NOSOTROS
Nosotros es el pronombre personal de
primera persona en número plural, y nuestro es el pronombre posesivo de primera
persona cuando los poseedores son varios.
Ese número plural se compone de dos o
más yo, que es el pronombre personal de primera persona en singular.
Pero el yo es también la afirmación
de la conciencia humana.
Según Kant es el centro de unidad de
la dinámica de la conciencia y el sujeto último para lo cual todo lo demás es
objeto.
El yo es considerado como consciente
de su propia y continua identidad y de su relación con el medio, y el yo social
es la conciencia del propio yo o personalidad determinada por las actitudes de
los demás hacia nosotros.
Desde Descartes se ha considerado al
yo como conciencia, como el hombre que se designa a sí mismo.
Esta realidad del ser, nos plantea
una tensión o pulsión en sentido psicológico en lo íntimo y profundo de cada
individuo.
Hay una individualidad, una persona única,
propia, esencial, pero esa individualidad queda huérfana sin el otro.
Desde Aristóteles es imposible
concebir otro concepto del hombre, que como ser sociable, que no puede vivir
sólo y los psicólogos han afirmado que el ser sólo se completa en la alteridad.
Es decir sin la presencia de otro
ser, no hay hombre completo, lo cual va en línea con el principio biológico, la
reproducción necesita la cópula de dos seres.
Por lo tanto el Nosotros es esencial,
y por encima del yo, aunque sea un conjunto de yo, enlazados en un tiempo y un
espacio.
Tanto es así, que el carácter y la
personalidad se conforman a partir de un yo extraño; las primeras impresiones,
la impronta del hombre es puesta por quienes realizan su crianza, es decir lo
propio, personal, íntimo y profundo del ser es obra de otro, que nosotros
aceptamos sin proponernos, sin cuestionarlos y sin racionalizarlo.
Después cuando comienza la etapa de
la conciencia, allí el hombre empieza a evaluar, pero con lo ya puesto.
Por eso los tiempos y el hábitat
tienen tanta importancia, porque de acuerdo a ellos se constituirá la
impronta del ser.
Estas condiciones van conformando el
carácter y la personalidad del hombre, y llevan a identificarlo señalando su
comportamiento.
Entre tantas categorías que se pueden
formar a partir de la personalidad y de la conducta humana, existe una que
señala como es su relación con los otros, sus semejantes.
Hay personas que ponen el acento
en sí mismos y hay otras que ponen el acento en las relaciones comunitarias.
Son los que piensan y actúan desde el
“yo” y los que piensan y actúan desde el “nosotros”.
No se discute ni se pone en tela de
juicio, el valor personal y la constitución del yo, como elemento primordial
del hombre.
La conciencia de ser, la distancia
entre uno y todo lo demás existente, la forma personal, unívoca e independiente
del ser que cada uno es, no puede discutirse.
Más el hombre es un ser social, no
puede desprenderse de la comunidad, no puede existir sólo.
El Robinson es una excepción, un
período que puede suceder en alguna historia pero que no hace a lo normal.
Entonces ese yo como se relaciona,
que parámetros prioriza en las innumerables y continuas situaciones que le toca
vivir, de las cuales la inmensa mayoría son inmersas en el común de los
hombres.
Concientizar y valorar en su
comportamiento la situación de la comunidad, la comprensión que es imposible la
vida sin relación con los otros, genera un complemento a ese yo, el nosotros
vital, el ser relacionado, el ser comunitario, el ser en sociedad, a la
cual se debe y a la cual debe.
Ese nosotros se patentiza en la
conciencia valorativa, en la vida común, en la solidaridad, en el alcance de la
existencia, de los bienes, de los roles y de las situaciones de la vida,
que ya no son solo propias sino de todos.
¿Qué busca el hombre en su existencia?
La armonía y la felicidad. Más no hay
armonía ni felicidad posibles aislados, encerrados en su yo personal.
Sólo la apertura hacia el mundo y
hacia los otros hace que el ser pueda armonizarse, y lograr la felicidad que se
debe.
Aparece la bondad, la bonhomía, la
interacción, el progreso, la alternancia y la conciencia de vivir en paz
interior, a partir de la paz con los demás, del respeto y de la dignidad de
todos sus semejantes.
El nosotros campea sobre las
sociedades como una forma de entender y lograr una sociedad justa, libre,
equilibrada y armoniosa para todos
Elias D. Galati, Buenos Aires, Argentina
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