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sábado, 23 de marzo de 2024

SONETO DE PETRARCA CXXXII - Francesco Petrarca, Italia

 











SONETO DE PETRARCA


CXXXII


Si no es amor, ¿qué es esto que yo siento?
mas si no es amor, por Dios, ¿qué cosa y cuál?
Si es buena, ¿por qué es áspera y mortal?
si mala, ¿por qué es dulce su tormento?

Si ardo por gusto, ¿por qué me lamento?
Si a mi pesar, ¿qué vale un llanto tal?
Oh, viva muerte, oh deleitoso mal,
¿por qué puedes en mí si no consiento?

Y si consiento, error es el quejarme.
Entre contrarios vientos va mi nave
-que en alta mar me encuentro sin gobierno

tan leve de saber, de error tan grave,
que no sé lo que quiero aconsejarme
y, si tiemblo en verano, ardo en invierno.


FRANCESCO PETRARCA
, Italia

Francesco Petrarca fue un poeta, filósofo y filólogo aretino, considerado el padre del humanismo, pilar fundamental de la literatura italiana, especialmente gracias a su obra Cancionero. Wikipedia
Nacimiento: 20 de julio de 1304, Arezzo, Italia
Fallecimiento: 19 de julio de 1374, Arquà Petrarca, Italia

LAS PEQUEÑAS COSAS - Martha Inés Vélez - Medellín, Colombia

 











LAS PEQUEÑAS COSAS


La historia del universo
escrita en un guijarro
es para meditar…
en la fragilidad del mundo
y el río del tiempo que se va.
Tan antiguos somos
Como las estrellas,
la esencia de los átomos,
las partículas de luz en espiral,
inmersos en las pequeñas cosas
del diario trasegar.
Es nuestro el aire fresco,
La pureza del agua
y la brisa del mar.
El arca hecha semilla
lista para sembrar.
El rubor del cerezo
y el sol en el trigal.
El beso que selló el compromiso
y el abrazo gravitacional.
La lluvia, el horizonte, el frío,
el vuelo de los pájaros y el verde tropical.
¡Patrimonio de todos, el derecho a soñar!


29 de marzo de 2020


MARTHA INÉS VÉLEZ, Medellín, Colombia
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

LA IMPORTANCIA DE LA GOLONDRINA - Teresinka Pereira, Brasil

 








LA IMPORTANCIA DE LA GOLONDRINA

 


Alguien dijo que la golondrina
sí, hace verano, y hace otras
cosas más, sin la trampa de
los sueños y hasta sin el
trozo del cielo que nos abriga
por la tarde.

La golondrina esa, se hace
palabra de verano,
flor de sol y calor,
esperanza cotidiana
de transitar sobre la vida,
sobre las esperas
y la ansiedad.

Pero una golondrina
que se enloquece
de pronto vuelve
al sendero de donde vino,
camino de aurora,
corazón de miel
repetido rechazo de la razón.


TERESINKA PEREIRA, Brasil

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


“SONETOS LUNÁTICOS” de RICARDO MOLINARI – Luis Alposta – Buenos Aires, Argentina

 


“SONETOS LUNÁTICOS” de RICARDO MOLINARI


    El poeta Ricardo Molinari, nació en Buenos Aires el 20 de mayo de 1898.
    Nos conocimos una tarde de 1977, en la que fuimos presentados por Manolo Quiñoy, primo de Manuel Pampín, El dueño de Editorial Corregidor.
    En encuentros posteriores, entre las muchas conversaciones que mantuvimos, me contó que vivió su niñez y adolescencia en Villa Urquiza, en la calle Donado 2544. Y ¡oh, sorpresa! Yo sabía por Manuel Flores que su hermano, Celedonio Flores, el autor de tantos tangos memorables, entre 1919 y 1925 vivió en Donado 2548, ¡medianera por medio!.
     Molinari publicó sus primeros poemas (entre 1917 y 1919) en el periódico “Crónica”, de Villa Urquiza, cuya colección, en nombre de la Junta de Estudio Históricos de Villa Urquiza, que presido, ha sido donada a la Biblioteca Popular Domingo Faustino Sarmiento.
quiero recordar y dar a conocer, sus “SONETOS LUNÁTICOS”
de entonces.

