El hombre solitario vuelve a ver al muchacho de
magro
corazón absorto en escrutar a la mujer que ríe.
El muchacho alzaba la mirada hacia aquellos ojos,
cuyas rápidas miradas se estremecían, desnudas
y distintas. El muchacho recogía un secreto
en aquellos ojos, un secreto como el regazo escondido.
El hombre solitario oprime en el corazón el recuerdo.
Los ojos ignotos ardían como arde la carne,
vivos de una húmeda vida. La dulzura del regazo,
palpitante de cálida ansiedad, se traslucía
en aquellos ojos. Brotaba angustioso el secreto,
como una sangre. Cada cosa se volvía tremenda
en la luz tranquila de las plantas y del cielo.
El muchacho lloraba en la noche tranquila
raras lágrimas mudas, como si ya fuese hombre.
El hombre solitario encuentra bajo el cielo remoto
esa mirada contenida que la mujer pone
sobre el muchacho. Y ve aquellos ojos y aquel rostro
recomponerse tranquilos en una sonrisa habitual.
CESARE PAVESE - Italia
(Santo Stefano Belbo, 1908-Turín, 1950)
RIVELAZIONE
L'uomo solo rivede il ragazzo dal
magro
cuore assorto a scrutare la donna ridente.
Il ragazzo levava lo sguardo a quegli occhi,
dove i rapidi sguardi trasalivano nudi
e diversi. Il ragazzo raccoglieva un segreto
in quegli occhi, un segreto come il grembo nascosto.
L'uomo solo si preme nel cuore il ricordo.
Gli occhi ignoti bruciavano como brucia la carne,
vivi d' umida vita. La dolcezza del grembo
palpitante di calda ansietà traspariva
in quegli occhi. Sbocciava angoscioso il segreto
come un sangue. Ogni cosa era fatta tremenda
nella luce tranquilla delle piante e il cielo.
Il ragazzo piangeva nella sera sommessa
rade lacrime mute, come fosse già uomo.
L'uomo solo ritrova sotto il cielo remoto
quello sguardo raccolto che la donna depone
sul ragazzo. E rivede quegli occhi e quel volto
ricomporsi sommessi al sorriso consueto.
Versión
de Jorge Aulicino
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