De la poesía, de la virtud.
En
una palabra: para parecer un hombre honrado, lo que haced falta es serlo.
Boileau
Tengo
sobre el escritorio varios libros para leer. A veces se acumulan. En estos días
la situación del país y del mundo me hace leer bastante los diarios. Noticias
nacionales – algo así como distintos sainetes mezclados, plagiados y reiterados
– y las del mundo. En verdad prefiero la lectura de poesía, el cuento, los
ensayos, la crítica literaria. Por supuesto voy al teatro, escucho a Mahler o a
Grieg, veo cine. Cine clásico en lo posible. Pero los tiempos son los tiempos.
Y en Argentina advertimos, día a día, hora a hora, la descomposición sin
límites. Pero sigamos o empecemos con el artículo.
Uno
siempre recuerda su infancia, sus juegos, la actitud de una familia. El amor de
los padres, la voz de los hermanos, las formas de mirar, la cultura que nos
ayuda a comprender el mundo y la vida. A preguntarnos de dónde venimos,
adónde vamos, por qué soy como soy, cómo se puede conocer la realidad,
descubrir que la historia social y política se halla entremezclada con la
historia de la religión…Es allí, en el hogar, en nuestra familia -siempre lo
sostengo- donde nacen las emociones, las simpatías, la elegancia, el gusto por
la belleza. Las preocupaciones profundas contra las banalidades cotidianas Y el
rechazo por lo soez, la chabacanería, lo grosero. La ética que lucha contra el
dogmatismo, la demagogia, las tendencias populistas.
Roberto,
mi hermano mayor, me decía cuando yo tenía siete u ocho años, que no comprendía
de qué se reía la gente ante el cine de Chaplin. La discusión en casa, es
necesario comentarlo, giraba entre la genialidad de Charles Chaplin o la de
Buster Keaton. Luego se hablaba de Harold Lloyd, de Groucho Marx, de la vanidad
de Oliver Hardy o la necedad de Stan Laurel. De allí, recuerdo, el salto a
Jacques Tati. A mí, debo confesarlo, me maravillaba Danny Kaye. Y el dúo
Dean Martin – Jerry Lewis.
Chaplin
tenía entre sus temas escogidos la miseria, la pobreza, el alcoholismo, el amor
imposible. El espectador se conmovía, se identificaba con el personaje
principal y se reía a carcajadas. A veces boxeador, otras obrero, pintor,
dentista, mesero, eterno vagabundo, afrontaba la crueldad de la vida. Junto a
él, desde su interior lúcido y sensible, una despreocupación innata y los sueños
de evasión. Y un bastón burgués que le daba aire de dignidad.
Chaplin explicaba: “Este personaje tiene múltiples facetas. Es al mismo tiempo
un vagabundo, un caballero, un poeta, un soñador, un tipo desamparado…”
Mi
padre, mientras tanto, me hablaba de la Guerra Civil Española, de Manuel
Murguía de carbonarios, de la masonería, de la música barroca, de la
novelistica rusa del siglo XIX, de Miguel Ángel, del fascismo y del peronismo…y
mis otros hermanos de pintura, de teatro, de jazz, de box, de esgrima, de
fútbol, del infinito y lo absoluto. Como Carloncho era el menor, los escuchaba
con devoción. Y así la síntesis totalizadora: mens sana in corpore
sano.
Valéry
cuenta que el pintor Degas «en ocasiones hacía versos y ha dejado algunos
deliciosos». Según narró a Valéry el mismo Degas, un día le dijo Mallarmé: «Su
oficio es Infernal. No consigo hacer lo que quiero y sin embargo estoy lleno de
ideas». Y Mallarmé respondió: «No es con las ideas, mi querido Degas, con
lo que se hacen los versos. Es con las palabras».
Mario
Benedetti señaló en una conferencia: “Es sabido que los poetas, al menos cuando
escriben, no son tímidos. Como bien señaló Aleixandre: «No hay un solo poeta
que no modifique el mundo». Y eso no se perdona fácilmente, ya que la
ampliación verosímil es: «No hay un solo poeta que esté conforme con el mundo».
Y claro, eso suele provocar bien entendidos y malentendidos”.