                        (1)

Engarba tu sombrero poeta amigo
Te haré de mi alma un pálido derroche
Te hablaré de las cosas que bendigo.
¡Seremos argonautas de la Noche!

De las frondas iremos al abrigo.
Fingirán nuestras sombras un fantoche.
Y blancas nuestras almas sin testigo
Rezarán a los mundos su reproche.

De las cosas oiremos sus historias
Truncas, pletóricas de amores viejos.
Y el resonar lejano de algún coche…

Y en tanto lloran las agrestes norias.
Dejemos nuestras casas… lejos… lejos…
¡Siendo los argonautas de la Noche!

    R. M. “Crónica”, Nº 96 - domingo, 8 de diciembre de 1918

              (2)

Agorera desde un pino
Un ave gris se desata.
Y ebrios de un pálido vino
Brillan los techos de lata.

Como un cintajo de plata
Sacerdotal y divino,
Sin quererlo se dilata
Lleno de luna el camino.

El arroyo -buen poeta-
Murmura versos de Otoño
De un crepúsculo violeta…

Mas luego la bruma, triste
Pone su impalpable moño
Sobre todo lo que existe.

    R. M. “Crónica”, Nº 99 –  domingo, 29 de diciembre de 1918

    Ricardo Molinari falleció el 31 de julio de 1996. 


LUIS ALPOSTA, Buenos Aires, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA


EL COMPADRITO - César Tamborini Duca, León, España

 



EL COMPADRITO

 

Con permiso, soy el tango

compadrito y querendón

que acompaña el bandoneón

al canfinflero fitango.*

Canchero, canyengue, Canfinflero, Caracanfunfa, corte, quebradura, compadrito:                            

Voy a establecer brevemente el origen de algunas palabras, para extenderme luego en la que más interesa, el compadrito.

El Compadrito

Canchero: el que tiene o adquiere conocimiento sobre algo, el que llegó a conocer “la cancha” en la que se desempeñará. Como dice “Fray Mocho” en el relato “Mosaico criollo”:

-¿Conoce la ciudad bien?

-No, señor.

-¡Bueno…! ¡Ya se hará a la cancha…! (Ibid, pág. 54)

Canyengue: Arrabalero, de baja condición social// manera especial de bailar el tango (con “quebradura”).

Canfinfleros: se llamaba así a los muchachos emperifollados y enamoradizos de la orilla, que “cogoteaban” (aspiraban) un poco más alto que los “compadritos” y los “picaflores”. Decía la copla:

“Soy el mozo canfinflero / que camina con finura / y baila con quebradura / cuando tiene que bailar.

Caracanfunfa: (o su apócope “caracanfún) es una voz de alerta, utilizada por los compadritos cuando bailaban con cortes y quebradas, y por extensión, a quien lo baila diestramente. Puede derivar de otro, onomatopéyico, caracatachum. Era expresión nacida en las “batucadas” de los negros que permanecían en el sitio de Montevideo en época de Rosas, según José Luis Lanuza (“Morenada”, pág. 122).

Corte: el corte se produce cuando los bailarines luego de una “caminata” (corrida) se detienen en una leve pausa para, realizando florituras según su habilidad, producir la “quebrada”; esa interrupción “cortaba” la marcha, de ahí su nombre. Y de ahí la denominación de “tangos con corte y con quebrada”.

“El corte llegó a Palermo por la ribera y como de encargo; traía en su enervante síncopa el alma de la raza, pero acostumbrados los negros al baile sin abrazarse, cayeron en el tango lubolo y hacían ‘quites’ y ‘quebradas’ con la sombra”. (Vicente Rossi, “LA ACADEMIA”. En “El compadrito”, Jorge L. Borges y Silvina Bullrich, Cía. Gral. Fabril Editora, Bs. As. 1968, pág. 120).

