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sábado, 10 de septiembre de 2022

BUSCANDO ALTERNATIVAS, Salomé Moltó, Alcoy, Alicante, España

 


BUSCANDO ALTERNATIVAS

A la muerte del dictador Franco en 1975, este país se apuntó, con todo su entusiasmo, a una incipiente democracia que se nos ofrecía como la panacea que todo lo puede solucionar y muchos creyeron en ella.

En España, al igual que en otros países, incluida Rusia, nunca había existido una democracia y, a pesar de los reticentes, que para ellos, esto que se denominaba democracia no era ni más ni menos que una “bajada de pantalones”, muchos creyeron que unos nuevos horizontes despuntaban al viento. Un régimen que hacía propios los derechos humanos, un sistema que tal propuso Montesquieu, la división de poderes nos llevaría a una convivencia más armónica, pero después de más de cuarenta años, nos despertamos decepcionados, la desesperación y el clamor van en aumento.

Los cargos públicos han servido a los políticos de toda grey para enriquecerse, aceptando sobornos y haciendo todo tipo de chanchullos vergonzantes. No queda ni una institución que no esté bajo sospecha, ya no buscamos a los delincuentes, ya no nos sorprende que queda alguno libre de cargos.

El rumor de la ciudadanía es extenso, el temor también. La gente se pregunta cómo hacer frente a esta dramática situación, con cerca de seis millones de parados, familias viviendo de los escasos recursos de sus abuelos, sueldos reducidos a casi la mitad, y sin expectativas de que esto cambie. El trabajo de Teresinka Pereira, en Orto, no173, nos pinta una situación desoladora en el país de “las grandes oportunidades”, y no nos abre ninguna vía para que pueda producirse un cambio adecuado. Seguimos pensando que lo que pueden los pueblos obtener, es solo fruto de su propio esfuerzo. No obstante, pequeños atisbos apuntan a alternativas socioeconómicas que sí podrían dar una solución importante. Ni más ni menos que desarrollar una economía alternativa, paralela a la actual. Imposible, dicen muchos, difícil respondemos otros pero no imposible.

Cómo se lleve a efecto será tan importante como el propio proyecto,

A la larga, meditando y revisando los periodos históricos que hemos vivido, hoy sabemos que los planes quinquenales que se practicaban en los países comunistas fueron un completo desastre y que la desaforada ley de mercado capitalista también lo es, entonces ¿qué tenemos? Veamos, durante la guerra civil española muchos pueblos e industrias se colectivizaron, y fueron un verdadero modelo de funcionamiento, a pesar de la frontal oposición del partido comunista y la oposición de la “quinta columna interna”. Incomprensible para mucha gente que siempre ha pensado que los trabajadores solo se aprovechan para el oficio que ejercen.

Bien es verdad, que muchos obreros carecían de formación cultural, pero hasta cierto punto, ya que de experiencia de vida y de sentido común estaban muy bien formados, además todo obrero recibía por parte del sindicato una formación extensa y profunda impartida por los maestros racionalistas que nunca faltaron en los sindicatos, ateneos y centros culturales.

Estamos seguros, de que si la República española aguantó casi tres años de guerra, fue debido a la voluntad y al suministro tanto bélico como de intendencia de esos obreros concienciados. Estas experiencias bien podrían ser un claro ejemplo para emprender una nueva vía de producción, elaboración y distribución, paralela al sistema capitalista o al comunista.

¿Difícil?, por supuesto, pero no imposible.

Que duda cabe que lo primero es tomar bajo la responsabilidad los bienes productivos y para ello, no puede dejar de existir la honradez y el sentido común, unidos a un ambiente de armonía y de respeto mutuo, en una búsqueda de igualdad, premisas que deben asistirnos siempre. Los estudios que hemos realizado de varias cooperativas que se han realizado a través de los últimos tiempos, muchas de ellas fracasadas, han tenido su talón de Aquiles en algo muy importante, han querido mantener la cooperativa con el sistema piramidal capitalista.

No han trabajado en equipo, no han tratado los problemas en igualdad de responsabilidades, repartiendo las cargas en igualdad de condiciones, han esperado de una parte las órdenes del compañero más arriba colocado y por otra zafarse de la propia responsabilidad, en una palabra, el sistema piramidal que tanto conocemos y detestamos. Y esa forma de actuar nos lleva, como ya conocemos, a enriquecer el que queda arriba y a esclavizar al que queda abajo. Y ese es el mal de fondo, que nos aboca al fracaso.

Así que la colectividad tiene, indudablemente, que funcionar desde dentro de su seno, de otra manera, digamos con democracia directa y para evitar enfrentamientos, abocar siempre a una federación que una el esfuerzo de los grupos en un bien común. El estudio de Suiza y de varias ciudades de Francia nos pueden dar un buen ejemplo.

©SALOMÉ MOLTÓ, poeta y escritora española

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


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