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sábado, 27 de noviembre de 2021

Apuntes sobre “Venise sauvée”, tragedia en tres actos de Simone Weil "Salvar a Venecia", "Save Venice", guión cinematográfico y drama teatral en dos actos de Gabriella Bianco, en, La impaciencia de lo absoluto en Carlo Michelstaedter y Simone Weil, Ediciones Suárez, Buenos Aires, 2007

 



Apuntes sobre “Venise sauvée”, tragedia en tres actos de Simone Weil "Salvar a Venecia", "Save Venice", guión cinematográfico y drama teatral en dos actos de  Gabriella Bianco, en, La impaciencia de lo absoluto en Carlo Michelstaedter y Simone Weil, Ediciones Suárez, Buenos Aires, 2007




                                         "Los que sueñan de noche, se despiertan
                                           por la mañana para descubrir la vanidad
                                           de sus sueños.
                                           Pero los soñadores de día son hombres
                                           peligrosos, capaces de recitar su sueño a
                                           ojos abiertos, hasta hacerlo posible".
 
                                          
                                         "Los hombres de acción y de aventura son
                                           los soñadores: prefieren el sueño a la
                                           realidad.
                                           Pero, ellos obligan a los otros a soñar sus
                                           sueños con las armas. El vencedor vive su
                                           propio sueño, el vencido vive el sueño de
                                           otros".
                                           
   
                                    
"Venise sauvée" de Simone Weil                                      

En "Venise sauvée", Venecia aparece como la palestra del ejercicio del Gobierno - el Consejo de los Diez - de amor incondicional – Violetta - de ambición y deseo de poder - Renaud - encargado de la preparación de la conjuración de los españoles contra la República de Venecia y Pierre, encargado de las operaciones militares y de los conjurados, con el apoyo del Marquis de Bedmar, embajador de España en Venecia - y de piedad - Jaffier. En la lógica de la fuerza, que regula la realidad político-social, la piedad de Jaffier, frente a la racionalidad política, aparece como un gesto al mismo tiempo, sagrado y religioso, misericordioso y loco.

 El teatro griego 'inmóvil' que Simone eligió como modelo para esta tragedia, concentra la conversión de la conciencia de Jaffier, en un gesto que se transforma en rito, ya que ese gesto de piedad, que hace naufragar la conjuración y, deteniendo el curso de la necesidad, salva la ciudad y la devuelve a otra historia, a la independencia de los españoles, a su pasado de República gloriosa y a su futuro en la libertad.

Sobre la base del relato de Saint-Real, "Conjuration des Espagnols contre la République de Venise", que en 1618 quería adueñarse de Venecia, destruirla y ocuparla, Simone escribe en relación a la necesidad moral que llevaría a España a realizar esa empresa - la realización de la unión de la Cristiandad - sin olvidar las causas objetivas que empujan a España a esa empresa, la urgencia de detener el peligro turco y la ambición a realizar la unificación europea bajo el imperio español. 

 Sin embargo, se realiza un evento que, frente a la ciudad perfecta que está por caer en la pesadilla violenta de la fuerza, un hombre, un conjurado, un mercenario, desarraigado de toda pertenencia, en un inesperado brote de pura espiritualidad dentro de la lógica político-social dominada por la fuerza, 've' la ciudad y en un gesto de aparente irracionalidad, la salva.

 Frente a la racionalidad política según la cual los conjurados calculan la eficacia de la empresa, para expandir el poder de España y rescatar la dignidad de los mercenarios, la mirada de Jaffier sobre la ciudad es muy distinta de la del dominio. En su decisión de revelar la conjuración y salvar la ciudad, Jaffier parece como un misterio incomprensible y, en la pérdida de sí mismo, él, el traidor y el perdedor, se precipita en la desventura.

 En su decisión que causa la tortura y la muerte de sus compañeros, Jaffier entra en el mundo de los desventurados por el puro amor a la ciudad, que lo hace despreciable a los ojos de los compañeros, de los hombres y de los dioses:  "Mis lágrimas, solamente, el único derecho que queda a los desventurados".  