En “EL CASAMIENTO” Evaristo Carriego pone de relieve ciertas costumbres morales de la burguesía de la época, al expresar que “El tío de la novia, que se ha creído / obligado a fijarse si el baile toma / buen carácter, afirma, medio ofendido, / que no se admiten cortes, ni aun en broma. //…La casa será pobre, nadie lo niega: / todo lo que se quiera, pero decente”… (“Misas Herejes”, pág. 118 a 122)

Quebradura: Decía Fray Mocho “He visto un ladrón que a fuerza de leer se ha hecho un leguleyo; tiene toda la exterioridad de un hombre de educación esmerada, se expresa correctamente y no deja traslucir que, diez años atrás, era un compadrito que escupía por el colmillo y se quebraba hasta barrer el suelo con la oreja”. (Cuentos con Policías, Ed. Sur, Buenos Aires, 1962, p. 82).

En la quebrada, “El negro criollo rioplatense tiene su especial característica para caminar: visto de atrás recuerda el tranco con flexiones de un felino que va al paso, tranquilo y confiado, tranco que simula cansancio  y que fácilmente se transforma en movimientos rápidos”… Vicente Rossi, ib. pág. 116). Héctor Sáenz y Quesada refiere que “la quebrada es como un andar sobre huevos, que un siglo antes (en el XVIII) se llamaba ‘de currutaco’, ‘de petimetre’ o, mejor “de pisa verde’.

Las “quebradas” son contorsiones aparatosas en el baile; Segovia explica que quebrarse es hacer quiebros al bailar o caminar.

Compadrito

Borges consideraba que para los gauchos, la guerra “es un juego de hombría”de modo que poco o nada tiene que ver con la patria. Y hablando de los gauchos escribe en “El Desafío” (correspondiente al capítulo Evaristo Carriego): “Tendríamos, pues, a hombres de pobrísima vida, a gauchos y orilleros de las regiones ribereñas del Plata y del Paraná, creando, sin saberlo, una religión, con su mitología y sus mártires, la dura y ciega religión del coraje, de estar listo a matar y a morir. Esa religión es vieja como el mundo, pero habría sido redescubierta, y vivida, en estas repúblicas, por pastores, matarifes, troperos, prófugos y rufianes”. (Jorge Luis Borges, Obras Completas, Tomo I, Círculo de Lectores, 1992, pág. 193).

Un corte, una quebrada…

Porque el compadrito nace en el suburbio, lugar de encuentro de los gauchos que se arriman a la ciudad y de los arrabaleros alejados del centro de la misma, y se dedican a esas faenas mencionadas por Borges. Emir Rodríguez Monegal compara el compadrito con el tigre, símbolo habitual del escritor argentino, del que dice: “Como representante de la violencia y de la valentía, el tigre es un símbolo parecido al del compadrito. Por haber vivido siempre entre libros, Borges siente una extraña atracción por el coraje y el valor”. Cualidades ambas que atribuye tanto al tigre como al compadrito. (Carlos Cañeque, “Conversaciones sobre Borges” pág. 42 y 43).

También Horacio Ferrer, en “El Tango”, traza una semblanza del nuevo hombre enclavado en el límite de la ciudad y la pampa, bajo el título de “El suburbio alimentado por los gauchos”: “Un fenómeno de transmigración se confabuló –desde adentro- para dar al caos humano de nuestras ciudades su definitivo aspecto: en tanto el campo adquirió con el clavaje de alambradas su gran tono feudal, su habitante trashumante y rebelde o lo que de él quedaba –si no se reclutó en el régimen degradatorio del peonaje- se vio forzado a bajar a la ciudad.

