EXTRAÑO AMOR POR UN NEGRO FRANCÉS
PRIMERA PARTE
Ni siquiera la infusión de gálbula para anular
el veneno lograba matar el amor de la escritora por el negro francés.
Lo había intentado todo.
Humillar su belleza comparándola con la imagen
de una máscara de oro.
Deshacer el
hechizo de su eterna presencia, aún en los momentos de ausencia, pronunciando
la palabra mágica Kaulakau, llave universal de las puertas del cielo.
Hasta, repetir
en sentido inverso tres veces su nombre, para hacerlo desaparecer de todo lugar
en la tierra, el alma y el pensamiento.
Pero nada.
Se habían
conocido en la casa de antigüedades de Leopoldo Vial Jones, en el tercer remate
de la temporada de invierno.
¡Premiêre
partiè et contre partiè perfecto! –Pensó la mujer– admirando el hermoso cuerpo
negro en el cual el blanco semejaba una armonía similar y contrastante.
Él en cambio no la vio, con dificultad la logró confundir con una clepsidra, escasísimo reloj de agua, antiguo, transparente y puro, que podría reflejarle su imagen.
SEGUNDA PARTE
El segundo
encuentro había sido en el mismo lugar.
Aunque esta
vez a solas, sin público que entorpeciera las miradas, la escritora impúdica lo
miró fijamente, ofreciéndole todo, absolutamente todo, lo que quisiera,
cualquier cosa.
Él, feral, le
pidió su imaginación.
La mujer se
retiró del lugar pensativa, su imaginación era lo único que realmente poseía,
su más preciado tesoro.
Y la escritora se sintió perdida, tanto, que
llegó a pensar que el error había sido (al parecer) la obnubilación de
pensamiento que tuvo al enamorarse cuando lo vio por primera vez, sin entender
que era un imposible, un absurdo en su esencia misma, no un amor sino una idea
del amor propia de una imaginación idealista (la influencia de Kandinsky y el
alma de todas las cosas sería siempre su perdición) ahora ante esta solicitud
–pensó- debía tener cuidado.
A él en
cambio, sólo el hecho de haberla hecho dudar lo dejó satisfecho.
La crueldad era algo que le producía hondo placer, su larga vida se fundamentaba en esta implacable acción y la muerte prematura de jóvenes enebros.
A los nueve
días la escritora regresó.
Él
impasible…esperaba.
La mujer traía
una propuesta, la había pensado muy cuidadosamente, sabía que no podía cometer
errores.
Le ofrecía la
inmortalidad, ejercer su reconocido arte e inmortalizarlo en una historia que
lo reflejara con iridiscencia de nácar, opacidad veteada de carey y
majestuosidad de bronce.
Indudablemente
la propuesta era interesante y habría sido la adecuada si él no hubiese sido
legítimo.
Ella no sabía (jamás podría haber imaginado encontrar uno verdadero tan lejos de su lugar de origen) la inmortalidad era algo que él tenía por derecho propio desde hacía años, muchos años.
TERCERA PARTE
Él se sintió
ganador desde un principio. No podía ser de otra manera, tenía a su favor una
gran experiencia de vida, enormemente mayor que la de ella.
Con el
propósito de provocar aún más la confusión de la escritora, decidió por unas
horas, unicamente unas horas –la idea que fuera definitivo lo sacaba de quicio-
abandonar su egoísmo de artista, de obra de arte viviente y convertirse en ser
humano.
La noche, la
verdadera noche, solamente tenía unas cuantas horas, entre la medianoche y las
tres de la madrugada, tiempo suficiente para visitarla.
El espacio del
sueño, segunda oscuridad, sería el lugar donde podría actuar.
Así, y sin
dificultad entró lentamente en el sueño de la mujer que en esos momentos, como
desde hacía nueve noches, soñaba con él.
No lo
sorprendió verla desnuda, le pareció que siempre la había visto así.
Ella se movió
inquieta al sentirlo en este sueño más cerca de lo acostumbrado y palpar una
textura diferente, menos fría y más suave al tacto.
Le recorrió el
cuerpo subiendo sus manos hasta encontrarse con una boca que la desconcertó y
que acarició primero con sus dedos y luego con la lengua, sintiendo un vértigo
que la arrastró hacia un lugar donde únicamente era una hembra sin otro deseo
que ese hombre oscuro que entraba en sus sueños.
Él, sabedor de
sus deseos más íntimos, de sus sueños, la acarició sabiamente, lamiendo sus
pezones.
Rendida,
Loreto lo reconoció en el dulce aroma de enebro que había sentido cuando lo vio
por primera vez y que entró por su garganta invadiéndola.
Toda ella era
ya una parte de él.
Él tomó lo que
por derecho le pertenecía, ella lo cobijó entre sus piernas, entregrandose...
Se amaron.
El secreto los unió.
CUARTA PARTE
“Efectivamente
es un auténtico Boulle, llamado así por ser obra del reconocido ebanista
francés Charles André Boulle, pintor, grabador y arquitecto, el más importante
artista de su época quien vivió entre 1642 y 1732 y trabajó el bronce, carey y
nácar sobre los paneles taraceados de sus muebles negros de madera de enebro
enriqueciendo fastuosamente y convirtiéndolos en auténticas obras de arte” –dijo
el anticuario a la escritora Loreto Lo.
- ¡Pero yo
como amigo! –Aconsejó en voz baja- no te recomiendo comprarlo, se dicen muchas
cosas sobre Boulle y su obra!
- ¡Una... que
fue tal la pasión con la que este ebanista elaboró cada una de sus piezas, que
–cuentan- todas tienen ese aliento vital que lo poseyó y que las hace casi
humanas!
¡Existen algunas piezas impecables, cuyo lacado alcanza una perfección casi metálica, este negro acerado que te tiene seducida, por ejemplo! –concluyó el hombre.
EPÍLOGO
Ha sido un largo, difícil y laborioso camino
–dijo Loreto Lo al periodista que la entrevistaba por el éxito de su reciente
novela “Extraño Amor por un Negro Francés” –mientras acariciaba sobre su hombro
izquierdo el bellísimo tatuaje con reflejos de iridiscencia de nácar, opacidad
veteada de carey y majestuosidad de bronce, regalo de un hombre oscuro que la
visitó una noche en sus sueños con la intención de arrebatarle su mundo, el
mundo de la imaginación, y que había perdido en este encuentro cuidadosamente
urdido por ella, escritora onírica de principios de milenio quien sacrificaba
todo por la creación.
Todo.
Incluso.
Su más hermosa historia de amor.
MÓNICA GÓMEZ, Santiago, Chile
MIEMBRO HONORÍFICO
DE ASOLAPO ARGENTINA
Mónica Gómez, poeta, narradora y agente cultural, hizo estudios de
periodismo en la Universidad de Chile, comenzó en la literatura en el Taller
del escritor argentino Humberto Costantini, participó del curso de cuento
fantástico de Oscar Hahn y realizó su Diplomado en la Escuela de Escritores de
la Sociedad de Escritores de México.
Información completa en
moigomez.blospot.com y
monicagomezc.wordpress.com
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