LOS CONDENADOS
Acurrucados,
temerosos, alertas. Todos estaban aguardando la macabra hora de su trágico
final.
Ese
rectángulo que los contenía era su última morada de vida, después, perderían
uno a uno sus cabezas en una muerte explosiva, brillante, inexplicable.
Un
hilo de luz se filtró por la abertura y, una vez más, uno de ellos fue
arrancado de allí sin contemplaciones. Escucharon luego el forcejeo y el
estampido y, temblando de furia y de miedo, comprendieron que otro de sus
hermanos había muerto.
Era
verdaderamente aterradora aquella incierta espera. Ninguno podría imaginar
quien de ellos sería el próximo. La inminencia de la muerte exacerbaba el albur
que cada uno correría.
Eran
elegidos al azar, sin discriminar. El verdugo, ni siquiera se detenía a
mirarlos, sabía muy bien que debían morir, tarde o temprano, inexorablemente,
fatalmente.
La
voz llegó hasta ellos y los sacudió con su fatídico sonido:
-¿Dónde dejaste los fósforos?
-Sobre
la alacena. Respondió otra voz.
La
gigante mano tomó a otro de ellos y con terrible saña le arrancó la cabeza al
frotarlo sobre el costado de la caja que los contenía.
©NORBERTO PANNONE, ©2008, ed. Bs As, Argentina.
Del libro “Cuentos de barrio”
https://youtu.be/kpAzwscd0vw
Qué buen relato, con un final inesperado.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus comentarios!
EliminarMaravilloso uso del suspense!
ResponderEliminarUn saludo,
Marian Muiños
Muy agradecido, Marian!
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