El gaucho, estropeado por una circunstancia que no entendía y despojado de su libertad, de sus bienes, de sus amores y su pasado, se atrincheró en el irremediable presente, y toda la violencia de su desarraigo vino a gotear, desde su soledad y su introspección, sobre los bordes de la ciudad, el suburbio”.

Es decir que el compadrito fue el plebeyo de las ciudades, de la marginalidad del suburbio. Pero en última instancia “el compadrito” no es más que una degeneración del verdadero malevo –como diría Silvina Bullrich- quien pone de manifiesto su desdén en el tango que dice “Compadrito a la violeta / si te viera Juan Malevo / qué calor te haría pasar”. Resumiendo: el “compadrito” es un tipo popular jactancioso, provocativo y pendenciero, afectado en sus maneras y en su vestir.

Las figuras más representativas del compadrito (y lo expreso en plural porque indudablemente hay –o había- más de una clase) las encontramos reunidas en un cuento de Borges, “Hombre de la esquina rosada”. Porque siempre nos imaginamos el proverbial valor de dos guapos enfrentados con el cuchillo (como ocurre por ejemplo en “El Ciruja”), pero en este caso tenemos uno apodado “El Pegador” (Rosendo Juárez), admirado y temido por los que frecuentan su ambiente, pero del que finalmente se descubre su cobardía,  echada en cara por la misma mina a la que protegía, “La Lujanera”, cuando dice “Dejalo a ése, que nos hizo creer que era un hombre”; “El Pegador”  resulta un compadrito de circunstancias que se acobarda cuando lo enfrenta “el otro”, sinónimo del coraje; es “El Corralero” (Francisco Real) que se dirige a “El Pegador” provocándolo al decirle “estoy buscando un hombre”.

Aparentemente una provocación habitual antes de enfrentarse a duelo con el cuchillo para dirimir quién es el más valiente. Aquí nos encontramos con una paradoja de identidades, pues resultan dos personajes con actitudes antagónicos pese a frecuentar los mismos lugares, emplear un lenguaje común y utilizar la misma arma, el cuchillo.

Pero aparece un tercer personaje, innominado, que es el narrador y que viene a representar a ese compadrito que albergan en el fondo de sus sentimientos los que frecuentan ambientes turbios, que se arma de coraje para esperar afuera a “El Corralero” y herirlo de muerte… ganando así la admiración de “La Lujanera”, mina que entrega su corazón (mejor dicho su cuerpo) al varón con el que se siente protegida. Y un cuarto personaje que sería un compadrito potencial, es el mismo Borges, al que el compadrito narrador cuenta la historia como si perteneciese a su mismo ambiente.

Un compadrito es el que aparece en los versos de una poeta de Trelew (Chubut), Clotilde María Soriani Tinnirello, que tuvo la amabilidad de enviarme para publicar:

Allá … Por el 1910

(De cuando nació el sucesor del compadre: «El Compadrito»)

Yo siento que el tango tiene
una calandria en la voz,
que trina al compás del fueye
cuando lo bailo con vos.
Entre arabescos los sueños
retuercen una ilusión,
y estiran suspiros hondos
adentro del bandoneón.
La noche se pavonea
porque presiente el amor,
y la cadencia del ritmo
nos entrelaza a los dos.
Con el ocho y la corrida,
una vuelta, una sentada,
yo te abanico en los giros,
aflojando en la quebrada.
Después de la media luna
el paso atrás taconeo,
pa’ que no pienses mi vida,
que el compadrito es un reo.
Un bailarín de mi talla,
sabe cómo enamorar,
y no se achica en el paso,
cuando tiene que ranear.
Entre arabescos los sueños
retuercen una ilusión,
y estiran suspiros hondos
adentro del bandoneón.

Situándonos en 1883, los compadritos de Buenos Aires habían entrecortado el ritmo de la milonga, adecuándole, por burla, una coreografía candombera. Así lo asegura Ventura Linch en el “Cancionero bonaerense” cuando dice: “la milonga solo la bailan los compadritos de la ciudad, quienes la han creado como una burla a los bailes que dan los negros en sus sitios (“Morenada”, José Luis Lanuza, Emecé Editores, 1946, pág. 194).

