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sábado, 7 de octubre de 2023

CEMENTERIOS DEL ESPACIO - Adrián Néstor escudero, Santa Fe, Argentina



CEMENTERIOS DEL ESPACIO

A H.P. Lovecraft, y su cosmogonía del terror cósmico… En particular, in memoriam del Prof. Daniel Barbieri (Croci) y Santiago E. Oviedo  (in memoriam), creadores del Círculo Argentino de Ciencia Ficción y del Premio “Más Allá” (Argentina). Y al escritor platense, Lic. Carlos Enrique Abraham, creador del Magazin gráfico “Nautilus” y autor del monumental ensayo “La Literatura Fantástica Argentina en el Siglo XIX”.

 

     Ha sido un buen negocio, sin duda. Aunque ya no exista. Nunca más. COCHERIA DEL ESPACIO "VIA NEGRA" S. A. ¿Risueño?; tal vez. ¿Imposible?; quizás.

     Es que haber presidido un Cementerio Espacial tuvo su parte cómica. O de ácido humor (entre los accionistas). También de imposibilidad (una cuestión de intereses). Pero no hay negocio que triunfe sin una pizca de ingenio, riesgo y voluntad. Y buena publicidad.

     Su muerto, mejor conservado. Muertos saludables y selectos (no cualquiera tiene un mausoleo en las nubes). Sin corrupción de la carne a causa del vacío y su misteriosa bondad. Servicios complementarios. COCHERIA DEL ESPACIO "VIA NEGRA" S. A., con dos salidas al mes; previo tratamiento de conservación. Flores gratis. Y un paseo para usted. Con una inmejorable excusa para viajar a las estrellas; no olvide que todo lo demás, es obra y gracia del PODER ARMADO. O hace turismo macabro, o no conocerá la emoción del espacio. Y hasta, quién sabe, algún día, ¡la fórmula!; y entonces (alquilaremos arcángeles), con sonido de trompetas, el hombre resucitará. El cáncer y el sida tendrán su fin. Pasarán algunos años, pero el hombre lo logrará. Y, si sobreviene a la GUERRA... entonces habrá tiempo. Todo el que quiera. No desespere. Sólo ahorre su dinero para volar hasta aquí. Tendrá, de por muerte, la más segura protección... Porque el hombre encontrará el camino, y, antes que el Universo se desintegre, lo logrará. Verá. 

     Ahora no hay necesidad de flores. Inclusive, las visitas permitidas al comienzo del negocio floreciente, han terminado. Es como si los Tiempos Finales hubieran llegado. También para "ellos", que están ahí, y se han adelantado como tantos otros a la frontera de lo desconocido. Nadie rezará oraciones (aunque la Gran Cruz brille, insólita, entre las lunas de aquella inmensidad desolada). Es que, o la gente se ha olvidado de sus muertos, o ya no puebla la TIERRA para recordarlos.Y uno se pregunta, pues, si habrá vivos allá abajo todavía...

     Sí, han transcurrido muchos años desde las majestuosas peregrinaciones programadas al abismo, llevando los cuerpos en cohetes mortuorios y hacia el frío celestial.

     Ahora no hay necesidad de flores. Ahora "ellos" flotan, en sereno tiovivo, confundidos con la eternidad del espacio transformado en tiempo insomne... Ordenados y brillantes, en cajas metálicas del mejor acero. De vez en cuando, claro, revisar los sellos. Evitar que algún cofre se abra, y la monotonía sepulcral de los cadáveres viajeros, se rompa...

     Hasta que algo, al fin, suceda.

     Es un viento extraño. Un viento como los del abuelo Bradbury, escapado de su Carnaval de la Muerte, lejos, en el PAIS DE OCTUBRE que alguna vez existiera, como tantas cosas que su memoria ha empezado a olvidar. Más que sentirlo, lo presiente.

     Un viento fugado de algún agujero fantástico, como ráfagas de palabras sensoriales escapadas de aquel bello libro de terrores y ternuras.

