EL CICLO
Respira y está quieto
como si un ángel o un demonio
acariciara
su piel cansada.
Y muere.
Al cabo de unas horas
deja de parecerse y se aleja
de los insoportables límites,
para pasar a ser
-tiempo mediante-
una planta,
una gota de ponzoña,
una paciente espina,
o simplemente alguien
a quien los límites
le volverán a ser insoportables
algún día.
LUIS ALPOSTA – Buenos Aires, Argentina
MIEMBRO HONORÍFICO Y ASESOR CULTURAL DE ASOLAPO ARGENTINA
De su libro: “Otro él”,
poemas. Ediciones del Valle, Buenos Aires, 2000.
No hay comentarios:
Publicar un comentario