RUGIDO DE AUSENCIA
Amanece
y aún es fuego la espesura
de la noche.
Amanece
un sol con magia de
arlequines.
Invade el ventanal
tu cabellera de sombra
transparente.
Está intacto el jarrón
sobre la mesa,
posado de calas esparcidas
en el rojo perfume de los
cuerpos.
Amanece
un rugido de canarios.
entre la música y el
sonido del viento.
La silla se hamaca sin tu
ropa,
permanecen el espejo,
la mirada,
el celeste pañuelo de la niebla.
El reloj marca la hora
en que
amanece,
la cómoda
el vidrio
la alcoba,
y mucho espacio para tu
ausencia.
©NORBERTO BARLEAND, poeta y escritor argentino
MIEMBRO HONORÍFICO DE
ASOLAPO ARGENTINA
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