     Por cierto que la situación de la Nave se ha complicado después de las últimas noticias recibidas. El equilibrio de la GUERRA se encuentra a punto de quebrarse y la seguridad del planeta, de sus sobrevivientes, críticamente amenazada. Sólo su especial condición de espacio santo ha evitado que alguno de los misiles dirigidos contra las Bases Lunares, lo destruyera. Destruyera la vida de la muerte, en asfixiante ironía. Y en cualquier instante pueden cortarse las comunicaciones o recibirse la expresiva imagen del APOCALIPSIS, abriéndose como una flor mortal y radiactiva en el Universo...

     Y ahora este viento secreto desgarrando el vacío que contiene a la Estación Orbital.

     De pronto, un susurro. O un presentimiento. Por lo demás, la linterna del abuelo, es el ABUELO COMANDANTE. Chasqueando brillos entre los ataúdes de acero y hielo, gira leve y lentamente, de izquierda a derecha por la colmena de muertos que persisten en su inútil espera.

     No obstante, el invisible viento continúa alertando el alma, mientras la linterna danza su danza de las estrellas, y el ABUELO COMANDANTE arriba a la escotilla creyendo que sus muertos, a pesar de la hecatombe en la TIERRA, siguen en paz, soñando su eternidad de sueños acerca de la definitiva libertad. Hasta se le ocurre pensar que ellos y "ellos", no son más que una misma cosa.

Muertos que velan a sus muertos. Porque el viento no cesa, y el susurro, o el presentimiento, se ahonda...

     Recuerda hace diez años, más o menos. Cuando el miedo al espacio superaba sus ansias de aventura.

     Abuelo, tengo miedo, decía. He soñado algo muy feo. ¿A ver?, ¿cómo es eso? Cuéntame, hijo; respondía.

     Abuelo, un hombre, un hombre de negro subido a la azotea de la casa vieja, arrancaba con su brazo de elástico, alargado, una por una a todas las estrellas. Y el payaso del cielo lloraba porque su traje de fiestas quedaba sin lentejuelas...

     Tengo miedo, abuelo. Pero no existe ese hombre, hijo. Se trata de un mal sueño. Nada más. Porque aquí, vos sos el dueño de las estrellas. Y nadie podrá arrancártelas. Nadie en el mundo podría hacerlo... Al contrario; ellos se sienten seguros ya que, nosotros, desde las nubes, cuidamos sus sueños y el sueño de sus muertos. Y no debes tener miedo, porque algún día tendrás una gran responsabilidad: encerrarme en uno de esos cofres que giran, y cuidar también mi espera. Heredarás así la esperanza de la Humanidad... Y eso, abuelo, ¿cuándo sucederá?

     El viento ha llegado.

     El abuelo duerme, y él, no logra conciliar el sueño. Excepto por algunos guardias que controlan sistemas de rutina, no hay movimiento aparente en el cementerio espacial. Es noche en la mente de los hombres que pueblan este hogar ficticio y planeado artificialmente hasta el último detalle. Se levanta. Mira hacia las tumbas negras con su enorme crucifijo de luz de faro centelleando el puerto oscuro.

     Entonces, el viento toca las tumbas y las tumbas se abren, y "ellos" salen, desesperándose, en busca de la luz mayor. El estupor lo paraliza. Puede tratarse, aún, de una pesadilla. Como cuando era niño. Pero "ellos" se dirigen hacia allí. De a millares. En busca de la Nave. O del ABUELO COMANDANTE.  Está seguro. Vienen a preguntarle por su planeta, por sus familias y casas, por sus trabajos y huertas. Por sus vidas e ideales. A pedir que les devuelvan sus mundos de polvo y locura nuclear... Y no será posible.

     Por lo demás, el casco de la Nave no resistirá a sus golpes sobrehumanos, todos morirán. Morirán sin tumbas espaciales, y, unidos a "ellos", clamarán por lejanas auroras y se dispersarán, como ciegos jinetes, entre los pliegues brillantes del payaso del cielo.

     Como los únicos y verdaderos muertos del Universo.-

ADRIÁN NÉSTOR ESCUDERO, Santa Fe, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA




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