LA SOBERBIA
Decía
San Isidoro que el principio de todo pecado es la soberbia y, agregaba que, el
que se exalta, es deprimido; quien se eleva, es prosternado y quien se hincha,
revienta.
La
soberbia es, además, un vicio capital, cuya virtud opuesta es la humildad, la
que nos inclina a estimarnos justamente en lo que valemos y a dejar de lado
toda ostentación.
La
soberbia es el orgullo desmedido y el aprecio excesivo de uno mismo en
menosprecio de los demás. Es un deseo desenfrenado de honras y un apetito
desordenado de ser preferido a otros.
Soberbios
son los que indexan su propia estima, se consideran superiores y apuntan con la
nariz al cielorraso. Son los que se la creen. Los que te miran por arriba del
hombro. Los estirados. Los que se la piyan. Los fatuos. Los engrupidos. Los que
se anteponen injustamente a los demás. Los que nunca hacen cola.
LA SOBERBIA
Engolado y distante,
orgulloso y altivo,
presuntuoso, arrogante
y despreciativo.
Es tan grande y tan obvio
mi egocentrismo,
que hasta si estoy de novio
es conmigo mismo.
Es el desideratum
ser siempre mucho más que los demás.
Vanitas vanitatum.
Toda vez que barajo saco el as.
Engolado y distante,
orgulloso y altivo,
presuntuoso, arrogante
y despreciativo.
CORO:
Paren la oreja:
es Nietzsche quien aconseja
tener en cuenta
que al que se hincha
si alguien lo pincha
se revienta.
(De LOS 7 PECADOS CAPITALES. Cantata profana para voces y bandoneón – Letra: Luis Alposta - Música: Pascual “Cholo” Mamone)
LUIS ALPOSTA, Buenos Aires, Argentina
MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL DE
ASOLAPO ARGENTINA
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