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domingo, 8 de marzo de 2020

EL JINETE PÁLIDO, Liana Friedrich, Santa Fe, Argentina

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EL JINETE PÁLIDO

   Amarrado a la "Reja de San Pedro", alguien aguarda ser juzgado... Fue detenido justo antes de la salida del sol, tal como estaba escrito. La hora al fin ha llegado.
   Por la puerta del sud, rumbo al "Callejón de los Milagros", el jinete pálido avanza. Su figura, erguida sobre el caballo blanco, se recorta como en escorzo sobre el desparejo perfil del caserío aún en sombras... Su mirada destella ramalazos de luz gélida pero hermosa, como una aurora boreal.

  (Seríamos capaces de reconocer esos ojos hasta entre la multitud).

   Va vestido de negro, como un predicador... Pero, ¿quién es en realidad ese misterioso personaje? ¿Es acaso la misma muerte o un muerto viviente? ¿Un ángel guardián o un fantasma del Averno?


   (Como en la historia bíblica del Apocalipsis, vendrá a juzgar a los hombres... Ya hubo demasiados Mesías deambulando solitarios sobre la tierra yerma.)

   Tiembla el reo, aplastando su mísero despojo -tan sólo carne y nervios ateridos- resistiéndose ante la enigmática presencia...
   -Es Cheydk, el Príncipe del Fin del Mundo.- sentencia Nostradamus, confirmando su hipótesis, catorce siglos más tarde.
   -No, ese es Caifás, el sumo sacerdote, quien juzgará al verdadero Nazareno: al culpable de todos los pecados.- dice Pilatos, lavándose las manos nuevamente.

   Entonces, una voz blanca (síntesis acústica de todos los sonidos), más brillante que mil soles, abre como una llave mágica el arcano del tiempo, cifrando la clave de misterios milenarios en tan sólo breves instantes:

   -Ahora nos toca resucitar al hombre, porque él también murió con el Cristo... -expresiones de estupor se pintan en los rostros expectantes-. Sucede que con la crucifixión del Monte de los Olivos liquidamos todo de una vez: ideales, sueños, esperanzas, paz, amor... Hoy la humanidad está en ruinas - explica casi con suficiencia el ángel vengador- y la muerte del hombre común es necesaria para arribar a la iluminación, al Nirvana, al estado de Gracia: dejar de ser el "yo" para ser el "Todo".

   -Yo no creo en la magia de la crucifixión.- replica escéptico Merlín.-En la Edad Media, durante la Peste Negra, los pecadores, únicos depositarios del mal, eran recluidos en las montañas...
   -Sin saberlo, eres sabio.- lo interrumpe el que hace justicia con sus propias manos- ¿Acaso Moisés, Jesús, Mahoma, todos los grandes maestros no subieron a la montaña?...La montaña es el lugar sagrado por excelencia. Y lo creas o no, la "magia" sólo funciona según tu propia voluntad.- continúa diciendo, desviando ahora la mirada del Gran Jurado hacia la "Reja de San Pedro".-Desde el pozo sin fondo de tu conciencia, extrae la llave forjada en el fuego de la sabiduría y abre la puerta, esa que tenías reservada. (Recuerda que en la casa de mi Padre muchas puertas hay...) De la elección que hagas dependerá tu vida y tu salvación. - atruena la voz del recién llegado, dirigiéndose ahora precisamente al prisionero-.No seré yo quien juzgue tus acciones, porque tu propio pasado es el que te condena.

   (En el futuro, los arqueólogos investigarán las posibles causas de su muerte: la posición pugilística de los restos indicará que pudo haber soportado grandes embates, tal vez queriendo evitar una avalancha de lodo y lava, como la de Pompeya, o quizás, luchando contra poderosas fuerzas desconocidas...)

   Moraleja: Todos, tarde o temprano, terminamos siendo amarrados a la "Reja de San Pedro", víctimas de nuestro propio "jinete pálido".

(Publicado en el libro de cuentos
“Narraciones fronterizas”, de su autoría)

©LIANA FIRIEDICH, poeta y escritora argentina
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


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