Decía Martínez Estrada que “Hacia el oeste y el sur, quedaba la Pampa sin vencer; no se la desalojó al edificar, quedó agazapada. Quedó allí el compadre de pañuelo y cuchillo que un buen día se juzgó ciudadano de la urbe, quiso entrar en derecho de esa ciudadanía y se afirmó como ente de la frontera. La Pampa era irremediablemente invadida, pero el hombre de la Pampa quedó irremediablemente apresado entre la expansión de la ciudad y la resistencia del campo.”  (“Radiografía de La Pampa”, de Ezequiel Martínez Estrada).

EL COMPADRE (por FERNÁN SILVA VALDÉS – 1924)                                

Era el nieto del gaucho; heredaba de aquél / la golilla y el puñal; al enfrentarse a otro le crecía el instinto,  /de barajar.

Y entonces, / con un brazo en la guardia y otro en el ataque jugaban a marcarse la cara, / en tanto los cuchillos, aunque era de broma,  / estaban siempre prontos a saltar de la vaina.

Vestía pantalón a la francesa / con un vivo negro; / zapatos de taco alto, anillo en el meñique, / sombrero requintado y pañuelito al cuello.

No era muy pulido en el vestir, / pero hasta el más fulero / ponía gran cuidado en atarse el pañuelo / y en redondear los bollos de su sombrero.

Era el nieto del gaucho: heredaba de aquél / el puñal y la golilla;                    si no era capaz de jinetear un potro, / era muy de a caballo para las chinas.

Como a los machos de todas las épocas, / le gustaba la timba, el vino y las hembras; bailando con quebrada fue precursor del tango / en la edad del percal y de las academias.

Bailando: / cuidadito con mirarle la hembra; hasta hoy se percibe en nuestros cabarets / aquél aire solemne de tragedia.

Bailando: / cuidadito con rozarle una hilacha; hacía amanecer antes de hora / el chispear de las dagas.

 











El Compadrito por Ranquel Lonquimay

Colofón:

Aunque suelen utilizarse unívocamente, inclusive para el título de alguna poesía como la de Silva Valdés, no es lo mismo “compadrito” que “compadre”, ya que el primero alude a un prototipo de personaje, mientras que el término compadre es peyorativo y suplanta en cierto modo –o tiene el mismo significado que- hermano, cuñado… tratamiento familiar equivalente a camarada o amigo.

Un autor reconocido por sus inquietudes sociales fue Roberto Arlt. Esa inquietud implicaba el reconocimiento de los orilleros, de los compadritos, como sujetos desfavorecidos a los que había que ayudar. Mencionaba como “inútiles” a algunos de los autores argentinos más conocidos de la década de 1920; porque “utilidad” es para Arlt, en sus “Aguafuertes”,   un sentido de identificación con el proletariado. Las obras “útiles” no tienen que ser necesariamente obras de tesis, pero sí deben poner de manifiesto la tentativa por parte del autor de acercarse al mundo de los no privilegiados. Así, considera autores “inútiles” a los que carecen de conciencia social, los frívolos.

Aparte de los autores y libros mencionados en el texto, son recomendables: Para tipología del argentino, un excelente libro que realiza un desmenuzado análisis de estratos sociales, tenemos el de Arturo Jauretche,  “El medio pelo en la sociedad argentina” y “Las Aguafuertes Porteñas”, de Roberto Arlt. Para la raíz y evolución del idioma nacional, tenemos dos fantásticos Libros: “El idioma de los argentinos” de Jorge Luis Borges; y “El idioma nacional de los argentinos” de Lucien Abeille.

