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sábado, 7 de septiembre de 2024

EL INQUILINO DE LA CAFÚA (TANGO) - César Tamborini Duca, España

 










(La maqueta del compadrito y el farol es obra del Dr. Oscar Ranalli)


EL INQUILINO DE LA CAFÚA (TANGO)

Para el día del Lunfardo, 5 de septiembre de 2024

EL INQUILINO DE LA CAFÚA (tango)

Letra: César J. Tamborini Duca – Música:


Enterao que su mina lo piraba
de su misho garçonier de lata
chairaba sunchos en la taquería
previendo su futuro amuro.
Mientras tanto la percanta rea
engrupida por otro belitre
jaraneaba milongas y burdeles
con curdas, rufianes y malevos.
Así, el día que el taquero dijo
“quedás libre, al cumplir condena,
podés irte, no rebusques pena
con la punga y el cuchillo fiero”.
Dio las gracias al taquero amigo
y cachó el ferramento agudo
que de punta, o tajeando fiero
lavaría su ultrajada hombría.
Y una noche fatal en que dos gritos
maldicientes, se escuchó en el rioba
con la frente altiva y una mueca burda
entre dos botones, regresó sin pena.


VOCABULARIO

Cafúa: carcel
Piraba: echaba
Misho: pobre
Garçonier: habitación muy humilde
Chairaba: afilaba con una chaira
Sunchos: fleje o lámina metálica
Taquería: comisaría
Amuro: abandono
Percanta rea: mujer de aspecto desaliñado y comportamiento grosero
Engrupida: engañada
Belitre: pícaro, ruin, de costumbres viles
Jaraneaba: se divertía (en ambientes de bailarines y en prostíbulos)
Curdas: borrachos
Rufianes y malevos: hombres malos y de baja catadura moral
Taquero: comisario
Punga: robar
Cachó: agarró
Ferramento: arma blanca de hierro
Tajeando: hiriendo mediante un tajo
Rioba: barrio
Botones: Agentes de policía
Quía: del latín “quiddam”, sujeto innominado, de poca monta


RELATO

El quía, estando en la cárcel se entera que la mujer lo echaría de su mísero cuarto donde vivían, y previendo ese futuro abandono preparaba y afilaba un fleje metálico, como arma blanca.
Mientras tanto la mujer, engañada por un vil pícaro, se divertía en milongas y prostíbulos, alternando con borrachos y gente de mal ambiente (que eran, en definitiva, como ella).
Llegó el día que el Comisario le dijo que ya había cumplido la condena y quedaba libre, se podía ir; pero le aconsejó, para no regresar, dejara de robar y tener pendencias con el cuchillo.
Agradeció al Comisario amigo y se fue con el arma que había preparado, con la que lavó el ultraje a su persona matando a los culpables, cuyos gritos y maldiciones se escucharon en todo el barrio.
De ese modo, lavada su afrenta y con una mueca altiva, marchó entre los dos agentes de policía que lo llevaban preso nuevamente.


CÉSAR J. TAMBORINI DUCA
– León, España

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

Académico Correspondiente para León

Academia Porteña del Lunfardo

 

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