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sábado, 7 de octubre de 2023

UTOPÍA GARDELIANA - Héctor Rebasti, Buenos Aires, Argentina

 

UTOPÍA GARDELIANA

 

Este trabajo ansía y pretende imaginar la vuelta de CARLOS GARDEL a Buenos Aires, y entonces así veríamos que vivencia tendría al recorrer el lugar donde diera sus primeros pasos por la zona de EL ABASTO, junto a aquellos purretes amigos y a los comerciantes que poblaron esta incipiente Ciudad, de principio de siglo, llegados de tierras lejanas para forjar nuestro país con el esfuerzo denodado de su trabajo. Recordaría el intenso movimiento que había dentro del Mercado y en esas calles de los alrededores impregnadas del color y el olor a inmigrantes.

Cómo recordaría él sus primeros juegos que se desarrollaron en un ambiente distinto al actual y, por supuesto, distante en el tiempo , sus pillerías de chiquilín y los trastornos propios de la edad que le ocasionó a su joven madre, sumándose posteriormente lo que sería su inicio con el canto frecuentando los boliches y cantinas de la zona.

El “francesito” , como se lo conocía, por entonces , con el correr del tiempo y al ir despuntando su fama, fue apodado y posteriormente conocido como “ El Morocho del ABASTO “ , ya está listo para comenzar esta utopía.

 

Lo encuentro A Don Carlos parado en la esquina de Corrientes y Agüero, en la puerta del Banco de la Nación Argentina, Suc. Abasto. Está con un impecable traje oscuro, camisa a rayas , corbata lisa al tono , pañuelo blanco en el bolsillo superior del saco, zapatos brillosos y con su “ gacho gris “ ladeado sobre el ojo izquierdo Está mirando la vereda de enfrente a ese “ destripado “ y “ fantasmal “ edificio del otrora MERCADO de ABASTO el que fuera el testigo de sus “ primeros principios ” , como dice la letra del tango “ Isla de Flores “.

Carlitos va a la estación de subterráneos, bautizada con su nombre al cumplirse al cumplirse el 50 aniversario de su paso a la inmortalidad.  En ella encuentra un cuadro con su figura y queda extrañado y allí es cuándo pregunta: todavía se me recuerda? Otra cosa que se le ocurre es cuando dice, que lindo sería que se me escuchara cantar dentro del ámbito de la estación, con mis discos. A lo mejor se llega a hacer realidad esa idea “ tirada “ por Carlitos, sería más que interesante para que la juventud lo conocería aún más y los que tenemos algunos años lo recordemos más todavía ….

Comienza  su recorrida por el barrio, toma la calle Agüero y allí, en la esquina con Humahuaca  ve lo queda del Café  O ´ Rondeman,  reducto de los Hnos. Traverso, donde pasó tantas horas lindas cantando junto a amigos en verdaderas noches de farras. Continúa y ve una casa que le parecía conocida por conservarse como en su época, llama la puerta con golpes de mano no conoce el timbre!) y el dueño de casa cuando abre y lo reconoce , quién NO ! , lo saludo y con una muestra del porteñismo lo invita a pasar para charlar, tomar unos mates y recordar el tiempo pasado.

Don Natalio, el dueño de la casa, lo lleva a recorrer la casa que tiene, como es lógico, varios cambios respecto de lo que había en su época.

Allí Carlitos comenzó con sus preguntas ante tantas cosas “raras “.

En el comedor vió la televisión y quedó extrañado, don Natalio le explicó brevemente para no abrumarlo y Carlitos se puso muy contento y exclamó;  “ que lindo hubiese sido si existía cuando yo vivía “…allí  Don Natalio le comentó que cada tanto exhiben una película interpretada por él y eso lo impactó:  todavía , preguntó? Cuando escuchó su voz que se emitía de un moderno equipo de audio mediante un CD, no podía dejar de comparar la diferencia entre “eso“y los pesados discos de pasta de 78 rpm que él había grabado los que, por suerte, hicieron posible que su voz se mantuviera vigente en el tiempo y por tantos años. Esto que había observado lo había sorprendido , pero más lo hizo cuando se “ vió “ en la televisión , DVD mediante, interpretando      “ El día que me quieras “ la película que quiso de todo corazón ( su grabación de saludo desde los estudios VÍCTOR de New York – 1935 )  ), no podía entender cómo sus películas que antes estaban en unas pesadas y grandes latas ahora dentro de una cajita tan chiquita le brindaba esa imagen y , para colmo, el dueño de casa manejaba ( ida y retroceso ) la película con un “ aparatito “ en la mano !!!.

Después de esta grata sorpresa, don Natalio, le hizo conocer otras “cosas “muy habituales, ahora para nosotros.

Le mostró una SPICA con su estuche de cuero y sus pilas. Carlitos se sorprendió y solo atinó a compararla y recordar su radio “Capillita “que escuchaba en su casa de Jean Jaurés junto a su querida madre, Doña Berta y amigos que frecuentaban todos los días su casa.

Llegaron a la cocina y la señora de Don Natalio, Anita, estaba frente a algo donde “ salía “ fuego y ella estaba calentando más agua para el mate, ese lugar raro lo “ encendía “ con un aparato extraño , el “ MAGICLICK “ allí sí que se dijo:  “ no puedo comprender todo esto ” !! .