*fitango: (fitongo) un poco borracho

CÉSAR J. TAMBORINI DUCA, León, España

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


OCTUBRE - Juan Ramón Jiménez - España

 








OCTUBRE

  

Estaba echado yo en la tierra, enfrente
el infinito campo de Castilla,
que el otoño envolvía en la amarilla
dulzura de su claro sol poniente.

Lento, el arado, paralelamente
abría el haza oscura, y la sencilla
mano abierta dejaba la semilla
en su entraña partida honradamente

Pensé en arrancarme el corazón y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
el ancho surco del terruño tierno,
a ver si con partirlo y con sembrarlo,

la primavera le mostraba al mundo
el árbol puro del amor eterno.


JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, España

Juan Ramón Jiménez Mantecón fue un poeta español. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1956 por el conjunto de su obra, entre la que destaca la obra lírica en prosa Platero y yo. Wikipedia

Nacimiento: 23 de diciembre de 1881, Moguer, España

Fallecimiento: 29 de mayo de 1958, San Juan, Puerto Rico

 


DE SEIS POEMAS ERRANTES - Carlos Penelas - Buenos Aires, Argentina

 








DE SEIS POEMAS ERRANTES

 

III –
Heme aquí, ante un presagio
como un pájaro cárdeno,
en el cielo de una aldea del mundo.
Lo he visto en la mirada de una mujer,
en un mediodía al caminar por el parque
acompañando la desnudez áspera del viento.
Lo he atisbado en un bazar de Barracas al Sur
entre violines y fonógrafos.
Somos parte de una clepsidra
que suelta transparencia y ocio,
la intimidad vulnerada en un follaje.
Miro los astros desde un rumor oceánico,
el amanecer de dioses persistentes
en la ceremonia del asombro.

 

CARLOS PENELAS, Buenos Aires, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


ESPERÁNDOTE SIEMPRE - Salomé Moltó - Alcoy, Alicante, España

 









ESPERÁNDOTE SIEMPRE


Un rayo entró por la ventana
de luz, amor y esperanza.
Sin temor te espero
sé qué llegarás.
Más temo no estar preparada
para de tu amor gozar.
De mis caricias, sentires y apoyo
que tanto anhelas y mucho mereces
si no te atiendo, no volverás
y mis ilusiones de futuro prometedor
en la noche de los ensueños, se evaporarán.


SALOMÉ MOLTÓ, Alcoy, Alicante, España

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA


LA VIRTUD - Guillermo Fernández del Carpio - Arequipa, Perú

 












LA VIRTUD


Nobleza y caridad habita en mi hogar hoy,
solidaridad es el preludio de la noche navideña.
Este orbe clama con urgencia virtudes por practicar,
debemos ser un trozo de luz ética o moral.

¿Dónde han quedado mis virtudes?
Yo las descubro aún hoy en mi peregrinar,
en esta tierra heredada de Adán y Eva,
pues mis virtudes y ensayos los he de conservar.

Fluye el ruido de las rocas de toda cualidad humana
hacia el espacio ineludible de mi alma.
Rezo con fe y me detiene la esperanza en su hogar.
Somos seres no improvisados por estas cualidades eternas.

El cauce del río no me lleva consigo,
me aparto del mundo por un instante que es muy propio,
discrepo de lo finito con cierta agudeza,
las virtudes que vivo, me hacen ser quien soy y he sido.

Siento hasta el cansancio compasión por el ser cercano,
deseo ser un pequeño nazareno entre escribas y fariseos.
Es cierto, lo sé; oración y lectura construyen seres virtuosos.
Déjenme con la abreviatura de mi ser, porque las virtudes
que practico hoy, me hacen ser quien soy y he sido.


GUILLERMO FERNÁNDEZ DEL CARPIO, Arequipa, Perú

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

ENTRE LA SOLEDAD Y LA ESPERANZA DEL VIERNES SANTO - Ángel Medina - Málaga, España

 



ENTRE LA SOLEDAD Y LA ESPERANZA DEL VIERNES SANTO                

 

Celebramos en marzo la Semana Santa. Para unos días feriados y para otros de contemplación. Tres son los días claves que se constituyen en el centro neurálgico de la Pasión. Jueves de entrega. Viernes de dolor y Sábado de Vida. Para entregar la vida hay que amar mucho. Para amar hay que sufrir. Para alcanzar la vida es necesario pasar por la muerte.

