PROPIEDAD PRIVADA Y DESIGUALDAD
Desde mi punto de vista propiedad privada y capital
privado (ergo: capitalismo) van acollarados en la historia de la humanidad, de
tal modo que alguien –filosofando- se preguntó ¿cuándo comenzó todo? y se
respondió “con el primero que dijo esto es mío”.
Por supuesto hay distintos puntos de vista, desde
aquél que nada tiene al que tiene todo el “capital” y el poder, la
representación es muy amplia (social, humana) Pero no todos son conscientes de
la desigualdad que significa esta situación, aunque sí hay quienes lo
comprenden.
Me gustaría citar en primer lugar algunas reflexiones
de la escritora irlandesa Sally Rooney. Sus interesantes conjeturas en un
reportaje se resumen en los siguientes párrafos:
·
Pregunta:
Por entonces defendía cosas del tipo: el capital privado debería abolirse.
¿Siendo rica piensa lo mismo?
·
Respuesta:
claro que sí. Me hace feliz que mucha gente se interese por mis libros. Intento
escribirlos lo mejor que puedo y me gusta que me paguen por hacerlo. Lo que no
entiendo es por qué yo tengo que ganar mucho más que personas que realizan
trabajos fundamentales para la sociedad, como mi marido, que es profesor de
matemáticas; o los profesionales en primera línea de la pandemia: médicos,
enfermeros, limpiadores o repartidores… Me pregunto si merezco multiplicar
tanto el sueldo de los otros. Y creo que no.
·
P: ¿Y qué
hace al respecto?
·
R: ¿Qué
puedo hacer? Cojo el dinero. Lo mínimo que puedo hacer es no cambiar de opinión
simplemente porque ahora gano mucho. He pasado épocas sin blanca y ahora cobro
mucho más que la mayoría de las personas. Pero mis opiniones son las mismas.
·
P: ¿Se
puede pensar lo mismo teniendo mucho que teniendo poco?
·
R: Es una
cuestión de coherencia. Creo que todo debería estar más justamente repartido.
(Síntesis del reportaje de Anatxu
Zabalbeascoa para “El País Semanal”,
domingo 5 de septiembre de 2021, pág. 38).
“La Fórmula de Dios” es un libro escrito por un portugués,
José Rodrigues Dos Santos, en el que involucra a Albert Einstein y otros
personajes para considerar el sentido último de la Creación del Universo desde
el momento inicial cuando simultáneamente surgieron el tiempo y el espacio,
detallando conocimientos de física fundamentalmente.
Pero para el tema en que estamos empeñados, y como ejemplo
del ansia, del afán de poseer, solo rescataré unos pocos renglones muy
comprensibles, cuando el padre del principal protagonista le dice el hijo: “Las personas se encuentran tan fascinadas
con lo accesorio que pierden de vista lo esencial. Desean un nuevo coche, una
casa más grande, unas ropas más vistosas. Quieren perder peso, intentan
aferrarse a la juventud, sueñan con impresionar a los demás. ¿Por qué lo hacen?
(pregunta el hijo). Porque tienen hambre de amor y no lo encuentran. Por eso se
vuelcan en lo accesorio. Los coches, las casas, las ropas, las joyas; todas
esas cosas son sustitutos. Por eso cuando compran un coche, una casa, una
prenda de ropa, la satisfacción que sienten es efímera. Los han acabado de
comprar pero ya buscan un nuevo coche, una nueva casa, una nueva prenda de
ropa.
Resulta lamentable que en un mundo con tanta abundancia de
recursos, se encuentren personas a las que la desigualdad confinen a la pobreza
más abyecta. La autoestima de éstas personas resulta tan baja que si un día le
ofrecen darle todo lo que pida no sabría qué solicitar. Como le ocurrió a “Bonze el silencioso”:
Lo apodaban de esta manera porque nunca hablaba para pedir
algo, y si le retaceaban el salario no protestaba; si estaba en la fila para
cobrar y cuando le toca el turno le dicen “para otro día, hoy no hay más
dinero” se iba sin decir palabra. Así transcurrió toda su vida pasando mil
dificultades. Pero el día que murió fue derecho al Paraíso y dados sus
antecedentes le ofrecían todo lo que quisiera, no tenía más que pedir; ante su
desconfianza pensando en una broma ya que nunca le había ocurrido algo así,
tuvieron que insistir en el ofrecimiento “pide todo lo que quieras”. Convencido
que era verdad respondió:
“Pues si es así, que me sirvan cada mañana un bollo con mantequilla
fresca” (Isaac Loeb Peretz, del libro “Cuentos
Judíos”).
