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Robles fueron... Y serán
A mis hijos, hijas, nietos y biznietos.
Junio 19.2016
Día del Padre, Junio 19.2016
Junio 19.2016
Día del Padre, Junio 19.2016
Cuando levanto los ojos hacia el horizonte de la vida siempre veo
dibujada sobre el amplio panorama del recuerdo la imagen de mis padres, y en su
huella, esa otra de robles precursores de sus vidas, los abuelos.
Coronados todos van con laureles de esfuerzo y sacrificio a su
grandeza de nobles robles milenarios, raíz de tantas vidas, referente de tanta
historia.
Cuando levanto los ojos hacia el horizonte de la vida, veo abierto el
libro de su historia y la releo y siento palpitar en cada línea su alma y su legado.
¡Oh Dios Creador de toda vida! Cuán lejos estoy de ser lo que ellos fueron!
Lejos de los míos, demasiado lejos. Ausentes todos somos sin poder
vivir de cerca nuestras dichas y compartir nuestras tristezas. Crece en mí la
necesidad de volver a verlos y estrechar sus manos trabajadoras, creativas,
dadivosas y gentiles que han laborado en todos los eriales del Señor y
construido su existencia con honor y con nobleza.
Cuando levanto los ojos hacia el horizonte de la vida contemplo su
silueta de pioneros de otros mundos, sembrando las raíces de su propia estirpe,
y mi corazón se alegra con las buenas nuevas de sus vidas y se llena de
amargura con sus penas. Duele mucho estar ausente.
Cuando levanto los ojos hacia el horizonte de la vida, contemplo el paisaje
aquel desdibujado por el tiempo, de ese siglo que los vio nacer, y el rápido
pasar de éste que me lleva hacia el final de mi existencia en solitario
recorrer adolorido el momento ido, la oportunidad perdida, el dolor que nunca
fue calmado, la alegría que jamás se compartió, la ausencia que todo lo borró.
Solo queda el creer en renovadas huertas y esperar que crezcan nuevamente, en
mis hijos y los hijos de sus hijos, esos robles que precedieron nuestro destino
y nos legaron sus valores, su fortaleza moral, su grandeza
espiritual.
Una guitarra con eco campesino suena en algún lugar de la comarca. Quiero
creer que la rasga la nostalgia, y con sus cuerdas, construir un puente y cruzar
el mar de olvido que nos separa, y llegar a sus remotos puertos y allí, al pie
de la ventana de sus nidos, entonar la serenata debida a la eternidad de
los viejos robles y al futuro de los nuevos.
Desde Colombia, desde la Luna, como suelo llamar esta esquina de mi
sufrida patria, acudo a imágenes y recuerdos ¡bajo la sombra de los viejos
roble,esos que
agigantan por su ausencia, mi orfandad!
Firma, Un gran ausente, Vuestro padre.
©JOSEPH
BEROLO, poeta y escritor colombiano
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA
Estimado amigo,muy identificada con tan preciosa exposición de circunstancias comunes a nuestra edad y época de la vida.Uno a uno vivimos los abuelos esos episodios,algunos con más agobio y otros no, pero la aceptación de los acontecimientos ya es un hecho que creo, viene de a poco, y así debemos ir acomodándonos a ellos, es otro triunfo sobre la Vida, al devenir de tantas circunstancias nuevas que a todos nuestros contemporáneos, se les sirve en bandeja, el asunto es ir bebiendo ese brevaje, con cautela y aceptación de los hechos, contemplando con sabiduría las cosas buenas que la Vida nos ofrece (Que, a esta altura,son muchas, lo sostengo y afirmo, apreciado Joseph Berolo, exquisito escritor y poeta , como lo acabas de demostrar en esta pieza literaria magistral!!!!!! .Mi saludo !!!Y.E.S.Molina
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