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sábado, 1 de mayo de 2021

TORCER EL DESTINO, Elías Domingo Galati (Paziflac), Buenos Aires, Argentina

 







Imagen de: como-funciona.com


TORCER EL DESTINO

 

Destino es un concepto complejo y un término multívoco.    

Se entiende por destino al hado o la suerte, y el encadenamiento de los sucesos considerados como necesarios y fatales.

También se entiende como las circunstancias que se consideran son favorables o adversas de acuerdo a la manera de ocurrir para ciertas personas o cosas.

Es posible que en el inconsciente colectivo flote alrededor de este término la determinación inexorable y fatal de la muerte.

En ese sentido el destino necesario y fatal de la vida es la muerte.

Todo lo que nace, lo que tiene vida esta destinado a morir.

Desde allí se ha creado una serie de preconceptos, teorías, ideologías, referencias y móviles que han movido y cambiado varias veces las circunstancias del hombre.

Se suele entender que hay una ley que marca los sucesos en el transcurso de la existencia y que la opción a cambiarlos es casi imposible, como si existiera un karma unido al destino, que debe cumplirse para poder evolucionar.

En el período helenístico-romano se expresaron teorías sobre el destino y su compatibilidad con la libertad.

El término latino fatum significa lo predicho, en general por un oráculo, y el conjunto de las cosas dichas, el término fata, acerca del porvenir.

Pero en dicho término considerando que constituye la trama del universo, había espacio para la parte que le toca a cada hombre.

Entonces seria la suerte que le toca a cada hombre en tanto principio cognoscible, enunciado por el oráculo, la intuición y la reflexión racional.

Es posible considerar que hay un cierto azar pero en el cual también interviene el hombre, su voluntad, su libertad, su razón, en competencia con el mismo, lo que alejaría la noción del destino como un decreto divino arbitrario. 

En todos los tiempos, el hombre ha sentido sobre sí, el peso de lo inexorable, a veces con razón, las condiciones biológicas, las condiciones naturales y ambientales, el lugar o hábitat donde vive, que no puede cambiar.

También ha sentido las condiciones psicológicas y sociológicas de su tiempo y de su lugar; de la comunidad en la que vive, de aquellos que en muchos sentidos deciden por él, en el macro de las decisiones y a las cuales no tiene acceso por más que quiera y se esfuerce.

Entonces llega un momento en el cual se acata la situación como fatal, como un destino prefijado o se mueve la voluntad en una acción tendiente a torcer el destino a pesar de todo.

Es cuando el hombre separa, y empieza a pensar en Mi Destino, como distinto del Destino Común.

Es a partir de esa decisión, de la comprensión de un hecho que conlleva una rebeldía interior a lo previsto, pronosticado y aceptado, que el ser se apresta a torcer el destino.

No es un orden de resultados, es un orden de reacción, crítica de la situación que vive y lo sostiene, y de aquella que viven sus semejantes.

Es comprender que podemos cambiar aquello que está establecido, fijo y absolutamente previsto para nosotros y para nuestra comunidad.

Es comprender que no todo lo establecido es lo mejor o lo óptimo, quizás ni siquiera fuera lo correcto, y que para corregirlo hace falta un pequeño paso inicial, que sea evidente y efectivo, que muestre y demuestre la virtud del cambio, y provoque que otros lo acepten y los sigan.   

Aún en medio de un contexto social o comunal adverso, aún cuando se viva a contramano de lo sugerido, cuando los valores esenciales, las verdades innegables no se observen, y el mundo parece estar al revés, es posible desde nuestra pequeña y humilde concepción de hombres, pensar, diseñar y actuar de forma que se manifieste cual es la esencia misma de la verdad, de la justicia, de la libertad y de la correspondiente concepción del hombre.

Aunque haya injusticias, discriminación, corrupción, soberbia, ignorancia o perversión, siempre es posible torcer el destino.

Aun cuando no se vea en nuestros tiempos, pero habremos sembrado en tiempos históricos para el futuro, si desde nuestro lugar mantenemos firmes nuestras convicciones, observamos con corrección y como hermanos, las falencias y equívocos que se producen, y procuramos dar pautas para una mejor y equilibrada vida social.

Si a pesar de todo, no desfallecemos y creemos que tarde o temprano, la verdad, la bondad y la justicia prevalecen.

Si damos nuestra vida en pos de una vida mejor para la humanidad.

 

©ELÍAS DOMINGO GALATI, poeta y escritor argentino 

Aporte de nuestros hermanos de Paziflac

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