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… Y SE HIZO EL MILAGRO
Estabas ahí y no te veía…
hasta que descubrí
tu llama cegadora,
incorruptible.
Durante siglos seguí
incansable un rastro de
luz
que a ti me conducía.
Hallarte fue disfrutar
de la magia a puñados
y desechar por inútiles
los calendarios y
horizontes.
Me embarqué
en una aurora inesperada
donde lo sobrenatural
era la rutina del día.
¡Increíble mundo sutil
de dos seres amándose!
Contigo vivo
en las alturas…
sin nada,
tu vivir me basta.
©DELIA CHECA,
poeta y escritora argentina
MIEMBRO HONORÍFICO DE
ASOLAPO ARGENTINA
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