RÁPIDA Y
BREVE CORONACIÓN, (Nota de opinión)
En
un ya pasado 19 de Junio este país, el de los recortes, el de la subida de
impuestos, el de los seis millones de parados, el de la angustia permanente,
estrenó un nuevo rey. D. Juan Carlos I, se nos apareció en la tele, a penas
veinte días antes, para decirnos que dejaba el trono, bueno que se lo pasaba a
su hijo y antes que canteun gallo, como dirían los castizos, con el apoyo de un
gobierno de derechas en mayoría, se
llevó a efecto este sorprendente cambio.
Ahora
con el fallecimiento de la reina de Inglaterra, Isabel segunda y la
parafernalia que llevan los medios de comunicación, te da la impresión que nos
quedamos atrancados en el tiempo. Para los ciudadanos de muchos países tener una
monarquía les debe de parecer un procedimiento muy arcaico, para muchos de los
habitantes de este país también. A pesar de todo, atado y bien atado, como los
anteriores monarcas sigue siendo nuestra democracia, o lo que queda de ella. La
que empezó hace más de cuarenta años, a la muerte del dictador se estrenó con
mucho entusiasmo.
A los que han intentado pedir un referéndum, o
la alternativa de una República se les ha impedido toda manifestación, quizás
no habían tantos opositores debido al poco tiempo que se ha dado para la
reflexión. Y nada se dice de Cataluña, otro tema delicado y de Euskadi con eso
que dicen independencia que a decir verdad tampoco te informan. Todo se ha
llevado con un desarrollo milimetrado, ningún detalle ha faltado y en este
fallecimiento, con todo séquito funerario y la coronación del hijo ya Carlos
III. Los obligados visitantes banderola en mano y después de pasados los muchos
controles, han podido agitar su entusiasmo en esta parafernalia teatral que se desarrolla
a parte y en paralelo del desarrollo de una sociedad, que se dice moderna y que
por serlo, no deja de pensar en lo obsoleto del evento. Nadie se pregunta, por
la salud de esos descendientes, herederos de la hemofilia de la reina Victoria
y de otras muchas enfermedades de Enrique VIII decapitando a tantas esposas
como curándose las llagas de la sífilis que padecía, según se decía. Sí, una
hermosa herencia.
Para los partidarios de tener como jefe del Estado a un rey, nos dicen que se
trata de una monarquía parlamentaria, que representa al país, pero que no gobierna, algunos más absurdos nos comentan que los ciudadanos necesitan de un rey porque poco o nada saben de gobernarse, para muchos que queremos movernos al son de los tiempos modernos la monarquía nos parece una institución en
desuso, por mucho que se la considere parlamentaria. Bien es verdad que muchos
países europeos lucen de monarquías y se consideran democracias, considerando a
su monarquía sólo como una entidad figurativa pero no política. Así nos consta,
pues seguimos pensando que la última decisión política siempre la toma el Rey, sobre
todo, ante los problemas de gravedad que se puedan presentar al país, o sea que
gobierna de facto, queramos o no y que mientras tanto la función de representante
o relaciones públicas que es la función mejor que hizo Juan Carlos, puede ser
un entretenimiento bastante fructífero.
SALOMÉ MOLTÓ, periodista, poeta y escritora Española
MIEMBRO HONORÍFICO DE ASOLAPO
ARGENTINA
No hay comentarios:
Publicar un comentario