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sábado, 5 de noviembre de 2022

LA PALABRA Y POESÍA, Gladys Abilar, Chilecito, La Rioja, Argentina

 

LA PALABRA Y POESÍA

 

La palabra nació para despertar el silencio. Tan grande es su alcance, su poder tan infinito que puede sembrarlo de rosas y también de espinas. En la mejor de sus versiones, se hizo poesía. En la mejor de sus versiones también, mostró su alma, desnudó sus virtudes y dejó que obraran en ella para que naciera el poeta.

Las palabras se encontraron, se entrelazaron, se fundieron, se amaron, se pelearon, se repudiaron, se eligieron nuevamente, al fin hicieron el amor y así, bajo el imperio del poeta, parió la poesía.

Aunque la poesía ya existía en la naturaleza con lenguaje propio, en la cascada, en el crepúsculo, en la tormenta, en el trino, la lluvia, el perfume, el nido, la rosa, el ágave, el mar, fue el poeta su hacedor.

La poesía es el otro idioma del hombre que no está documentado, -ni lo estará, felizmente-, porque habita otras dimensiones, la infinitud.

Goza de libre albedrío y se ampara en la palabra; es su música, su soplo, su cuerpo, su alma, su sombra y su voz. La palabra es su templo. Sin ésta, ella no es. En mi fuero interno percibo la poesía, -más allá de las normas y a pesar de ellas-, literal e intrínsecamente libre, misteriosa, reflexiva, a veces irreflexiva, sensata, otras insensata, en colores, en sepia, leve, dramática, delicada, lacerante, romántica, primitiva, sibilina, profética, irreverente, mística, pasional, sagrada, candorosa, soberbia, caprichosa, sinfónica, distante, sublime, desafiante, profana, puente ineludible entre el idioma del alma y la intemperie, cofre cuajado de secretos intangibles, lenguaje subliminal, diccionario del no abecedario, devoción, locura cordura y arrebato, tajo y sangre, caricia y salvación.

La poesía abreva en las palabras. Las palabras huelgan en el espacio como abalorios de luz que prenden y apagan, flotan, nadan, fluctúan, bailan pizzicato, hacen guiños, se ocultan, se ofrecen, acechan, provocan. El poeta afina sus sentidos y se lanza a la embriagadora cacería, y elige en ese universo tintineante, las palabras para su creación. De ese entramado misterioso, visceral, nacerá la poesía como un milagro. Infinitos mensajes lleva en sus alforjas ahítas de emociones, mensajera de versos, de amores y desamores, de penumbras y resplandores, de voces y de silencios, de pájaros, de ríos.

El mundo está expectante ante su imperio de perpetrar la belleza, o embellecer el horror y la oscuridad. Si no cómo entender “Hay golpes en la vida, yo no sé…”.

La poesía le hizo creer al poeta que puede volar. Le prestó sus alas y remontó vuelo al infinito. A veces fue Ícaro en su búsqueda insondable.

Cualquier definición de poesía será incompleta. Las hay en demasía y de notable excelencia, más no bastan. “Sólo seis letras pueden poner en jaque un abecedario. Todo un idioma no alcanza para definir la poesía, abarcar su inescrutable universo, desnudar su magia, develar sus secretos, dragar su génesis y hacerle justicia. Intentos hubo por doquier. Pero aquel que ha aproximado la frase más cercana sólo ha logrado mutilarla. Pueden hablar acerca de ella mas no aprisionarla tras las rejas de una definición. La única prisión que acepta dichosa es la del alma”.    

La palabra se agiganta en la verdad serena del poema, él es su cuna, su destino noble y fiel, y su voz es soberana cuando pregona la paz. Pero nada la ennoblece y la agiganta como la música que de ella fluye cuando pronuncia los sonidos del amor.

Pensar no es lo mismo oler, gustar, oír, ver, tocar. Se ungió el poeta cuando supo que podía gustar olores, acariciar miradas, ver aromas, oler colores, escuchar la miel. Transmutar los sentidos.

Magia y misterio de la poesía, hacer posible lo imposible. En un mundo de certezas y desconciertos ella es la mixtura imprescindible entre la belleza y el amor.

 

Gladys Abilar, Chilecito, La Rioja, Argentina

MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO ARGENTINA

Gladys Liliana Abilar

Escritora argentina (Chilecito, La Rioja). Es ingeniera agrónoma de profesión. Directora del Instituto de Investigaciones Agropecuarias de la Universidad Nacional de Chilecito. Paisajista y profesora de música. Ha publicado las novelas Eclipse de Lubna (Atlántida), Más allá del pecado (Vinciguerra) y Las lágrimas de Tánatos (Corregidor, Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (Sade); los libros de cuentos Doce hogueras (Ameghino) y Destino rabioso (Corregidor, Faja de Honor de la Sade); el libro de aforismos Pensar sin permiso (Atlántida), y los libros de poesía Ecos del corazónJuguito de rimas (literatura infantil; Distal; Faja de Honor de la Sade) y La mirada invicta (Vinciguerra). Ha obtenido, entre otros, los premios del Rotary Club, Pablo Neruda, Tertulia Allerana (España), Letras de Oro, Ricardo Güiraldes, Jorge Amado, Rafael Obligado, Baobab (Secretaría de Cultura de la Nación), Fundación Avon y Enrique Anderson Imbert (ILCH). Ha participado en numerosos ciclos culturales y asistido a encuentros en Montevideo, Guadalajara, Punta del Este, Chile, Ushuaia, Praga, Israel, Paraguay, Tucumán, Entre Ríos. Publica en revistas argentinas y de otros países. Ha publicado 35 antologías. Publica textos costumbristas en el diario La Nación.


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