Cuando se estaba por retirar llegó el hijo de los dueños de casa, Angelito, que por supuesto sabía quién FUÉ y ES, Gardel. Después de los saludos de rigor , de entre las ropas del recién llegado comenzó e sentirse un pi… pi… pi…  allí Carlitos no entendía nada y con mucha prudencia y un poco de timidez preguntó: qué era ?, le dijeron el teléfono móvil “ el celu “ , bueno esto ya era mucho para ser recepcionado,  en un solo día, no podía creer que allá por años 30 los aparatos eran altos, negros con un cable grueso y con un tubo grande é incómodo y lo que tenía ahora frente a él y en su manos, no era más grande que a pila de boletos de carreras de caballos que solía romper, cada tanto, en alguna reunión hípica de PALERMO y que había perdido “ POR UNA CABEZA “ .

Por lo que vio y escuchó en el hermoso rato pasado en la casa de Don Natalio y Anita pudo comprobar que no LO HABÍAMOS OLVIDADO y que, pese a todo el tiempo pasado, estaba vigente en nuestro recuerdo y nosotros, manteníamos  vigente su figura maravillosa y su voz inigualable emocionado se despidió con un simple “ hasta  pronto “ y un “ muchas gracias ” por todo .

Salió de la casa y caminó por Agüero, tomó por Zelaya, hasta Jean Jaures 735, su querida casa que dejó en noviembre de 1933 para irse de “gira celestial “!  Allí había compartido con su querida mamá, con el matrimonio Muñiz junto a “sus escobas “días y tardes inolvidables rodeados del afecto y cariño que le prodigaron. Parado frente a la puerta recordó la diferencia de entonces , donde pasaban los carros tirados por nobles caballos, el panadero, el lechero, el mimbrero con su carro cargado del trabajo artesanal prodigado por sus manos, alguno que otro auto, movilidad incipiente de entonces. Ahora era distinto, le costó cruzar la calle, que si Bien es de barrio, igual tiene fluidez de tránsito. Llegó al lugar que tenía previsto visitar, la casa de don Aarón, su peluquero. Lo recibió la esposa, Sara, quien lo llevó al local de la peluquería, ahora atendido por las manos hábiles del heredero, su hijo Samuel. Así fue como Carlitos recordó que don Aarón lo recibía con un afecto especial, charlaban largo y tendido y después se sentaba en el amplio sillón y don Aarón comenzaba su tarea, retocándole el renegrido y brilloso cabello y lo engominaba para darle a su figura esa pinta la que acompañada de su eterna sonrisa, resaltaba aún más la maravillosa “obra “realizada por doña Berta.

Doña Sara le contó que después de la tragedia de Medellín, doña Berta estuvo acompañada por el matrimonio Muñiz, amigos y vecinos y que a la casa fueron a vivir Armando Defino y su esposa Adela. Que doña Berta iba todas las semanas al cine del barrio a ver sus películas y que tenía dos butacas reservadas para ella para no tener problemas de ubicación. Escuchaba en la vitrola los tangos y canciones grabados por él y lo recordaba con mucho afecto, visitaba su Mausoleo en el Cementerio de la Chacarita el que, con el aporte doña Berta y de muchos amigos, admiradores y entidades de la música, se pudo levantar en la calle 33 y 6 del Cementerio, Fue allí cuando a Carlitos se le escaparon unas lágrimas en recuerdo de su querida “ viejita “ la que no pudo volver a ver a pesar de lo mucho que lo deseó, Después de un abrazo, besos y agradecimiento por el cariño recibido, saludó a los amigos y se despidió.

Caminó rumbo a la esquina de Agüero y Corrientes, lugar dónde lo encontré, pero antes pasó por la “cortadas" que lleva su nombre, entre Jean Jaures y Anchorena, está muy cambiada y con figuras de cantantes y artistas que lo precedieron. Vio que está mejor que, según le contaron, hace algunos años atrás... Se puso contento, pasó por la esquina de Anchorena y la cortada, allí está el “Chanta cuatro “, claro que remodelado, pero lugar de noches hermosas vividas con amigos, al que volvía cuando podía, para reencontrase con ellos en esa linda época.

Llegó al lugar del inicio de esta visita, allí terminó todo. Subió a la estrella que lo trajo, miró por última vez a su “Buenos Aires Querido “y se dejó llevar para llegar hasta donde están sus amigos que lo esperaban ansiosos para que les contara, mate de por medio, todo lo que vió en este “recorrido “por el tiempo. Todos quería saber y tener noticias de cómo estamos viviendo ahora y que diferencias existen respecto de la época en que a cada uno le tocó vivir.

Aquí termina esta “utopía “, pero no quiero dejar de mencionar que pobre homenaje les hacemos a todos los que, de una forma u otra, fueron embajadores sin cartera, que nos representaron ante el Mundo en forma digna y cabal, ellos son los artistas, cantantes, poetas, músicos y muchos otros más.

Diciembre 2002.                                                                                           

HÉCTOR REBASTI, Buenos Aires, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

                                                                                                              hectorrebasti@gmail.com


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