana
como aquello que brinda algún índice de “comodidad”. Precisamente eso que desde
hace un par de décadas comenzó a llamarse “zona de confort.” Por
supuesto sólo se trataba de una ilusión y, como tal, un engaño de la
consciencia, para favorecer el consumo materialista.
“La comodidad es la carcelera de la libertad” afirmaba el
presidente John F. Kennedy.
Y,
una vez más, Martín Fierro despeja el sendero con total
claridad comentando cómo deben hacerse las cosas: “Siempre corta por lo
blando/ El que busca lo seguro/ Mas yo corto por lo duro/ Y así seguiré
cortando.”
©ANTONIO LAS HERAS, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORIFICO Y ASESOR CULTURAL DE ASOLAPO
ARGENTINA
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