Polibio
escribía, a propósito de los ritos romanos, que “en una nación formada
sólo por gente sabia sería inútil recurrir a medios como estos, pero como la
multitud, por su naturaleza voluble y sometida, tiene pasiones de todo género,
deseos irrefrenables, ira violenta, no queda más alternativa que contenerla con
aparatos diversos y con temores misteriosos. Por eso creo que los antiguos no
introdujeron sin razón en la multitud la fe religiosa y la superstición sobre
el Hades, sino que más bien están equivocados quienes buscan eliminarlas de
nuestros tiempos…”
Mucho
después, nuestro amado Spinoza escribió en su Tratado teológico político: “Es
cierto que el secreto más grande y el máximo interés del régimen monárquico
consisten en mantener a los hombres en el engaño y en esconder bajo el
especioso nombre de religión el miedo con el que deben tenerse sometidos, para
que combatan por su esclavitud como si fuese su salvación. Por otro lado se
verá que en una comunidad libre, no se podría ni pensar ni intentar nada más
funesto”.
Es
curioso cómo se va cristalizando en el ser humano la dualidad que marcará el
proceso ideológico y fáctico durante décadas e incluso siglos. Demagogos o
dictadores llevan esas actitudes dúplices. Con el agravante que lo hacen ante
las mismas audiencias, plazas o seguidores. La gran masa le es fiel y no se
detiene jamás en el análisis de sus frases o sus proyectos. Además, el poder
tiende a la impostura, todo es más eficiente si se practica a oscuras, entre
biombos, en alcobas o parques, en cotos lejanos. No es de extrañar que Mickey y
Donald sean en estas horas idolatrados en China. O que las espadas toledanas se
fabriquen en la tierra de Mao para que los turistas de todo el mundo se lleven
un recuerdo ibérico, un aire del Cid, una bacía de Quijote. El obispo español
Bernardo Álvarez, Tenerife, declaró que el abuso pedófilo se debe “a que hay
menores que lo consienten”; acotando sin respirar “e incluso, si te descuidas,
te provocan”. Por otro lado, en Corea del Sur, el noventa por ciento de la
población tiene acceso a banda ancha. Eso significa que hay millones de
usuarios obsesionados hasta casos de muerte frente a la pantalla. Crearon un
complejo especializado (mitad campamento, mitad clínica terapéutica) para
intentar recuperar a casi dos millones. Un dato, sin duda. Mientras tanto
bosnios y serbios, judíos y palestinos, indios y pakistaníes, rumanos y
polacos, alemanes y africanos, Putin y su Partido hacen lo suyo. Por estas
razones el Times eligió a Putin “hombre del año 2007”. Y
ahora se viene la Copa Mundial Qatar 2022. Y desaparecen los genocidios y la
mano pegada a la cartuchera, a lo Wayne. Sí, eso ocurrió hace tiempo. Pero todo
vuelve, como Francisco con sus glosas evangélicas, la historia de la
Universidad Católica de Tegucigalpa, los fondos de inversión en Londres, el
Banco del Espíritu Santo o la pedofilia eclesiástica. Política y moral. Así
sea.
Tanto
en Quintiliano como en Cicerón la oratoria tenía un ideal, era alguien que
enseña la virtud y trabaja por el bien del país. Había un interés humanista en
sus teorías estilísticas. Erasmo, lo mismo que otros de su tiempo preocupados
por la educación, utiliza la obra de Quintiliano como modelo de
formar al hombre en la sabiduría y la virtud. La expresión que utiliza
Quintiliano es la que el orador ha de ser “un hombre bueno diestro con la
palabra”.
Mi
hermano mayor, obsesivo como todos nosotros, me llevaba al cine y me hablaba de
Chaplin. Eternamente perseguido por la policía, era todo un símbolo de lo que
representaba el orden. Chaplin supo contradecir el sueño americano y describir
lo miserable y la miseria de los buscadores de oro. En la agudeza de su mirada
el mundo poético. “En este mundo hay lugar para todos”, suelta el barbero judío
como un mensaje de fraternidad en El gran dictador. La comedia
burlesca me sigue apasionando. Como el recuerdo de aquellas tardes en el cine
de barrio. En este agosto mi hijo Emiliano – el cineasta no Lisandro, el actor
– dará un ciclo sobre Panahi, Panahi Libre.
Ahora,
son mis nietos los que me guían con sus fantasías, sus ensueños, sus juegos. Lo
lúdico nos acompaña, nos persigue, nos guía. Y otra vez escuchamos la voz de
los mayores, digo, de lo clásico, de lo eterno. Nos siguen hablando de lo
estético, de la virtud, del destino.
Estimado
lector, una vez más mi amado Boileau: “Todos los hombres están locos y, pese a
sus cuidados, sólo se diferencias en que unos están más locos que otros”. Nos
estamos viendo.
CARLOS PENELAS, poeta
y escritor argentino
MIEMBRO
HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
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