La Pasión es la entrega voluntaria del que entrega su vida por lo que trae al mundo, hasta el punto de dejarse matar. Por eso, la reflexión se sitúa en la zona intermedia: el Viernes Santo. Día de suplicio y partida, que se convierte en una ausencia presente para el creyente.

Hablar de crucifixión es recordar el sufrimiento. Un tormento extremo ideado por los persas, que se extendió por diversos pueblos del Mediterráneo y que Roma hizo suya, aplicándola a los esclavos y criminales.

Los evangelios dicen que Jesús sudó sangre en Getsemaní, algo que la medicina conoce como hematidrosis, lo cual es posible cuando los vasos capilares de las glándulas sudoríparas llegan a romperse, y que puede ocurrir si existe un elevado porcentaje de sufrimientos psicológico. La proximidad de la muerte violenta y la traición posterior de uno de los suyos fue el comienzo de los dolores. Un dolor refinado y cruel.

Lo había apostado todo a una sola carta, por lo que tenía que saber cuál era el proceso al que iba a ser entregado.

Como paso previo a la ejecución el reo era azotado con el flagelum, un látigo de mango corto y varias colas que terminaban en bolas de plomo, y que causaba daños terribles desgarrando espalda, nalgas y piernas, dejando al descubierto músculos y tendones, lo cual ocasionaba una gran pérdida de sangre, hasta el punto de llegar a producir el desmayo. Luego, en su caso particular le fue incrustada en sus sienes una corona de punzantes espinos, con la doble función de causarle mayor dolor y humillarle, al haber sido denominado como el rey de los judíos. El condenado, agotado por la brutal paliza era forzado a portar el travesaño horizontal del madero, una tabla que pesaba casi treinta kilos, obligándosele a recorrer una distancia aproximada de dos kilómetros hasta llegar a la cumbre del Gólgota, situado a las afueras de la ciudad, debiendo soportar las burlas, los escupitinajos y las piedras que le arrojaban los que contemplaban el espectáculo a lo largo del camino. Al llegar, el aspecto del hombre era, como lo había descrito Pilatos, el de un hecce homo.

Entonces, completamente desnudo en las representaciones se ocultan las zonas púdicas con un taparrabos— era tendido sobre los dos travesaños del leño. En uno era clavado, atravesando sus muñecas unos clavos puntiagudos que medían entre trece y dieciocho centímetros, destrozándole el nervio mediano. Los maderos eran juntados, configurándose la cruz. En el que era más largo le traspasaban sus pies, disponiendo la parte inferior de un sedile o tablilla para que pudiese apoyarlos, prologándose así la agonía. Finalmente era levantada, hundiendo el tablón vertical en un boquete que previamente había sido excavado en el suelo.

Al pender el cuerpo en postura vertical el peso tendía a desplazarse hacia abajo, con la constante sensación de desgarrarse las axilas, cada vez más conforme transcurría el tiempo— quien quiera hacerse una idea somera le bastará colgarse a una barra sin poder tocar el suelo—, haciéndose necesario forzar todos los músculos de la espalda para conseguir respirar. En esta postura dolorosa el condenado acabará muriendo por asfixia al empujar sus órganos internos los pulmones, produciéndose finalmente un fallo cardiaco. Cuando se va acercando el momento, el ritmo del corazón empieza a enlentecer y el dióxido de carbono de la sangre se va diluyendo como ácido carbónico, lo que acarreará un aumento de la acidez, transformándose el pulso en irregular.

Es palpable que el ajusticiado lo percibía, entendiendo que se aproximaba el momento de la muerte. A la hora nona, tras tres horas de tormento, expiró.

