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domingo, 12 de junio de 2016

SOLEDAD, Elsa Solís Molina, Barcelona, España


Imagen de: www.que.es


SOLEDAD

A veces pienso que la muchacha del 4º, levantará la vista cuando pasea por la Rambla y así podrá comunicarse con la realidad.
En ocasiones nos hemos cruzado en la escalera y su aterrada mirada se ha posado inexpresivamente en la mía, su saludo ha sido un vertiginoso murmullo que quiso responderme…
Se sienta en los anchos bancos de la Plaza de La Catedral y su cuerpo desaliñado y quieto, sólo se mueve cuando una gaviota enorme y desorientada asombra a los turistas sobrevolando la plaza para posarse luego en la cúpula de la catedral, buscando ávidamente el mar.
Desde arriba, los cantantes que hacen su día con el producto del bote, parecen pequeños puntos oscuros con una multitud en constante movimiento a su alrededor, que ignora los problemas de las muchachas.
Las palomas no se acercan a la muchacha , no tiene miguitas para tirarles…
Ella cruza silenciosa hasta el Museo Gaudí. Recorre lentamente los tres pisos, hasta llegar a las obras y croquis del maestro que contempla despaciosamente, subyugada por tanta belleza….
Abajo, las terrazas repletas de personas cuya única opción es si piden tapas de mariscos o patatas bravas. Es pleno agosto en Barcelona y las enormes copas de dorada caña, sólo compiten con el blanco de la espuma que las corona.
Ahora la muchacha desde arriba, se fija en las palomas entre el constante movimiento de gente deambulando al sol , buscando regalos en las tiendas de los anticuarios….
Y las palomas siguen picoteando hasta levantar vuelo en conjunto, asustadas por un niño en patineta.
Como ellas…, pero a la inversa, esa noche la pequeña e ignota figura del 4º, voló hasta la estrecha callejuela arrastrando en su vertiginosa caída, un geranio perfumado.

©ELSA SOLÍS MOLINA, poeta y escritora argentina
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA





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