 No obstante, y quizás gracias a su personal desarraigo humano y político, Jaffier asume la perspectiva del espíritu, elige la belleza, quiebra el discurso del realismo político de Renaud y la lógica del vencedor, que caería sobre Venecia, destruiría y humillaría la ciudad vencida, la ve como es y cómo podría ser mañana: "Moi, dont les yeux voient quelle cité devra périr", "Yo, cuyos ojos ven qué ciudad deberá morir", denuncia la conjuración y salva la ciudad. La palabra 'destrucción' sale de toda indefinición y asume rasgos precisos, la 'joya rosada' de Venecia es destinada a ser aniquilada enteramente. 

La belleza es la "huella de la infinita misericordia divina" en la creación. Como para Jaffier frente a Venecia, la belleza suspende la carrera del sujeto animado por su sueño de potencia y se vuelve testigo del estado 'milagroso', casi imposible de mantener, que representa el retraerse de la potencia. Desde este punto de vista, “Jaffier es la persona perfecta del 'Trauerspiel', que fluctúa entre naturaleza y sobre naturaleza, destinado a actuar sin fundamentar las razones de su actuar, destinado a ser siempre incierto sobre el origen de su vocación”.

 La pureza de los sentimientos que ligan a un individuo a su ciudad es encarnada por Violetta, cuyo amor expresa el natural 'enracinement', que nada tiene que ver con el deseo de dominación:

"Dios no permitirá que una cosa tan hermosa sea destruida. (...)
 Una cosa como Venecia nadie puede hacerla. Dios solamente.
 Lo que un hombre puede hacer es preservar las maravillas que
 existen". 

 En la ciudad donde Jaffier ve la armonía entre lo natural y lo sobrenatural, Jaffier vuelve a reconciliarse con la sociedad, de la cual su estado de mercenario lo había exiliado: "Toma conciencia

de estar en su casa en el exilio", y abraza la desventura, que lo condenará a la derrota: "Mi Dios, yo no puedo ni morir ni vivir. Todo mi crimen es haber tenido piedad". 

Ciudad entonces como sociedad, como arquitectura, como organización social, como belleza y orden que corresponden a la vida de una comunidad y al orden armonioso del universo, no ciudad utópica, sino concreta realidad urbana, hacia una armonía que piensa en la ciudad ideal como bien y como armonía, como 'metaxu', la ciudad de los hombres y la ciudad de Dios, en la tentativa platónica de pensar en la ciudad a la luz del bien.

 "¡Qué alegría hoy para nosotros, el pueblo de Venecia - dirán los ciudadanos al enterarse de la conjura precavida - esta reina del mar, donde el más humilde se siente rey, ver a nuestra ciudad, en el día de la más bella fiesta, sustraída por milagro, al peligro que la amenazaba!".

Justamente porque el gesto de Jaffier es heroico y loco al mismo tiempo, ese gesto no se puede transcribir en un proyecto político y en la lógica del poder - que lo rescataría de su destino de mercenario -, sino, en una súbita conversión de la conciencia que resulta incomprensible, permite a Jaffier abrazar la causa de la ciudad.

 

 “Salvare Venezia”, “Save Venice” de Gabriella Bianco


En la versión ahora reescrita y reinterpretada, sin quitar la irreductibilidad del gesto, Jaffier, que reacciona al yugo de la necesidad, se redime también por amor a Violetta, llegando a ver la ciudad a través de sus ojos: "¿Quién querría hacer mal a Venecia? El enemigo más odioso no tendría el corazón para hacerlo...(...) ¡Hacer daño a Venecia! ¡Su belleza la defiende mejor que los soldados, mejor que la vigilancia de los hombres de Estado!

Renaud, en esta reescritura, sustituido por el par de España Álvaro Salgado, prepara y coordina la destrucción y la agonía de Venecia, pero él, Jaffier, el traidor, derrumba los planes de la conjuración, convirtiéndose así en traidor y héroe perfecto al mismo tiempo, más allá de la lógica del juego político, a la cual obedece también el Secretario del Consejo de los Diez, que la razón de Estado obliga a tomar las medidas necesarias, la tortura y la muerte de los conjurados y el exilio para Jaffier, después de haberle dado la recompensa que se da a los traidores.  