Si hubiésemos de hacer una autopsia al cuerpo exangüe del condenado, posiblemente habría que concluir en que se trató de una agonía lenta y que mantuvo la consciencia hasta el último instante. La causa inmediata de la muerte fue una hipovolemia por la sangre derramada y la deficiencia respiratoria por la falta de movilidad, las graves lesiones de los músculos intercostales y la insuficiencia cardiaca.

Hasta aquí el proceso de la ejecución. Pero, no sólo fueron tormentos físicos los que tuvo que soportar aquel hombre condenado de manera ilegal e injusta, sino también anímicos.

Desde lo alto del patíbulo la mirada se derramaba a su alrededor. Allí se encontraban la soldadesca que se mofaba de él, aquellos que excusó diciendo que no sabían lo que hacían, y el discípulo preferido junto a las mujeres. ¿Dónde estaban todos aquellos que le habían vitoreado el día anterior? ¿Dónde sus seguidores? ¿Dónde los apóstoles? No estaban. Se habían dispersado como ovejas a las que hiere su pastor.

Entonces, al daño corporal hubo de añadirse el dolor psíquico. El alma también duele. La incomprensión bien pudo instalarse en su cabeza. Porque, ¿cuál fue su crimen? Bien podríamos preguntarnos hoy qué trajo realmente al mundo. Un mundo plagado de pequeñas y grandes guerras, injusticias, violación de los derechos humanos, sometimiento del hombre por el hombre, en el que los Lázaros y los Epulones se multiplican. Y, sin embargo, trajo algo que para la miopía social puede parecer poco y para la sabiduría mucho.

Sencillamente, reveló al mundo el verdadero rostro de Dios, más allá del poder teocrático y de la comprensión humana, haciendo entender al hombre el camino para ser auténticamente hombre aquí, respondiendo a su ansia de eternidad del mañana. Más allá de la culpa, la posibilidad de poder contemplar el Misterio. El clamor de Israel que grita en el Salmo 27: “Muéstranos tu Rostro” había sido atendido. Es la cercanía entre el cielo y la tierra. El hombre no es una pasión inútil.

Ni siquiera sus más enconados enemigos negaron los prodigios que hizo para acreditarse ante el mundo, aunque lo atribuyesen al poder del Maligno. Pasó haciendo el bien y sin embargo agonizaba entre dos malhechores. ¿Qué había hecho para merecer tan infame muerte? Ni siquiera Dimas, el ladrón colocado a su derecha podía entenderlo cuando hablaba con Gestas.

Exangüe y a punto de morir sintió morderle el sentimiento humano de saberse incomprendido. Todos le han abandonado, y ahora, cuando va entrando en él el desgarro de tener que entregar lo que queda de su existencia, cuando es el momento en que se le arrebata al hombre su “yo” más íntimo, siente que Aquel por el que lo ha dado todo, tampoco está allí.  Por eso, destrozado su equilibrio anímico, grita aquello de “Eli, Eli, lema sabactani”, que significa “¿Por qué me has abandonado?”

Mas, ¿puede acaso sufrir lo que es divino? Ciertamente, no. En el Crucificado, que posee la naturaleza humana y la divina, si bien la que sufre es la humana, la divina compadece en su persona el rechazo del mundo, de manera parecida a cómo el eco se identifica con la voz y lo comparte en la intimidad del silencio.

Al punto, sabiendo próximo el fin, sacando fuerzas de la flaqueza transforma el grito de desesperación en grito de esperanza: “En tus manos encomiendo mi espíritu”. La cruz en la que muere se transforma en elemento de vida al poner su confianza en las manos del Padre.

El hombre se asemeja al gusano que se arrastra `por la tierra, se envuelve en el capullo de la muerte y sale de él convertido en crisálida.

(1 Cor 15)” Si resucitó, nosotros resucitaremos con Él”.

 

ÁNGEL MEDINA, Málaga, España

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

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