CALIDOSCOPIO
A veces los hombres se creen dioses,
pretenden ser los dueños del universo, y entonces juegan a apoderarse de las
vidas de los más débiles, en una inacabable sucesión de efectos en serie
eslabonados, paradójicamente, por obra y gracia de la bipolaridad guerra-paz
(demostrándose, finalmente, que el poder y la gloria solamente conducen a la
tumba...).
¿Hombres?... ¿Dioses?... ¡Pobres seres miserables creados para el aburrimiento!... ¿Es que la mariposa sabe algo sobre la inmortalidad, si apenas nace y muere en un día?... Somos objetos en un mundo cambiante, condenados al código de barras perversamente cifrado por las estrellas. (Tan sólo ellas conocen la clave del destino). Y nosotros, simples mortales, condenados a esta dimensión terrena, somos incapaces de seguir el más mínimo rastro de un cometa, o de sopesar apenas un miligramo de asteroide... ¡Ni qué decir con soñar acaso en abarcar la eternidad!...
Apretó fuertemente el cristal entre sus manos, hasta sentir que un tibio hilo carmesí manchaba el suelo gota a gota..."El sangrado debilita la carne y favorece la transposición"- recordó que decían las viejas escrituras... Dio un paso - el corazón dio un vuelco- y otro paso... hasta sentirse arrastrado por el torbellino, centrándose ya dentro del círculo cabalístico que hilvana el heptagrama de la vida y de la muerte.(*) Una explosión poderosa como bomba neutrónica pareció estallar dentro de su ser, convocando la sangre en un mismo punto, filtrando todos los pensamientos en una única idea, simple y pura como la luz...Entonces los objetos de la habitación comenzaron a girar, cada vez más vertiginosamente. Era el día siete, durante el séptimo mes, en el año número siete de la nueva era... El viejo mundo se hallaba definitivamente en decadencia: peligros sin fin -como la guerra química y otros avatares mayores- pronosticaban un destino incierto para el género humano. Por eso ya era hora de atravesar la barrera... Las manecillas del reloj marcaban exactamente las siete horas, siete minutos...
¡La profecía se ha cumplido!
Estoy al final del callejón, en una ciudad donde las casas crecen hacia
abajo...Un fuerte viento sopla, arreciando a mis espaldas, con ramalazos de luz
fría como cuchillos. Entonces intento girar la cabeza, pero una voz atruena en
mi mente, aconsejándome que no lo haga. Sé que hay alguien detrás de mí,
pero, inexplicablemente, siento que esa persona está dentro de mi ser, y
que yo dejo de pertenecerme para ser el otro... ¿O acaso estoy loco?...La
respuesta no atina a aflorar dentro de mi nuevo yo... ¿O es que mi otro yo no
quiere saberla?
- Sólo cuando las ráfagas de
luz se detengan, podrás dar la vuelta. Pero hazlo con cuidado, porque podrías
salir de tu interior de regreso al exterior, abruptamente, y caer en otra
dimensión más primitiva que esta, peor que otras que hayas conocido...
¿Otras?...Entonces, ¿cuántas
dimensiones existen?
-Tantas como facetas tenga ese
cristal que aprietas en tu mano.
Es entonces cuando algo, como un
relámpago, centellea entre mis dedos: siento que los pedazos dispersos de mi yo
se reúnen otra vez en un punto. Los ramalazos incandescentes, misteriosamente,
se han aquietado. Con temor, doy la vuelta lentamente... ¡Y como en un espejo
veo la imagen ante mí! ¡Sorprendente! Al fin puedo comprobar de
quién proviene la voz del callejón: se trata de un ente gemelo, que me mira
expectante, casi con aires de suficiencia...
-Estás en la cuarta dimensión;
has logrado atravesar el vórtice del tiempo. Ya es hora de que alguien como tú
conozca las reglas del cosmos, para que al fin pueda llevar orden al caos que
reina en tu mundo. ¿Para qué seguir viviendo y muriendo por causas perdidas?
Los falsos dueños del planeta hace tiempo que dejaron de ser humanos: se
apoderaron de las almas hasta convertirlo prácticamente en un
desierto...Alguien tiene que luchar para que nos devuelvan -a los verdaderos
dueños- el poder creador de la palabra, el perfume agreste de
la naturaleza, el sabor auténtico de los frutos, el azul sin mácula del
cielo...para que todo retorne al equilibrio original.
(Esto no es real.- atino a
pensar- No, no existe... Es una pesadilla). Pero entonces la voz atruena
nuevamente, poderosa, en mi cerebro:
-Debes creer en este sueño con
todas tus fuerzas. Sólo así cambiará la suerte de tu universo tridimensional...
Yo intento alargar,
inútilmente, mis manos hacia ese ser intangible...
¿inmaterial? (Tan semejante a mí en apariencia, pero tan distinto en
realidad)...
¡Cuidado!-me contiene- No salgas desde dentro del círculo; corres el riesgo de caer fuera del tiempo y ya no podrías ingresar en ninguna dimensión...Vagarías eternamente sin rumbo... (Me pareció aterrador pensar en ese infinito, sin barreras físicas ni límites carnales...) .Cuando regreses a tu mundo, habrá transcurrido medio siglo, según la unidad cronométrica que ustedes utilizan convencionalmente. Verás la vida agonizante y los muros en ruinas. Si acaso eres de los que creen que las almas sobreviven más allá de la muerte, entonces no tendrás problemas en superar el trauma de un nuevo alumbramiento. Pero esta vez llevarás el mandato de una nueva alianza, impreso en la luz de tus ojos, en las acciones de tus manos y en la rectitud de tus ideas. Con este perfume recibirás la unción mística, y no sufrirás ningún peligro en el momento de la transubstanciación.
¡Al fin el mundo semítico podría conocer al tan esperado Mesías!...El hemisferio occidental sabría de su regreso triunfal (para juzgar a los vivos y a los muertos). Y en oriente el estado de "bardo" -iluminación- sería un continuo presente...Nostradamus habría estado en lo cierto al pronosticar que con el segundo milenio el viejo mundo llegaría a su fin...pero no para desaparecer, sino para dar a luz a otro, donde un único mandamiento se hiciera carne y habitara entre los hombres...por obra y gracia del amor.
Los espejos
permanecían cubiertos y los cirios, recientemente apagados, aún humeaban.
Un perfume penetrante, extrañamente dulzón, parecía provenir del sudario mismo.
Inexplicablemente, un rastro de marcas rojas como sangre ensuciaba las
baldosas, en dirección al centro mismo de la estrella de siete puntas que
ornaba, con ostentación barroca, el piso de la sala en semi penumbras...Me quedé
pensativo mirándolas... (Parecen espesas gotas de sangre,
aún fresca...-entonces pensé- ¿O acaso sería una alucinación,
producto de mi mente agitada por el cansancio y la forzosa duermevela?)
Voces quedas se
escuchaban en el corredor:
-Dicen que su muerte no fue tan natural...Es que él nunca fue muy normal que digamos...
-Este reloj le pertenecía. Ahora
es tuyo. Sé que fuiste su mejor amigo.-dijo alguien, alcanzándomelo.
-Pero no anda- repuse al examinarlo-.Está detenido...
(Las manecillas marcaban exactamente las siete horas, siete minutos).
LIANA
FRIEDRICH, Santa Fe, Argentina
MIEMBRO HONORÍFICO DE
ASOLAPO ARGENTINA
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