AJUSTANDO LA
CONDUCTA
Decir a estas alturas que estamos en crisis o que la
crisis económica esta poniéndonos en un estado de alarma y de desazón total,
que nos tememos que este “Estado del bienestar” (?), que dicen algunos, se nos
puede ir al diablo, no es decir nada nuevo, empezar a estudiar estrategias de
conducta y de acciones a determinar, ya es harina de otro costal.
Pienso sinceramente, que
en estos momentos, tenemos más que nunca, que empezar a observar nuestra
conducta, y preguntarnos si nuestra forma de actuar es la correcta y la más
oportuna, sobre todo, con nuestros compañeros, porque muchas veces,
incapaces de enfrentarnos con el verdadero enemigo, que suele ser el
Poder, derrochamos infinidad de nuestras energías yendo a la caza del que
calificamos de opositor, vigilando su conducta e intentando ver algo censurable
en donde no hay más que error por falta de práctica o por, a veces
lamentablemente, un ego exacerbado como solemos tener todos.
Luis Andrés Edo, en su
reciente libro abogaba por potenciar las asambleas, dónde podemos ajustar
nuestra conducta y medir nuestra estrategia con una finalidad óptima para todos
y por cierto, tenía toda la razón del mundo. Esta democracia ha adulterado la
conducta de la juventud hasta el punto de que incluso los más
avispados actúan de forma poco racional. El mecanismo de la
reunión asamblearia, la forma y manera de cómo debemos actuar, no solo,
porque tenemos todo el derecho del mundo a mantener y exponer nuestro criterio,
sino además, a escuchar noblemente el criterio de nuestro opositor, a no
interpretar nunca que alguien que nos contradice es nuestro enemigo, a saber
valorar no solo al que dice, sino lo que dice, y cómo lo dice. Y cuando algo se
tenga que censurar, porque creemos que tenemos no solo el derecho de hacerlo,
sino, también el deber, censuremos, corrijamos el hecho y dejemos con nobleza
de atacar al agresor, al equivocado, al empecinado, porque entraremos en el
justo debate de hacer valer nuestros conceptos, que por algo los creemos
óptimos, y además aprenderemos a valorar los de los demás.
De tal modo que nos sobran
los “iluminados” que hacen cincuenta “revoluciones” al minuto sin tener
absolutamente nada en cuenta la sociedad en que vivimos, en sus valores, en
sus contradicciones, en sus complejidades
Nos dice Chateaubriand en
su libro “Memoires d'Outre-tombes”, que “Toda opinión muere impotente o
frenética, si no queda alojada en una asamblea que la haga fuerte, la colme de
voluntad, la provea de una lengua y de un brazo Y es y será siempre
de los cuerpos legales u ilegales, de dónde llegarán las revoluciones”. Así que
la asamblea nutrirá todo proyecto, sea más o menos revolucionario, porque la
asamblea le dará el valor y la dimensión pertinente.
Por todo ello nos sobran
también los “positivistas” que creen que con los poderes políticos pueden
llegar ¿a? … todavía no sabemos a qué, y eso suponiendo que sean honestos o
diríamos mejor, cándidos, porque al poder político o le sirves o
te absorbe o te destruye. En cuanto al juego de especular pensando sacar
“tajada”, no entremos, porque eso deprime; ya no estamos en el mundo de
idealistas, estamos en el de los especuladores y no se casa bien alguien que
quiera una sociedad mejor con el que trabaja sólo para el provecho propio, nos
lo pinte como quiera.
Y de otra parte también
nos sobran, quizás menos, los ideólogos que a guisa de caballeros
medievales blandiendo espada en mano, vayan a enmendar los atropellos y los
abusos, de esta índole pues estamos cansados de ver a mucha gente que se
ha ahogado en un mar de demagogia y ésta a quien bien sirve, es a la reacción.
Por todo lo expuesto
pensamos en lo útil que es el mecanismos asamblearío y a mejor, la asamblea, en
la que reine el orden, la tolerancia y la profundidad en las ideas y sobretodo,
la honestidad y no solo como motor de arranque, también como actitud
permanente.
Sept
2020
©SALOMÉ
MOLTÓ, poeta y escritora española
MIEMBRO
HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
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