SOBRE EL ABORTO
Creo que la ley del aborto, no es un progreso (más bien es un fracaso al no poder ayudar a que una vida humana llegue a su término), ni tampoco se trata de un empecinamiento religioso, refractario a cualquier sensibilidad de la humanidad doliente (en concreto, la mujer). Me parece más constructivo plantear la cuestión del aborto desde una reflexión propia, teniendo en cuenta algunos de los conocimientos que hay en torno al ser vivo, alojado en el seno de la madre, con una vida independiente de la misma.
Lo primero que hay que valorar es la entidad del
embrión; precisamente, las técnicas de fecundación in vitro permiten ahora
conocer qué sucede minuto a minuto, tras la fecundación, de un embrión humano y
cómo en las primeras 24 horas el cigoto se desarrolla como un cuerpo (no como
un montón de células iguales), y se definen muchos aspectos esenciales del
nuevo ser. Por tanto, ¿qué dice la ciencia del embrión humano? Afirma que es el
mismo individuo humano el que existe en la vida embrionaria, en la juventud o
en la ancianidad; el cuerpo cambia continuamente desde el inicio a la muerte,
pero mantiene su identidad.
Es evidente que se trata de una vida humana y debe
ser respetada y protegida: «Guardaré respeto absoluto a la vida humana desde su
concepción» (dice el juramento de la World Medical Asociación, fundamentado en
el Juramento Hipocrático, s. IV a. C.). También la Constitución Española en su
artículo 15, dice que «todos tienen derecho a la vida». Y el propio Tribunal
Constitucional en la sentencia 53/1985, de 11 de abril, tras recordar que el
derecho a la vida «constituye el derecho fundamental esencial y troncal en
cuanto es el supuesto ontológico sin el que los restantes derechos no tendrían
existencia posible»; que «la vida humana es un devenir, un proceso que comienza
con la gestación y que termina con la muerte»; termina afirmando que «si
la Constitución protege la vida no puede desprotegerla en aquella etapa
de su proceso que no solo es condición para la vida independiente del claustro
materno, sino que es también un momento del desarrollo de la misma; por lo que
ha de concluirse que la vida del nasciturus, en cuánto éste encarna un valor
fundamental –la vida humana- garantizado en el artículo 15 de la Constitución,
constituye un bien jurídico cuya protección encuentra en dicho precepto
constitucional».
Deberíamos saber que la decisión de abortar siempre
es un drama que se plantean madres en situaciones muchas veces difíciles, y
tiene tanta trascendencia negativa que en la mayoría los trastornos psíquicos
que ocasionan son muy dolorosos, y por mucho que queramos emplear un lenguaje
como interrupción de embarazo, feto o embrión, se trata de matar a un ser
humano. Nuestros políticos tendrían que adoptar medidas que ayuden a las
mujeres embarazadas con dificultades, a encontrar una alternativa al aborto.
Entre ellas, ayudas económicas, agilizar el proceso de entrega en adopción etc.
Es incoherente proclamar que todos tenemos la misma
dignidad y tratar al no nacido como si no fuera un ser humano digno.
©EUNATE GOIKOETXEA, poeta y escritora española
MIEMBRO
HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
Un extraordinario, lúcido y más allá, como lo advierte, de posturas religiosas (aunque en el caso de la teología principalmente cristina, su fundamento es semejante al que se planteara la Dra. Goikoetxea) o ideológicas, la ciencia ha demostrado palmariamente que desde el mismo instante de la concepción el ser humano comienza a gestarse y evoluciona como tal hasta su ocaso mortal. Por lo demás, su especialidad en leyes le permite afirmar dichos fundamentos científicos en contratos sociales que van en la misma correcta dirección. Felicitamos, pues, a la Dra. Eunate Goikoetxea, Presidente Fundado del Magazin virtual ARISTOS INTERNACIONAL, por este superlativo aporte a la clarificación de tan crítico tema cuyo efecto ominoso más terrible se condensa en la expresión "aborto".
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