Este es sólo un ejemplo de aquél que en la desigualdad ocupa
el escalón inferior. Para entenderlo mejor desde el punto de vista filosófico
(no político) voy a poner ejemplos de los que están en la cúspide por el poder
y el dinero que atesoran, y representan el 1% de la humanidad (el resto está
repartido entre los que no tienen que padecer para alimentar a su familia, y
darse algunos gustos de vez en cuando; pero para la gran mayoría de ese 99%
restante le resulta dificultoso llegar a fin de mes para cubrir las necesidades
mínimas, y muchos de ellos permanecerán mal alimentados la mayor parte del
tiempo). No sé si los lectores de éste artículo se pararán a pensar en esa
situación.
Ocurrió hace pocas semanas. Jeff Bezos, del que se afirma es
el hombre más rico de la tierra realizó un vuelo suborbital de 4 minutos; para
darse ese gusto gastó cuatro mil seiscientos (4.600) millones de euros, una
suma que podía servir para ¡vacunar de la COVID-19 a dos mil (2.000) millones
de personas! en los países pobres.
Otro ejemplo a un nivel un poco inferior lo representa el ex
presidente de Argentina, Mauricio Macri, con su cuenta en paraísos fiscales,
mientras Juan Nadie –trabajador de su país- la única cuenta que tiene, es la
libreta de hule negro en la que el almacenero de la esquina de su casa anota
los alimentos que le fía (en un acto de fe porque le conoce) ya que con su
sueldo no le alcanza para llegar hasta fin de mes. Para dar de comer a su
familia, no para lujos.
¿Es necesario afirmar, que cuando llega una catástrofe, los
ricos tienen medios para evitarla mientras que los muy pobres, generalmente, no
pueden hacerlo y mueren?
Observemos con atención la foto de Concetta Rizzo (Agencia
Efe) que salió en el artículo de Juan José Millás en la Revista El País Semanal
del día domingo 19 (página 17):
Ellos son los que
mueren en la búsqueda de mejores condiciones de vida, los afectados por la
desigualdad
¿Hacen falta más pruebas? Veamos, examinemos en el terreno
del arte, el arte digital en este caso. La casa de subastas Christie’s vendió
el 11 de marzo “The First 5000 Days”
(un collage compuesto por 5000 ilustraciones) en 69,3 millones de dólares.
Pocos días después otro NFT (Non Fungible
Token: certificado digital único, de un archivo) titulado “Nyan the cat” (se trataba de un gato
con una estela arco iris) logró 600.000 dólares.
¿Se hacen una idea,
con el dinero de esos valores inmateriales, a cuantos niños que lloran, porque
el hambre les hace doler la barriga, podría alimentarse? Son motivos evidentes
por lo que podemos considerar la desigualdad uno de los grandes problemas del
mundo.
Debemos ser realistas y comprender que la crisis financiera
de 2008 supuso una redistribución de la riqueza pero… ¡A LA INVERSA! un poco
más para el 1% de la población mundial, y un poco (o mucho) menos para el 99%
restante.
La globalización y desregulación de los mercados libres ya
existentes se acentuaron con consecuencias en el aumento de las desigualdades,
apuntaladas –entre otras cosas- por las pérdidas multitudinarias de empleos.
Y todo no es más que la consecuencia de la indiferencia por
la Justicia Social que origina la creación superlativa de riqueza privada solo
para ese 1% de la población. El 99% es embaucado por lo que la socióloga Juliet
Schor denomina CONSUMISMO COMPETITIVO, un fenómeno de las sociedades desiguales
en las que los de abajo aspiran a equipararse a los de arriba a través de ese
consumismo ASPIRACIONAL del que nos impregnan las empresas por medio de la
publicidad, de los medios de comunicación y hasta de las redes sociales.
Es un grado de injusticia creciente que provoca el
descontento social. A medida que pasan los años y el dolor ajeno afecta más mi
sensibilidad, me produce más estupor contemplar el camino que transita la
“humanidad”. Ya no podemos acudir al
idealismo de José Hernández, que hizo decir al gaucho Martín Fierro “que el
fuego que de verdad calienta, es el que viene de abajo”.
En el tango “Boedo” de Julio de Caro, al que puso letra
Francisco Bautista Rimoli (Dante Linyera) se expresa el insondable afán de
Justicia Social y en solidaridad con los oprimidos, y el amor por el terruño
mostrando el orgullo del hombre de arrabal por el barrio que lo vio nacer. La
grabación de la orquesta de julio de Caro del 7 de julio de 1939, cuenta para
el estribillo con la voz de Héctor Farrel; pero lo interesante es la inclusión
de glosas de Julián Centeya.
No obstante si queremos acudir a un tango que sintetice la
injusticia social el más adecuado sería “Cambalache”, que Enrique Santos
Discépolo escribió con el sentimiento de lo que estaba ocurriendo en el siglo
XX, pero que tiene vigencia absoluta en este siglo XXI. Una de las mejores
versiones es la de Julio Sosa:
https://www.youtube.com/watch?v=v2szhmZbOsQ
©CÉSAR TAMBORINI DUCA, poeta y escritor argentino
MIEMMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
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