ANDROCLES
Y EL LEON
Claudio Eliano en griego y Aulo Gelio en
latín, han contado esta historia
referida al Imperio Romano en los primeros
siglos de nuestra era.
Androcles era un esclavo que huye de su amo, y
se refugia en una caverna,
en las afueras de lo ciudad.
En un momento se da cuenta, que en el fondo de
ella se encuentra un león,
gimiendo malherido. Se acerca y observa que el
mismo tiene clavada profundamente una astilla en una de sus patas.
Venciendo sus temores, y los riesgos
consiguientes, se acerca al león, le quita
la astilla y cura su herida.
El león sale precipitadamente de la caverna.
Pasa el tiempo, y Androcles se convierte al
cristianismo.
Es capturado y condenado a ser comido por los
leones en la arena del Coliseo
Romano.
Llegado el día de la ejecución, lo llevan
junto con los otros condenados y abren la puerta de los leones.
Los leones se abalanzan sobre los cautivos, y
uno de ellos abre sus fauces
para comerse a Androcles, pero
inesperadamente, se acurruca a sus pies, y
lame sus manos con su lengua cariñosamente. Era
aquel león que había curado Andrócles en la caverna, y que le permite salvar la
vida y el perdón del Cesar.
Dos reflexiones pueden hacerse a partir de
este relato, con profundo sentido
existencial y moral.
La primera es la gratitud del león, que
reconoce a su benefactor, y de la cual
podemos hacer inferencia, refiriéndola al ser
humano.
La segunda es la actitud de Androcles, que
puede llevarnos a encontrar la
clave para la condición humana y el correcto
comportamiento de nuestra
especie con nuestros semejantes y toda la
naturaleza.
Androcles se encontraba solo en la cueva, un
lugar apartado, sin ninguna
posibilidad de ayuda, y enfrentando a un gran
enemigo, y en una situación
potencialmente peligrosa, ya que se encontraba
herido, molesto y desequilibrado.
Pudo haber huido hacia otra lado, y salir de
la situación, pero prefirió realizar
un acto bondadoso, generoso, aun a riesgo de
su vida y curar al león que estaba herido.
Esta actitud es una variante que puede
determinarnos y hacernos entender,
cual es en realidad nuestra condición, quienes
somos, que debemos hacer y
como debemos comportarnos.
Nuestro personaje lo hizo con un ser no
humano, quizás irracional, un feroz
enemigo y en una situación peligrosa y
desesperante.
Priorizó la bondad, la ayuda, la solidaridad,
al peligro que ciertamente corría,
por la reacción que pudo tener el león.
¿No significa esto, que en nuestras relaciones
interpersonales, y con los otros
miembros de la naturaleza, nosotros deberíamos
priorizar también la bondad,
la solidaridad, el respeto y la dignidad de la
vida, por encima de nuestras
preferencias y de nuestras seguridades?
No significará esto también, que debemos
hacerlo a nuestros más grandes
enemigos y aún en situaciones peligrosas.
Sin pretender hacer un estudio de las
características y de la condición
humana, esto llevaría también a pensar que el
hombre debe sentirse bueno
desde si mismo, y actuar con bondad en todo
momento, en todo lugar, y con
todos los que se relaciona.
Volvemos a la primera reflexión, esto lleva a
la gratitud.
La gratitud es una actitud de respuesta, es la
condición de alguien que se ha
sentido beneficiado o querido por otro y que
trata de devolver de la misma
manera.
En el reino animal se realiza casi
instintivamente y como rutina.
Cuanto más debería ser en el hombre.
La gratitud es un sentimiento que nos obliga a
agradecer el favor recibido.
Puede constituirse en una cadena de estímulos
y respuestas, que disparen una
conducta humana constitutiva de un mundo
mejor.
Pero debo dar el primer paso, primero dar y
luego recibir.
Debo favorecer al hermano, y veré como luego
él agradece de corazón, y
entonces la existencia se hace un entramado de
bondad, equilibrio, templanza
y paz, en donde todos nos sentimos bien, en
armonía con nosotros, con los
otros y con la naturaleza.
No tengamos empacho, ni temor en ayudar o
favorecer a nuestros enemigos,
aún en situaciones peligrosas, porque esa
actitud nos hará mejores hombres,
habremos entendido cual es nuestra condición y
cual nuestra relación, y
condicionará a los otros para que de la misma
maneras actúen, agradeciendo
o favoreciéndonos.
Elias
D. Galati, Buenos Aires, Argentina
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