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«DEL MONO AL HOMBRE Y VICEVERSA»
“Que animal tan feo es el mono y cuánto se nos
parece.”
(Cicerón)
La teoría darwiniana es
ampliamente aceptada por la comunidad
mundial. Ciertamente, la evolución no
crea, pero la creación sí evoluciona.
Desde el comienzo (alfa) todo se dirige a su realización (omega). Caminar hacia
adelante, desde el caos de los electrones, protones y neutrones que son
contenidos en los átomos, y que finalmente se convirtieron en estrellas y
galaxias, hasta culminar en la hominización del mono. ¿Se corre el riesgo en nuestros
días de haberse iniciado la “chimpanificación” del hombre?
¿Es devenir o retroceso
el empobrecimiento anímico, es decir, todo lo que abarca la estética, la ética
y los valores superiores? Porque un hombre no puede ser tal siendo inconsciente
de ello, esto es, desconectado de sí mismo. Algo que puede suceder, bien por la
carencia de determinados valores que él ha desechado y son necesarios para su
maduración como persona, y también por la influencia que recibe desde el
exterior.
En tiempos pretéritos y presentes ha habido gente iletrada, inculta,
palurda o zote, pero la ignorancia no se había exhibido como alarde. Hoy, sin
embargo se corre el lance de que la
cultura sea usurpada por el oscurantismo ilustrado; la sexualidad por el
erotismo; los padres sean
reemplazados por los tutores; la conciencia por el pasotismo; la familia por la juntera; la democracia por los partidos y la
fe por las ideologías, creándose un vacío existencial. Hoy se prescinde de la autoridad, y aquello de “lo
que dice el Papa va a misa” se ha secularizado,
y no digamos los consejos paternos, disolviéndose la autoría de la
autoridad en no se sabe bien quién o qué. ” ¡Eso era en tus tiempos, mamá!”-
suele escucharse- Hoy se discute con acaloramiento ideas que carecen en última
instancia de fundamento, sin base para afirmarlas o refutarlas. Así, no es
extraño que pueda escucharse de algunos- por poner un ejemplo- que las leyes que rigen el universo son fruto
del azar, y cuando se les arguye que por esa regla de tres recorten letra a
letra una página del periódico y arrojen todas y cada una de las grafías al suelo, que digan qué probabilidades hay de
que aparezca recompuesta tal y como estaba antes y la lean, nos dirán: ¡Venga, hombre, ¿cómo va a ser eso?! ¿Y no es infinitamente más complejo lo
primero que lo segundo?
En consecuencia
cabría preguntarse: ¿la gente lee hoy o consume ideologías? Y si lo hace, ¿el
qué? Los sabihondillos han tenido acceso
a la educación, pero no digieren los propios pensamientos y se dejan pensar por
otros. La influencia que proviene de fuera- léase determinados medios de
comunicación- los cuida con programas basura que acaban por embrutecer
conciencias. Es tanto como antaño hiciera Roma con el pan y el circo, proporcionando a su clientela un nulo
crecimiento intelectual y por el contrario embotándole los sentidos. Y ¡oh,
paradoja!, bajo la carpa del coliseo se va creando una nueva idiosincrasia
bañada de progresismo en el que crecen los enanos que se constituye en la clase dominada y
tele-conducida. “¡Repita usted conmigo-nos dirán- : esto es modernidad!”, y lo considerarán un progresista.
Y así va a los que no
se conforman con tan poco. Ya pueden haberse leído a los clásicos, desde Platón
a Virgilio, pasando por Unamuno o toda la Generación del 98, o un tratado sobre embriología, que les
van a contradecir sin argumentos o con
falacias, eso sí, sin pudor alguno. ¿Y qué razón darán? ” ¡Pues que lo digo
yo!” O “¡Porque sí!”
Pero, también hay
hombres enchufados que agonizan en su `propio desierto, tomándolo como oásis.
Hombres anónimos conectados a infinidad de contactos que se vacían de sí para
llenarse de “lo otro”. De todo eso que, no estando, está, no se sabe dónde ni
para qué.
Siendo más fácil para
la comprensión, podrá arrojarnos su identidad el retrato robot de cualquiera de
ellos. Es aquel que busca la compañía solitaria o la incomunicación acompañada
por una multitud invisible, con la diferencia de que puede oírles e incluso
verles a distancia, pero no tocarlos. Es lo que el aliento a la voz: palabras ahuecadas que se llevan las
ondas y aterrizan en cualquier lugar en el que se halle. De lo personal a lo
colectivo y de la masa a la soledad. En el fondo es lo que busca: el descompromiso. La desconexión de
sí, anclado en un multiplicador,
rehuyendo cualquier nudo gordiano que lo ate a su yo. Para ello se enchufa a
una cosa llamada sistema operativo, convirtiéndose en una especie del
cableado del “Matrix”, y cuyo último
engendro es el “Whatsapp”. Algo que crea
adicción, necesitando estar conectado a cualquier hora, bien sea comunicándose
con ajenos - incluso estando acompañado por propios- o cruzando un semáforo,
desentendiéndose de que puedan
atropellarle.
Es necesario recobrar
el yo perdido y abandonar tantas clavijas e influencias. De no hacerlo es fácil
caer en la definición del hombre masa. Serlo o no serlo, la medida está en la
dependencia de las conexiones y no dejarse abducir por una cultura que nada aporta y sí vacía de valores. Información, ciertamente.
Formación- consecuencia de lo anterior-, también. Pero todo esto para que se
pueda formar su propia opinión, asumiendo lo que piensa. Nunca involucionar,
porque eso conduce de nuevo al mono.
Y, concluyendo, ¿se han
preguntado estas personas sobre la finalidad de su propia evolución? ¿Hacia
dónde van? ¿Qué sentido tienen sus vidas?
Bueno sería que se plantasen a reflexionar. Porque, si no salen ellos al
encuentro de esas preguntas, las preguntas se abalanzarán sobre ellos en el
momento más inoportuno- incluido el último- sin haber entendido de su devenir.
©
ÁNGEL MEDINA, poeta y escritor español
MIEMBRO
HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
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publicación en:
*Página autor https://www.facebook.com/novelapoesiayensayo/
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