Imagen de: enREDando
RECUERDOS DE INFANCIA
Salió corriendo a la calle y se perdió de repente. Miró con
atención intentando observar al otro lado de la acera un pequeño parque donde
había un improvisado campo de futbol ¡cuántas tardes había pasado observando
a sus amigos, como corrían, con saltos, empujones, todos detrás de la
pelota!
Pero ahora todo estaba en silencio, nadie jugaba en aquel sitio.
Se llenó de tristeza recordando aquellas tardes cuando salían del colegio y veía
a su hermano y a otros niños jugado un partido de futbol, pero desde que Ismael
había sufrido el accidente intentando coger el balón, colgado en un poste de
luz, ya nada había sido igual, nadie frecuentaba ese espacio. La niña sintió
una gran angustia, recordando a Ismael tendido en el suelo lleno de sangre. Su
madre chillaba desesperada mientras se llevaban al niño a toda prisa al
hospital.
Recordando todo aquello sintió vergüenza pues detestaba a Ismael,
porque la había incordiado algunas veces, haciéndole notar que no debía dar
saltos si no se ponía un sostén en los pechos. “Niña que ya son muy grandes y
bailan solos”. ¡Qué vergüenza le daba sus provocadoras expresiones, lo
detestaba, pero ahora una angustia la ahogaba, ver al muchacho en el suelo la
llenó de espanto.
Mientras aquellos recuerdos la llenaban de tristeza no pudo
impedir que una lágrima se deslizara, por su mejilla, no había vuelto a ver a
su amigo, no sabía nada de él.
.-¡Clara, Clara, oye, Ismael ha vuelto a casa, ira con muletas
unos meses, pero está bien.
Fue como un rayo de primavera, como un sol espléndido, que la
acariciara. Respiró aliviada. Se sintió de repente invadida de una gran
alegría, bostezó una sonrisa y se puso a llorar. Ismael estaba bien.
©SALOMÉ MOLTÓ, poeta y
escritora española
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO
ARGENTINA
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