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EN EL DÍA DE LA
POESÍA
EL POETA Y EL ARTE
En
Las distintas formas de mirar las cosas de la vida, un poeta entiende que; el
mástil de un barco, una horca y una cruz se fabrican con diferente madera, pero
madera, al fin. Entiende la diferencia entre una piedra del muro de una Iglesia
y una piedra del muro de una prisión. Oye “las voces de las piedras”. Muchos de
nuestros poetas hablaron de la “Voz” mineral: Jaime Dávalos, Manuel J.
Castilla, Yupanqui, Sábato y tantos otros.
El Poeta entiende y conoce el idioma de las viejas
paredes; de los túmulos; de la ruina de los ríos y los bosques; de la montaña y
la llanura. Comprende el canto de los pájaros y el sonido del viento; el
murmullo de la lluvia y la fragancia de una flor. Descubre el sentido del dolor
y la alegría; filosofa con la vida y la muerte. Oye las voces del silencio y deduce
la diferencia psicológica de las mismas. Comprende que los mutismos pueden ser
diferentes.
Con
tenacidad, busca desarrollar esa comprensión poética del mundo para fortalecerse
y reforzarse, porque sólo a través de ella entrará en contacto con un universo
verdaderamente “real” plagado de utopías.
Debemos
estar convencidos de que en el mundo existente, detrás de los fenómenos que nos
parecen semejantes, se ocultan a menudo portentos tan disimiles que, sólo fuera
de nuestra frecuente ceguera se podrían explicar. No parece ser tan simple
entonces ni es lógico que todos podamos ver en la misma gota de agua: la idéntica
reflexión de la luz; un significado semejante o experimentemos la misma
sensación emocional.
Todo arte consiste en entender y representar diferencias
huidizas. El mundo fenoménico es meramente sustancial para un artista (como lo
son los colores para el pintor y los sonidos para el músico) pues, ese mundo
contribuye a alimentar su inspiración.
En
el fenómeno de la percepción de los contenidos de las cosas (noúmeno) existe un
“aparato” sutil al que llamamos “alma de artista”. Un poeta debe ser un
clarividente, un dotado por el espíritu divino de Dios, si se es creyente, o
por la naturaleza misma, si su fe no existe. Debe ver aquello que los demás no
ven y, con su magia, debe poseer la habilidad y/o el don de ayudar a que los
demás puedan ver lo que no ven por si mismos.
El arte de la palabra ve más y a mayor distancia de lo
que ve el común de las personas que sólo andan a tientas y en consecuencia, no
logran advertir las diferencias entre las cosas que no se expresan física o químicamente.
La
poesía sirve de soporte a los sentidos. Ve mucho más que el aparato más perfecto;
escucha el sonido del universo; palpa la tersura del aire; huele toda la sal de
los océanos y saborea (metafóricamente hablando) hasta las partículas del
perfume mineral.
Finalmente,
el poeta, a través de su verso, percibirá las delicadas facetas de la gema del
vivir, donde seguramente, en una de ellas, descubrirá al Hombre.
©NORBERTO PANNONE, poeta y escritor argentino,
PRESIDENTE FUNDADOR DE
ASOLAPO ARGENTINA
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