EL CRIMEN
Confieso,
que con premeditación y alevosía,
un vil asesinato he cometido,
acabando
horriblemente con la vida,
del famélico y ruin desconocido.
Condéneme
el juez por mi avaricia,
por el desprecio de la vida ajena.
Proceda,
¡y ni un momento dude ni vacile
de aplicar conmigo su condena!
El hambre,
dañino escozor de las entrañas,
hizo tal vez que el pobre paria,
excitado
se confiara en mi apariencia
para gozar del brebaje que buscaba.
Sorprendido
de tanto ensañamiento, no me explico,
de donde junte tanto coraje.
Declaro:
que aplasté de un sonoro cachetazo,
al hambriento y raquítico mosquito.
NORBERTO PANNONE, poeta y escritor argentino
Confieso,
que con premeditación y alevosía,
un vil asesinato he cometido,
acabando
horriblemente con la vida,
del famélico y ruin desconocido.
Condéneme
el juez por mi avaricia,
por el desprecio de la vida ajena.
Proceda,
¡y ni un momento dude ni vacile
de aplicar conmigo su condena!
El hambre,
dañino escozor de las entrañas,
hizo tal vez que el pobre paria,
excitado
se confiara en mi apariencia
para gozar del brebaje que buscaba.
Sorprendido
de tanto ensañamiento, no me explico,
de donde junte tanto coraje.
Declaro:
que aplasté de un sonoro cachetazo,
al hambriento y raquítico mosquito.
NORBERTO PANNONE, poeta y escritor argentino
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