Imagen de: Los Andes
ACERCA DE
LA POESÍA
Que de “médico, poeta y loco todos tenemos un poco” es algo cada vez más
evidente a la luz de la medicina, sobre todo si sustituimos la palabra loco por
neurótico y aceptamos que para dejar de ser neurótico hace falta ser creador.
Y poesía es poiesis, que en griego significa
creación.
El mito fue la primera poiesis, y en la mythopoiesis, que es la división celular, está el primer gran acto
poético de la vida.
Y la poesía también es
magia. Una transfiguración de palabras y una combinación de sonidos que
despierta en nosotros sortilegio y comunicación.
El mejor poema, según
Dylan Thomas, es aquél en el que están los trozos del “mágico accidente de la
iluminación”, y esa iluminación sólo se da en los niños, en los locos y en los
poetas.
La poesía es algo tan
elemental, que hasta puede prescindir de la definición.
Es algo que se siente,
y punto.
Pero en tren de buscar
una aproximación, digamos de ella que es algo tan simple como el despertarse a
la mañana, tan dramático como el estar vivo y tan importante como el poder
contarlo. Es el sentimiento puesto a escoger y capturar palabras, para luego
liberarlas en el poema y emocionarnos. Es hacer letra de una emoción.
La poesía es una
amalgama de silencio y palabra, elaborada con un fin trascendente.
Es un nombrar las cosas
como si se las viera por primera vez.
Es síntesis y
simplificación, buscando ocultar las cosas, transfigurándolas. La poesía es la taquigrafía del alma.
El “síntoma” de un
auténtico poeta es contar algo que nadie ha contado, pero que no es nuevo para
nosotros. Es revelar y redescubrir: develar la poesía que todos llevamos
dentro.
Es reminiscencia y
plagio del lector. Es un mensaje lanzado al mar en una botella; es la carta de
un rey, como en el poema de Tagore que escuché por primera vez en boca de mi
madre.
Poesía es eufemismo, es
eludir el nombre cotidiano de las cosas; es mostrar el otro lado de la luna; es
recrear mágicamente un objeto.
Es rejuvenecer al modo
de Fausto, y es la demostración de que lo más vil tiene también su logaritmo
astral, su perfil poético.
Es la que le da
existencia al poema como el alma al cuerpo, dándole significación y sentido
poético. Un sentido poético que no puede ser separado de la forma verbal a la
que anima.
Forma verbal, o sea,
palabras que, a veces, se presentan integrando frases de uso común. Pero que,
sin embargo, en conjunto, y por la forma de haber sido dispuestas en el poema,
constituyen algo extraño al uso común. Que no han sido utilizadas para que,
simplemente, describan o informen acerca de algo. Que están allí, en el poema,
por otro motivo. Que están allí para integrar imágenes, puestas y dispuestas
por alguien que, fundamentalmente, debe estar habitado por el júbilo de la
palabra. Y ese es el poeta.
Los objetos nos evocan
su nombre, que es una palabra, y a través del poeta son las palabras las que
pueden evocar a los objetos.
En síntesis, concluyo:
la poesía es una emoción que se busca expresar “como para regalo”.
©LUIS ALPOSTA, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE
ASOLAPO ARGENTINA
No hay comentarios:
Publicar un comentario