En la legitimidad del uso de la fuerza impuesta por la razón de estado, Simone Weil entiende que, frente a las lógicas impuestas por el poder político, el gesto 'impolítico' de Jaffier puede ser solamente de origen sobrenatural. En un paralelismo con el tema de la fuerza y de la piedad que Antígona expresa hacia su hermano, contra el tirano Creonte, que la condena a muerte, como Antígona, Jaffier busca la muerte por esa misma 'locura de amor', por esa misma desventura que lo hace traidor y héroe, y abraza la muerte como destino, fiel a su elección de belleza y de ética: "A mis ojos, pronto sin mirada, ¡qué hermosa es la ciudad! Sin vuelta, es necesario que me aleje de los lugares de los vivientes. Donde yo voy, no se ve el alba ni una ciudad".

La elección de Jaffier no es reductible políticamente, ni puede ser interpretada en el marco de ningún proyecto, sino, en mi interpretación, en la necesidad de rescate personal que el amor de Violetta le hace entrever, se plantea el sueño de una normalidad que le ha siempre sido negado. Esta interpretación no entiende invalidar la denuncia de la fuerza de Simone, que sin embargo proyecta la elección de Jaffier en el plano sobrenatural. La distancia entre derecho y justicia se revela infranqueable. En esta tierra, "no hay otra fuerza que la fuerza" y la justicia permanece lejana "de las necesidades de la vida social". 

El conflicto permanece presente, como lo que necesita siempre la mediación política/valor y aunque cada proyecto político no pueda no ser animado por un modelo ideal, como Simone había afirmado en las “Réflexions”, aunque la política debería asumir la 'justicia' como su propio objeto, la institución determinada históricamente no podrá jamás ser la representación cumplida del bien.

Jaffier, como el justo que bloquea el brote violento del mal, paga con su sacrificio personal, la conversión de la conciencia. Si reaccionar a la ley de la fuerza, gracias también a la fuerza del amor y de la pureza, como en la interpretación elaborada por mí, llevara a Jaffier a la pérdida de la realidad, entonces solamente el sueño del vencedor tendría razón y derecho de existir. "Donde no hay lugar para el pensamiento, no hay ni justicia, ni prudencia", dice Simone en su ensayo "La Ilíada, poema de la fuerza".

La Ilíada entera está bajo la sombra de la desventura más grande que puede afectar a los hombres, la destrucción de una ciudad:  "Todo lo que en el alma y en las relaciones humanas escapa al imperio de la fuerza es amado, pero amado dolorosamente...".
Es lo que atormenta el alma de Jaffier, el amor por la belleza y lo que el amor de Violetta podría hacerle entrever: "El alma que se despierta un instante, se despierta pura e intacta; no hay en ella
ningún sentimiento ambiguo, complicado o turbio; hay lugar solamente para el coraje y el amor. A veces un hombre encuentra así su alma, mientras delibera consigo mismo, (...) de enfrentar el
destino por sí solo. Otro de los momentos en que los hombres encuentran su alma, es cuando aman". 

En esta línea se desarrolla la historia de Jaffier que presento en este texto - que ha sido pensado y escrito para el cine, pero que mantiene las propiedades literarias propia de la literatura y del teatro - el estado de ánimo nunca cesa de ser impregnado de amargura y de nostalgia, como en las palabras de Héctor, que, evocando las humillaciones que esperarían a su amada esposa Andrómaca, frente a la ocupación y el saqueo, exclama: 

    "…mejor para mí, si te pierdo, estar bajo tierra; no
      tendría más consuelo, cuando tu encontraras en
      tu destino, sólo desventuras
...".

 Pero para Violetta el sacrificio de Jaffier abre otro destino, el del amor y de una patria libre y gloriosa:

  "Ven y mira, ciudad, tu dicha te espera, esposa de los mares, mira,    

lejano y más cercano, tantas olas infladas de susurros felices te

bendicen al despertar".


       ©GABRIELLA BIANCO, poeta y escritora italiana

PRESIDENTE DE ASOLAPO ITALIA Y MIEMBRO EMBAJADOR DE ASOLAPO ARGENTINA

 

Apuntes sobre “Venise sauvée”, tragedia en tres actos de Simone Weil

"Salvar a Venecia", "Save Venice", guión cinematográfico y drama teatral en dos actos de

Gabriella Bianco, en La impaciencia de lo absoluto en Carlo Michelstaedter y Simone Weil, Ediciones Suárez, Buenos Aires, 2007

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