NECESIDAD DE
EVASIÓN: FANTASÍA O REALIDAD
La
noche avanza con su paso inquietante, mientras las sombras enmudecen al unísono
de los que sienten la herrumbre de la desazón. Al alba, se avecina la
incertidumbre que corroe hasta al más vil. El viento trae y lleva, a su antojo,
susurros que sucumben hasta llegar a las mayores profundidades.
Me
pregunto qué sentían nuestros antepasados en los tiempos convulsos que les tocó
vivir. No quiero saberlo, pues mi corazón herido cabalga sin jinete al abismo y
un trino desolador enloquece mis oídos. Palabras hirientes me azotan la sien.
Un tiempo vulnerable camina raudo hacia la luz del nuevo día, esa que envuelve
mis sentidos. No quiero llantos que conmocionan. Deseo ver esa luz
embriagadora, que la mañana triunfal acerca y, de cada poro de su piel, brotará
un manantial, limpio y transparente, cargado de sueños hermosos que darán, de
nuevo, sentido a la vida, a su palpitar. En su lozanía nacerá un nuevo ser que,
ajeno a desdichas, crece en el seno maternal, para enfrentarse a lo incierto y
descomunal. No sucumbas al agravio; la grandeza de la tierra te envolverá y, en
la nimiedad, acabarás hallando el placer de lo cotidiano.
Difusamente, recuerdo aquello que me trae la
nostalgia del ayer. Lo que daría por borrar este momento, porque el tiempo
fugaz se llevase esta realidad que subyuga al alma. Bailemos un bolero que nos
haga mirar una realidad distinta, que nos conduzca a la locura de la vida, que
camine hacia la inextinguible felicidad. Como dice la canción: “cantemos a la
vida, al amor…”. Volvamos a sonreír con ilusión y con la certeza de que lo mejor
está por llegar.
Mario
Vargas Llosa refiere: “Se escribe para llenar vacíos, para tomarse desquites
contra la realidad, contra las circunstancias”. Y como nos recuerda el escritor
y psicólogo argentino Juan Armando Corbin: “Cuando las fuerzas fallan, los
ánimos decaen, solo tú eres capaz de encontrar el aliento entre la maleza”. Sin
duda, son palabras reconfortantes a las que vale la pena aferrarse y recordar
siempre el dicho de que tras la tormenta llegará la calma. Muchos pensadores
tuvieron una vida complicada, las dificultades los hicieron superarse y dejar
constancia de la crudeza a la que puede llegar la realidad. Plasmarlo es una
manera de enfrentarse a ella, a ese sentimiento desgarrador que se instaura sin
pedir permiso.
Concluyo con una cautivadora frase
de Gabriela Mistral: “Creo en mi corazón, el que yo exprimo para teñir el
lienzo de la vida”. Son momentos para teñir nuestro lienzo con colores vivaces,
que hay que esparcir con cautela y con el pincel de la esperanza.
Lola Benítez Molina, poeta y escritora española
Málaga (España)
MIEMBRO HONORÍFICO
DE ASOLAPO ARGENTINA
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